Practicar una vida lenta y reducir el ritmo vertiginoso que caracteriza a las sociedades actuales es el concepto de “slow life”, una tendencia con mayor auge entre los jóvenes pero que cada vez suma más adeptos de todas las edades. Un ritmo menos frenético puede prevenir varias enfermedades, ya que del estilo de vida moderno nacen el estrés y la ansiedad.

También es conocido como “slow living” y “vida slow” bajo el mismo concepto: vivir el día a día lo más pausado posible, con conciencia en el presente e intentando conectar con lo pequeño y lo simple. Se trata un movimiento cultural internacional que promueve un estilo de vida desacelerado y enfocado en el momento, de manera a erradicar el ajetreo y el vivir en “piloto automático”.

De acuerdo a los fundamentos de esta tendencia, la clave de la felicidad y el bienestar está en priorizar los hábitos que fomentan un equilibrio entre cuerpo y mente, así como el propio desarrollo integral. Pasar más tiempo con los seres queridos, realizar actividades físicas, disfrutar de viajes para relajarse y darse el tiempo para descansar son algunas de las prácticas que se posicionan cada vez más en el mundo actual.

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La vida desacelerada promete múltiples beneficios para la salud, principalmente previene enfermedades, ya que cada vez que se decide vivir conscientemente, el estrés se alivia. Entre otras cosas, también es fundamental decir que sí solo a las cosas que más importan en la vida, puesto que ayuda a disfrutar más del propio tiempo y concentrarse en lo que le hace bien a uno, ya que el mito de la multitarea solo nos mantiene absorbidos en una rueda de pérdida de productividad.

Vivir el presente de forma conciente promete múltiples beneficios para la salud. Foto: Archivo.

¿Cómo surgió esta tendencia?

Todo comenzó en Italia con el movimiento “slow food”, un movimiento que enfatiza las técnicas tradicionales de producción de alimentos en contraste con la moda de la preparación moderna de comida rápida. A partir de ahí se extendió hasta abarcar un estilo de vida esencial que fomenta un enfoque más lento de los aspectos de la vida cotidiana.

Cualquier cosa, desde ciudades lentas, dinero lento y comida lenta. La vida lenta se trata de salir de la montaña rusa instantánea y tomarse el tiempo para vivir con más calma. Su objetivo es crear espacio para un disfrute más conciente de la vida, de manera a tener una experiencia más satisfactoria y plena cada día.

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