Señalan que el hecho de llamar al psicólogo o psicoanalista para una consulta en nuestro medio es porque ya la persona ha probado de todo y ha fracasado.

Por Lourdes Torres

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En la edición del domingo pasado iniciamos un abordaje psicosocial de la crisis generada por el coronavirus y las medidas de seguridad adoptadas a partir de la cuarentena obligatoria, observando que como toda cri­sis humana saca lo mejor y lo peor de cada ser humano. En esta edición acudimos a pro­fesionales psicólogos y psicoa­nalistas, miembros del Ágape Psicoanalítico Paraguayo, a través de su dispensario psi­coanalítico “Intervalo” para saber más acerca de la esta situación y cómo se está mani­festando en Paraguay.

Al respecto, los psicoanalis­tas Genaro Riera Hunter, psi­cólogo clínico; José Vicente Caballero, psicólogo y crimi­nólogo, y Pablo César Chávez, psicólogo clínico, menciona­ron que si bien en el dispen­sario psicoanalítico “Inter­valo” aún no cuentan con datos estadísticos completos, en una observación general aproximada encuentran que los casos más recurrentes son muy diversos, pero que pue­den encontrarse entre ellos algunas señales que los apro­ximen entre sí, como por ejem­plo aquellos casos marcados por la angustia, en algunos casos con ataques de pánico en los cuales las personas tie­nen un súbito miedo de morir, así como también se destacan algunos casos por el riesgo de muerte que conllevan, los casos de intentos de suicidio o con riesgo de ello, señalan como ejemplo.

Pablo Chavez Vera.

Los profesionales explican que las diferencias que se encuentran entre el inicio de la pandemia en el Paraguay, atención realizada junto con la Federación Psicoanalítica Paraguaya en el servicio de S.O.S, es que al principio lla­maba la atención las personas que consultaban por alguna afección que no tenía propia­mente relación con la pande­mia, sino que ya habían ini­ciado algún tratamiento antes o el proceso de angustia se pre­sentó sin relación directa con las medidas de lucha adopta­das contra el covid-19.

“Solo después al finalizar, por ejemplo, la cuarentena obli­gatoria, las personas que lla­maron han tenido algún epi­sodio de crisis de angustia relacionada directamente con el proceso. En el S.O.S de la Federación Psicoanalítica Paraguaya, en la cual Ágape Psicoanalítico Paraguayo se encuentra colaborando, se han recibido llamadas inter­nacionales de paraguayos resi­dentes en el exterior, así como también llamadas de personas en confinamiento por las medi­das tomadas por la cuarentena sanitaria, así como de sus fami­liares”, precisan los expertos.

Genaro Riera Hunter.

¿CÓMO DETONA LA CRISIS?

Los psicoanalistas explicaron que las crisis generalmente se dan como urgencia subjetiva, cuando las personas han per­dido el modo habitual de obte­ner satisfacción en la vida coti­diana y de alguna manera este salto de urgencia se agrava si la persona está y se siente sola, no puede encontrar en su medio personas que puedan entender y contener lo que le pasa, por­que generalmente en este tipo de crisis la persona misma no sabe lo que le pasa.

“Los motivos pueden ser varia­dos, pero son eminentemente subjetivos, depende de cómo la persona ha desarrollado su vida y en qué esta ha cam­biado. Pueden existir detona­dores externos como, por ejem­plo, las medidas de cuarentena obligatoria, pero esto también depende de cómo esta situa­ción es interpretada, de forma inconsciente, no voluntaria, por la persona”, explican.

Asimismo, señalan que en cierto sentido el hecho de llamar a un psicólogo o psi­coanalista para una consulta en nuestro medio es porque ya la persona ha probado de todo y ha fracasado. “Exis­tieron llamadas para probar y conocer qué hacía un psi­coanalista, pero estas des­pués de un rato se descubrían como una demanda de ayuda enmascarada como curiosi­dad”, indicaron.

CRISIS COVID-19

En cuanto a la crisis que pro­duce ahora el covid-19, señalan que supone acontecimientos de perturbación en diferentes niveles (personales, grupales, institucionales) en los que dejan de funcionar aquellas reglas habituales de regula­ción de un sistema. “Los modos cotidianos rutinarios de res­puestas quedan en suspenso, y en estos casos un plano donde es posible observar efectos es en las relaciones entre indi­viduos, grupos, clases. En todas ellas, al mismo tiempo se despliegan diferentes lógi­cas en una fase inicial: cada uno para sí, uno para todos, uno contra otro, todos con­tra todos”, comentan.

Añaden que esto implica que se registren, en el plano tem­poral, alianzas, coaliciones que pueden profundizarse conforme las crisis no encuen­tren salidas satisfactorias para las personas y los colectivos. En todas estas situaciones se deben valorar las derivacio­nes del par miedo/temor en el despliegue de acciones, que son características de las denomi­nadas “catástrofes sociales”.

“No somos solidarios ni egoís­tas como términos absolu­tos. La conciencia de que un acto haya sido o no de carác­ter bueno o malo para una per­sona o siquiera para una socie­dad se adquiere mucho tiempo después de que estos hayan ocurrido. Inclusive la valora­ción hasta puede seguir siendo discutible en varios sentidos mucho tiempo después”, expli­caron los psicoanalistas.

Mencionaron además que en momentos de crisis, par­ticularmente en la fase en que irrumpe aquello que per­turba, prima la desorientación generalmente. Es el punto en que el sujeto no sabe o sabe mucho menos dónde está lo que quiere, lo que le con­viene, por eso una situación de crisis es ante todo de peligro para el sujeto. “En un segundo momento, la crisis, si se pasa el momento de peligro, es opor­tunidad. Desde esta perspec­tiva, si se puede hablar de soli­daridad lo es en el segundo momento; la condición es que la primera fase sea atravesada con elaboración”, acotaron.

Por lo dicho, señalan que aque­llo denominado como acciones egoístas puede entenderse más como la expresión de la nece­sidad básica de supervivencia. Su emergencia se va a asociar con la existencia o no de redes sociales y/o comunitarias. Conforme exista más desam­paro en este nivel, cada persona se verá enfrentada a la situa­ción de crisis con los recursos con los que dispone (o no) en el entorno inmediato. Son com­portamientos sociales carac­terísticos de las denominadas “catástrofes sociales”.

“Es pertinente insistir que esto implica un nivel bastante abs­tracto de análisis porque los matices de comportamientos se verifican en cada caso parti­cular y responden a una trama compleja de condicionantes (culturales, sociales, políticos, históricos)”, acotaron.

DE LAS PEORES ACTITUDES

Los psicoanalistas destacaron además que existen situacio­nes en que surgen las peores actitudes, las cuales se develan cuando ciertos sujetos están protegidos en la masa o por la ley en el sentido de normali­dad, asumiendo ciertas direc­trices que pueden ser dañinas o arriesgadas, o ambas.

“Esto pasa en los fenómenos masivos como las canchas, pero también en aquellos fenóme­nos privados, pero con cierta aura de tradición normal como la violencia de pareja. Hay per­sonas que entran en crisis en esas situaciones, otras que no, no todos los que no entran en crisis en dichas situacio­nes gozan con el sufrimiento de las personas, pero existen también”, señalaron.

Finalmente, mencionan que cuando el todo lo hace, cada uno puede develar lo peor de sí, pues queda anónimo en la muchedumbre, pero también al mismo tiempo devela muchos rasgos que no se tenían de soli­daridad. “El anonimato es la condición psicológica esencial para comprender cuando uno puede sacar lo peor, pero tam­bién lo mejor”, acotaron.

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