Lloraron cuando clasifica­ron a cuartos de final. Sor­tearon críticas y las dificulta­des de un país en crisis. Ahora Venezuela sirve vinotinto en la Copa América de Estados Unidos 2024, y lo bebe con sus compatriotas migrantes, que les garantizan ser locales.

Cuando los jugadores de la Vinotinto abordan el bus desde el hotel al campo de entrenamiento o al estadio, se vive un ambiente dife­rente. Su abordaje es pau­sado, sonriente. Hay alegría.

Saludan con generosidad, tie­nen contacto visual con sus hinchas, muchos de ellos miembros de la comunidad residente, aquella que dejó un país en crisis económica y política.

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Venezuela tiene 7,7 millo­nes de refugiados y migran­tes en el mundo, lo que equi­vale a una cuarta parte de su población total. Según cifras a 2022, más de medio millón viven en Estados Unidos.

Pasaron líderes del Grupo B a cuartos de final, con sus tres partidos ganados por primera vez en la historia de este tor­neo de selecciones más anti­guo del mundo.

Ahora se verá con Canadá este viernes en Arlington, Texas, por un pase a semifi­nales.

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