Por Rocío Gómez, corresponsal en Itapúa.

La historia de amor de “Nina” y “Betin” pareciera sacada de una novela romántica, en la que solo la muerte los separó, después de casi 60 años de casados. Cuando se conocieron, ella tenía 18 años y él 24, y fue mediante una llamada equivocada que realizó el joven militar. Fue en el año 1964 que comenzó la historia de amor de Nidia “Nina” Beatriz Maidana y Adalberto “Betin” Almirón. Después de dos meses de hablarse por teléfono, él le invitó al cine, se casaron, tuvieron cuatro hijos, y, recientemente, en el Día de San Valentín, la muerte los separó.

“Nina” recuerda que su historia de su amor comenzó en Encarnación, cuando un joven militar llama a la línea baja de su casa. Era Adalberto “Betin” Almirón, un militar recién egresado de la Escuela de Suboficiales Armeros de Materiales Bélicos, trasladado a Encarnación, donde no tenía conocidos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La primera conversación rememora de esta manera:

(“Betin”) – ¿ZP5?

(“Nina”) – No, señor, usted discó mal el número.

(B) – ¿Con qué familia estoy hablando?

(N) – Maidana.

(B) – ¿Y vos quién sos?.

(N) – Yo soy Nidia, pero me dicen “Nina”.

(B) – Ah, mirá, a mí me trasladaron recién a la Caballería de acá y no tengo amigos. ¿Vos no querés ser mi amiga? ¿No se va a enojar tu novio?.

(N) – No hay problema, yo no tengo novio.

(B) – ¿Te puedo llamar para conversar de vez en cuando?

(N) – Sí, claro.

Nina y Betin bailando, y junto a sus hijos. Foto: Gentileza.

“Y para qué le dije que sí,” cuenta entre risas Nina, “me llamaba día de por medio casi por dos meses hasta que me invitó al cine a ver “La Pavorosa Casa de los Usher”. Fue todo un tema para pedir permiso a mis papás, fui acompañada por una amiga y, al fin, nos conocimos. Después de la función cinematográfica aprovechó para llevarnos a casa y, de paso, conoció dónde vivía y a partir de ahí aparecía cada domingo para tomar tereré, así nos conocimos”, cuenta “Nina”.

El sentimiento de amor era mutuo, a los dos meses de visitarla, el joven militar pidió la mano de la joven. “Al comienzo, papá no quiso aceptar, pero Adalberto me dijo que él se encargaría de todo. Yo no tenía idea de que iba a ponerle un plazo a mi papá, y a los dos días ya estábamos contrayendo nupcias”, cuenta Nidia con un brillo en los ojos.

Agrega que a los pocos días de casados el joven matrimonio fue trasladado a Pilar, donde vivieron por 7 años. “La vida del militar es triste, tenés que ir arrastrando tus cosas de un lado a otro”. Tuvieron 4 hijos, de ellos, uno de ellos siguió los pasos de su padre y se convirtió en médico de combate de las Fuerzas Especiales.

Leer más: Invitan a charla informativa virtual para conocer más acerca de las becas para estudiar en Taiwán

“Vivimos 59 años de casados, y solo la muerte nos separó”, indica acongojada. “Nuestros hijos nos decían: ‘como hacen mamá, ¡ustedes nunca se pelean!’. Hemos vivido situaciones difíciles, pero con diálogo todo solucionábamos. Si yo fallaba, mi esposo me sentaba en el regazo, conversábamos por horas, y siempre terminábamos con un abrazo y la frase: ‘borrón y cuenta nueva’’'.

Entre las tantas anécdotas que tiene, “Nina” cuenta que la pareja siempre funcionó como un equipo, por ejemplo, “si yo estaba en la cocina cocinando, él daba el toque de celebración, venía silbando alguna canción y me invitada como todo galán a un baile rápido; si yo lavaba los platos, él los secaba; si yo barría, él tiraba la basura. Fue un verdadero compañero, un excelente hombre. En el cuartel nunca puso un dedo sobre el soldado, porque decía que el soldado está para servir a la patria y no a su superior”.

Juntos sortearon muchos escollos, pero sin perder nunca el diálogo y la paciencia. “Hoy día los matrimonios no duran más, porque no hay más conversación entre los esposos. El amor es sacrificio, es empeño, es dolor inclusive, pero al amor no se tiene que soltar nunca”, señala.

La pareja siempre compartió con alegría y optimismo la vida. Foto: Gentileza.

Recuerda también que los pequeños detalles alimentaron el amor en la pareja. “Cuando éramos recién casados, y por muchos años, cada día ‘Betin’ me traía una flor silvestre, me ponía en el pelo y me decía que era la mujer más hermosa del mundo. Cuando llegaba el Día de los Enamorados, buscaba la flor más exótica y llamativa para traerme. Y aun con su partida, le seguiré amando”, menciona.

Leer también: Vuelven las clases con problemas de infraestructura y falta de docentes

Adalberto falleció en la madrugada del lunes 13 de febrero por un cáncer. “Hoy me quedo sola, están mis hijos, pero no es lo mismo; le voy a extrañar demasiado”, dice con la voz cortada, pero añade que le escribió muchos poemas, y para esta publicación comparte lo que le dedicó cuando cumplieron 50 años de casados:

“Como amantes”

Enredaste tus manos en mi pelo, jugando con ellos enlazados en tus dedos, mis manos acariciaron tu pecho palpitante y tu boca sobre la mía, suavemente se posaba, abrazados los dos, quemándonos en la llama del amor, sentimos que nos envolvía la pasión, tu cuerpo sudoroso hacia cimbrear mi cintura en armonioso y suave compás,

Y el amor explotó, como un volcán, con furia, con fuerza, quemándonos a los dos, locura de amor que parecía no tener fin, ansiedad desmedida por ser feliz, más que esposos éramos amantes, amantes de antaño, amantes de hoy, amantes que todavía encienden la mecha de amor, que sin importar los años, vivimos llenos de pasión, y allí desnudos nuestros cuerpos todavía hambrientos nos sorprendió la aurora, nos miramos a los ojos y juramos como antes como siempre hasta la muerte como amantes.

Déjanos tus comentarios en Voiz