Por Jorge Zárate, Jorge.zarate@gruponacion.com.py - Fotos: Carlos Juri

Así cuentan los geólogos todavía sorprendidos por el conmovedor hallazgo. Ya sin actividad, la línea de volcanes en territorio nacional requiere de estudios para descifrar su riqueza.

Son volcánicas se dijeron al ver las primeras imágenes de la gente en redes sociales.

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Por eso partieron, en una lancha, el geólogo Moisés Gadea y el tecnólogo en producción Rodrigo Osorio, para confirmar el hallazgo en el desconocido “islote” que asomó frente a Ita Pytã Punta.

Así, navegando la extraordinaria bajante del río Paraguay: “Fuimos por curiosidad para saber qué litología (tipo de piedra) era exactamente la que quedó al descubierto en la bajante y nos encontramos con rocas volcanoclásticas”, cuenta Gadea, que se desempeña en el Laboratorio de Sismología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen), donde también es docente de Petrología Sedimentaria.

Es allí donde vienen estudiando los materiales y los secretos de nuestros volcanes dormidos. “Se tienen que hacer dataciones radiométricas para saber cuántos millones de años tiene, aunque por ejemplo, el Lambaré tiene 48; el Ñemby 45; y el Tacumbú, entre 41 a 46 millones de años”, explica. Esto porque todo indica que el recién descubierto sería un miembro más de esta familia, todos alineados en una falla geológica.

“Cuando erupciona un volcán, los materiales son expulsados y se depositan en la ladera o en los adyacentes y aquí estamos ante una roca intermedia entre ígnea y sedimentaria”, señaló para puntualizar que “desde el punto de vista geológico es importante para conocer más lo que tenemos en el país como patrimonio”.

Todavía conmovido considera que los estudios ayudarán a determinar su contenido mineralógico. “Sin análisis no se puede saber, algo de interés puede haber, quizá oro, cobre, hierro, azufre, puzolana”, comenta.

La Universidad Nacional de Asunción (UNA) y el Consejo de Ciencia y Técnica (Conacyt) serían los gestores de los fondos para esta investigación que puede deparar más de una sorpresa.

Gadea insiste en señalar que el descubrimiento “no conlleva ningún riesgo para la población, no es un peligro”. También que el paso del río provocó un “proceso de erosión bastante importante, no le puedo decir la cantidad de material removido, pero por eso vemos la superficie plana en forma de islote”.

El geólogo recordó que el manto terrestre está “en la cuenca del Paraná a entre 35 y 40 kilómetros por debajo de la superficie” y que es difícil que el magma vuelva a subir desde allí por estos volcanes apagados.

¿DIAMANTES?

Jaime Báez es doctor en Ciencias Geológicas y asegura que allí puede haber diamantes. “También hay formaciones volcánicas en Cerro Verde, en Puente Remanso; también el expuesto parcialmente en Loma San Gerónimo, es decir, estamos ante un nuevo elemento que apuntala la existencia de un vulcanismo explosivo que se dio en el eje del río Paraguay en Asunción y alrededores”, comenta.

Especializado en Geología del Diamante, estudioso del área de Concentración Mineralógica y en Petrología, cuenta que Paraguay está situado en el medio de la Placa Sudamericana, que tiene al oeste como límite la Cordillera de los Andes y al este se expande hasta más o menos la mitad del Océano Atlántico.

“Así que es un ambiente tectónico tranquilo y los volcanes, por decirlo en pocas palabras, son casi inofensivos o fueron inofensivos en los alrededores de Asunción. Se sitúan sobre una región cratónica espesa, muy sólida, rígida y profunda, lo que permitiría que ellos carguen con algunos minerales muy especiales, entre ellos, los diamantes”, indica.

La datación de las rocas volcánicas pasa a ser importante porque los mismos “se van encontrando en rocas en torno de los 130 millones de años. Paraguay es un país muy rico en diamantes y lo que pude ver de las fotos de Moisés Gadea de Ita Pytã Punta es prometedor”, señala.

El magma, de calor sideral, al encontrar abierta la corteza sube velozmente y no alcanza a quemar los diamantes, que al enfriarse, quedan entre las rocas volcánicas. Abriga esa posibilidad por la “posición preferencial estructural en la zona de fallas o de fuerte quiebre de la corteza en el eje Asunción-Río Paraguay-Villa Hayes que facilita la rápida subida del material fundido y así lo puede hacer conservando diamantes que haya podido traer de las profundidades, hablamos de más de 130 kilómetros de profundidad”.

Báez, que es también presidente de la Asociación de Geólogos (AGP), dice que al observar el tipo de rocas volcánicas se ve que Ita Pytã Punta “es muy sugestiva y creo que fue una buena caracterización del profesor Moisés porque parece parte de un conducto volcánico con material que podría contener diamantes de micros a macros”, es decir, de pequeño y gran tamaño.

El especialista dice que el lugar “tal vez no sirva para tener una mina encima pero como elemento raro de la naturaleza podría ser digno de visitas turísticas locales e internacionales porque da la oportunidad a que alguien quiera ponerse a buscar diamantes sueltos en sus alrededores, con las herramientas artesanales corrientes y que en una de esas encuentren diamantes grandes, es cuestión de suerte”, especula.

Entre tanto, los lancheros de Ita Pytã Punta ya están ofreciendo turismo volcánico al que numerosas familias comenzaron a acudir.

Sinforiano Vázquez, un veterano lanchero del antiguo barrio capitalino le dice al canal GEN: “Después de 40 años que sale de vuelta de esta forma, antes se veía pero una pequeña parte, pero ahora es mayor la extensión por la bajante del río. Hace 15 días que la gente está viniendo, quiere conocer la roca volcánica, viene con la criatura y hacen sus paseos. Invitamos a la gente que venga a disfrutar de la maravilla que tenemos en el medio del río”. Lo hizo ofreciendo un servicio con protocolo sanitario y distanciamiento a 5 mil guaraníes por persona. Así se puede recorrer el islote de unas 2 hectáreas, con un perímetro de 1,2 kilómetros.

DORMIDOS

Ana María Castillo Clerici es la directora del Departamento de Geología de la Facen, recordó que la serie de volcanes de la que el islote es familia, habrían aparecido en la era cenozoica o terciaria, hace 66 millones de años.

“La zona del lago Ypacaraí se encuentra en la parte de baja de una estructura tectónica, mientras que la Cordillera de Altos, en la parte elevada, ambas estructuras chocaron entre sí hace 450 millones de años y la falla que tiene dirección noroeste-sureste y todos esos tipos de rocas se encuentran alineados sobre esa estructura, en la misma dirección”, explicó Castillo.

Los estudiosos sitúan el episodio en el Terciario Inferior, durante el ciclo tectónico Sud-Atlántico, oportunidad en que los magmas se hicieron paso hacia la superficie terrestre.

“Es una falla muy profunda, por la cual se ponen en contacto todo tipo de rocas, pero esta que podemos ver en el lecho del río, específicamente proviene del manto terrestre, que es una estructura muy profunda. Son las mismas rocas que vemos en Lambaré o en Tacumbú”, le dijo en la semana a La Nación.

“Es muy rara la presencia de este tipo de rocas en zonas continentales, generalmente se las encuentra en las islas, donde las fallas aún están activas, pero en el continente sudamericano solo se han encontrado en Paraguay, algo que siempre ha llamado mucho la atención a los colegas extranjeros y lo más posible es que dentro de millones de años esa falla termine abriéndose para producir algo similar a lo que sucedió cuando África y Sudamérica comenzaron a separarse”, contó. Sin embargo, los registros de la actividad sísmica local con epicentro en lo que se llama “fallamiento del rift de Asunción” fueron atribuidos a acomodos finales de esta estructura geológica hoy considerada extinta.

Los tiempos de la tierra aparecen entonces siempre imposibles, inabarcables: “El origen y modelado principal del cabo Ita Pytã Punta se relaciona con procesos litorales marinos… El ciclo evolutivo del arco fue interrumpido en el Mioceno Superior-Plioceno Inferior, cuando se produce la regresión del Mar Chaqueño. Desde la retirada del mar hasta la aparición del río Paraguay en su posición actual (Pleistoceno Superior o límite Pleistoceno Holoceno) tuvo lugar un lapso importante, de aproximadamente 7 a 3.5 millones de años”, cuenta un estudio de Gadea y compañeros. Allí donde se vio el mar, el río dejó asomar un volcán y su misterio.

MONTAÑAS Y ALGO MÁS

Cantera de Ypacaraí.

Cerro Sapucai.

Cordillera del Ybytyruzú.

Cerro Ybypyté, La Colmena.

Cerro Tres Marías, Fuerte Olimpo.

San Carlos del Apa, Concepción.

Cerro Ybypé, Carapeguá.

Isla Acaray en el río Paraná.

Cerro Lambaré.

Cantera de Tacumbú.

EN EL MUNDO

CRECIENDO

El pasado 10 de setiembre, investigadores del Centro Alemán de Investigación de Geociencias GFZ presentaron un estudio fotogramétrico documentando el “ciclo de vida” de un volcán.

Lo curioso del caso es que descubrieron que los volcanes tienen memoria. Lo hicieron midiendo imágenes tomadas durante siete décadas al volcán Bezymianny, en la península de Kamchatka, y se dieron con que el volcán renació después de haber colapsado.

El rebrote inicial comenzó en diferentes respiraderos a unos 400 metros de distancia. Después de dos décadas, la actividad aumentó y a los cincuenta años, los movimientos se concentraron en un solo respiradero, “lo que permitió el crecimiento de un cono nuevo y empinado”, reportó la agencia Europa Press.

Según el estudio crece unos 26.400 metros cúbicos diarios, un volumen que transportarían mil camiones volcadores. “Nuestros resultados muestran que la descomposición y el nuevo crecimiento de un volcán tiene un gran impacto en las vías del magma en la profundidad. Por lo tanto, desintegrados y nuevos, los volcanes crecidos muestran una especie de recuerdo de su campo alterado de estrés”.

ECUADOR OSCURECE

Una lluvia de cenizas volcánicas oscureció los cielos de al menos 6 provincias del Ecuador el pasado 20 de setiembre. Reportes de 33 ciudades así lo notificaron tras la erupción del volcán Sangay, uno de los cuatro activos en el país.

Fue la actividad eruptiva más fuerte registrada desde 1628, hace casi 400 años, con “emisiones de ceniza mucho más energéticas que en meses anteriores”, reportó el Instituto Geofísico.

“Agricultores, ganaderos, empresarios turísticos, comunidades, en fin, los afectados por la caída de ceniza de este domingo se contabilizan por miles”, consignó el colega El Universo.

Además de la emergencia por Sangay, ubicado en la provincia amazónica de Morona Santiago al oriente del país, en el Ecuador hay tres volcanes más activos: Fernandina y Sierra Negra, en Galápagos; y El Reventador, también en el oriente. En total, el Ecuador tiene 97 volcanes.

EL “POPO”

Con 126 exhalaciones el pasado 22 de setiembre el Popocatépetl puso en alerta a México.

Activo y en riesgo de erupción, “el Popo” está a 72 km al sureste de la Ciudad de México, a 43 km de Puebla, a 63 km de Cuernavaca y a 53 km de Tlaxcala y tiene una altitud de 5,500 metros sobre el nivel del mar.

En ese país existen al menos 46 volcanes activos de acuerdo al Centro de Prevención de Desastres (Cenapred) que recomendó “no hacer caso a rumores y estar atentos a la información oficial”.

Los volcanes de alto riesgo son: el Popocatépetl; el Volcán de Fuego, en Colima; el Ceboruco, en Nayarit; el Pico de Orizaba, en los límites de Veracruz y Puebla; el Chichón, en Chiapas y el Tacaná, que está en la frontera con Guatemala.

DE FUEGO

El volcán de Fuego, de 3.763 metros de altura, registró el 3 de junio del 2018 una potente erupción que provocó una avalancha de gases, ceniza y rocas ardientes que arrasó una comunidad y dejó 202 muertos y 229 desaparecidos en Guatemala. También están activos el Pacaya, cercano a la capital, y El Santiaguito, unos 100 km al oeste de Ciudad de Guatemala.

TAMBORA

El Tambora marcó un récord insuperado el 10 de abril de 1815, cuando tuvo lugar la mayor erupción registrada en la historia, cuatro veces más fuerte que la del Krakatoa unos 20 años después. En la explosión perdió 1.500 metros de su montaña, tenía 4.500 metros y se quedó en 3 mil; generó un tsunami y sus cenizas llegaron a oscurecer los cielos de Estados Unidos y Europa.

KAWAH, SU LAVA AZUL

Situado en la isla de Java, Indonesia, mide 2,386 metros de altura y tiene un cráter de 20 kilómetros: Kawah, el único que derrama lava azul.

Atractivo turístico mundial, el fenómeno se produce por las extraordinarias cantidades de azufre que alberga en su interior este gigante activo y peligroso. “El azufre, al ser sometido a grandes presiones y alcanzar temperaturas de hasta 600 grados centígrados, sale desprendido por la abertura hacia la atmósfera y teniendo contacto con el oxígeno, los gases arden y provocan el líquido azul brillante, provocando un espectáculo de luces”.

Indonesia posee alrededor de 400 volcanes, 143 en actividad, entre ellos el mítico Krakatoa que en abril de este año erupcionó por última vez.



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