Moscú, Rusia. AFP
Muchos pensaban que el efecto Copa del Mundo no duraría. Pero han tenido que rendirse a la evidencia: seis meses después del final de la competición, la mayor parte de los estadios construidos para el gran evento registran un número de espectadores sorprendente.
Más de 22.000 espectadores de media en Volgogrado, unos 20.000 a Nijni Novgorod y casi 15.000 en Saransk. Para los clubes de segunda división que utilizan estos recintos, la temporada 2018-2019 está batiendo todos los récords.
Su punto en común: disponer de uno de los siete nuevos estadios construidos o totalmente renovados para la Copa del Mundo 2018.
En primera división el contraste con las temporadas precedentes ha sido inferior, pero hasta la tregua de invierno, Rostov, por ejemplo, se había situado en el podio de las mayores afluencias del país con 30.244 espectadores por partido. El actual séptimo del campeonato ruso sigue lejos del Zenit de San Petersburgo, con 50.000 fieles de media desde la inauguración en el 2017 del inmenso Gazprom Arena.
“El plan inicial era que los estadios se entregaran a las autoridades regionales o municipales, y luego se privatizaran, si había una demanda en ese sentido por parte del club local”, explica Kirill Kulakov. La mayor parte de las regiones está intentando aplazar el momento en el que se hagan cargo de las explotaciones, estimadas entre 2,6 y 3,9 millones de euros en un primer momento.