El fotógrafo brasileño lanzó en París una muestra que es fruto de un viaje de siete años a las entrañas del mayor bosque tropical del mundo. Foto: Salgado.
“Amazonia”, el último grito de Salgado desde el paraíso
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Celebrar lo que todavía queda para lograr protegerlo. Con este ímpetu, el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado lanza en París la muestra “Amazonia”, fruto de un viaje de siete años a las entrañas del mayor bosque tropical del mundo.
Inaugurada en la Filarmónica de París, la exposición nace con vocación internacional. Viajará a ciudades como Londres y Roma, además de Sao Paulo y Rio de Janeiro, de la misma forma que su anterior gran trabajo, “Génesis”, dio la vuelta al mundo para mostrar los lugares más bellos y recónditos del planeta.
Pero “Amazonia” es sin duda su trabajo más personal y reivindicativo. Salgado, de 77 años, tenía incluso la intención de invitar a líderes indígenas a la inauguración para hacer oír su voz contra la destrucción de su hábitat y sus consecuencias para el planeta. Confía en hacerlo en cuanto remita la pandemia.
Una estética inmaculada
Entrar en la exposición es empujar una puerta hacia el interior del bosque tropical y adentrarse en un periplo de fotografías en blanco y negro que se van abriendo paso en la penumbra, como una expedición en la selva. El viaje está acompañado de la música compuesta para la ocasión por el compositor francés Jean-Michel Jarre, pionero de la música electrónica.
Desde las primeras vistas aéreas, que realizó acompañando al ejército en misiones en la Amazonia brasileña, Salgado convierte la naturaleza exuberante en un arte cuya fuerza reside en una estética inmaculada. El fotógrafo recuerda con cada cliché que este ecosistema que ocupa casi un tercio del continente sudamericano y que incumbe a nueve países, principalmente Brasil, es la suma de elementos.
Empezando por el agua, con el Amazonas y sus afluentes que serpentean la tierra durante miles de kilómetros, los genuinos “ríos voladores” -- flujos masivos de vapor que se forman por encima del bosque -- y las lluvias torrenciales, que en las fotografías de Salgado parecen capaces hasta de empapar al observador.
“La Amazonia es la prehistoria de la humanidad, el paraíso sobre la Tierra”, reivindicó Salgado en la presentación a la prensa de la exposición, con la que quiere despertar “conciencias”.
El “estudio” en el bosque
Tras despejar la frondosidad, se llega al corazón de la selva: Salgado presenta a los diez grupos indígenas con los que convivió durante su periplo de siete años, además de otros viajes puntuales, el último en febrero de este año.
Miembros de los yanonami, los marubo, los yawanawá... el fotógrafo los invita a su “estudio” entre los árboles: una sábana blanca colgada de fondo y un plástico en el suelo listo para enrollarse tras la irrupción de una lluvia.
Algunos se visten para la ocasión, pintándose el cuerpo y colocándose un tocado de plumas. Salgado espera a que sean ellos quienes tengan la iniciativa, de la misma forma que llegó hasta estas poblaciones solo tras obtener su autorización y el día en que así lo establecieron, gracias a la mediación de la Fundación Nacional del Indio (Funai) de Brasil.
Las 200 fotografías que componen la exposición imaginada y montada por la esposa del fotógrafo, Lélia Wanick Salgado, están acompañadas de la música de Jarre, quien se sirvió además de los archivos sonoros del Amazonia que atesora el Museo de Etnografía de Ginebra.
“Ni Salgado ni yo queríamos una música de ambiente ni exclusivamente étnica. Un bosque es muy ruidoso, tiene sonidos independientes, no es como una orquesta”. Y sin embargo “es armonioso para el oído humano”, dijo el compositor. Para Jarre, “la exposición podría haber sido fruto de un documentalista, pero es el trabajo de un artista. Salgado nos invita a un paseo místico, que es lo que necesitamos ahora que empezamos a salir de esta pandemia”.
Esta no es solo una galería de fotos. Es un testimonio vivo de una Semana Santa que dejó huellas, plasmadas en imágenes por los reporteros gráficos de Nación Media, Néstor Soto, Matías Amarilla, Mariana Díaz y Jorge Jara bajo la orientación de su experimentado jefe Pánfilo Leguizamón. #CuentaRegresivaFOCO18años
Esta Semana Santa, FOCO se atrevió a salir de su habitual mirada económica para abrazar algo más profundo: el alma de un pueblo que vivió la fe de diferentes maneras en cada rincón del país. A través de los ojos sensibles del equipo de reporteros gráficos de Nación Media, construimos esta selección única.
Cada fotógrafo eligió aquellas imágenes que más le tocaron el corazón, aquellas que no solo retratan una Semana Santa distinta, sino que también guardan una experiencia personal, íntima y conmovedora.
Así, contamos la historia de un Paraguay que se volcó masivamente a sus tradiciones, a su fe, a su gente. Un país que renace cada año en sus iglesias, en las calles, en los rostros de los niños, en la sabiduría de los mayores, y que este año rindió también un homenaje lleno de luz a Koki Ruiz en Tañarandy.
Desde las iglesias llenas de feligreses, el “chipa apo” que aún resiste el paso del tiempo, hasta los niños que observaban a Jesús crucificado con la inocencia intacta y los ancianos que cargan décadas de devoción en la mirada. Cada instante fue capturado en imágenes que no solo documentan, sino que conmueven y hacen memoria.
Para nuestro jefe de fotografía, Pánfilo Leguizamón, este proyecto fue especial. Y es que él todos los días desde tempranas horas acompaña cada paso del trabajo. “Nuestro esfuerzo muchas veces es silencioso, pero fundamental. Gracias al compromiso y la entrega de todo el equipo, logramos capturar imágenes que no solo informan, sino que también dejan huella, cuentan historias y hacen memoria”, nos dijo.
Pánfilo Leguizamón, jefe de fotografía Nación Media.
La cobertura de esta Semana Santa fue también un viaje de aprendizaje. Pánfilo, con su mirada curtida por años de oficio, destacó la fuerza de la nueva generación. “Aprendo constantemente de los nuevos compañeros, de sus ideas, su mirada fresca y su manera de ver el mundo. Al mismo tiempo, trato de compartir lo que sé, de guiarlos cuando puedo y de transmitirles la experiencia que me han dado los años en este oficio”, comentó.
En las calles polvorientas, en los altares improvisados, en los rostros de la fe, nuestros fotógrafos entendieron algo que trasciende cualquier técnica. Y es que la “fotografía no es solo apretar un botón. Es estar en el lugar, en el momento justo, con sensibilidad, respeto y responsabilidad. Es trabajar en equipo, confiar en el otro y saber que detrás de cada imagen hay una historia que merece ser contada”.
Néstor Soto retrató uno de los momentos más íntimos y simbólicos de la Semana Santa paraguaya: personas bañándose antes del amanecer, en la zona de Remanso. Cada año, en la fresca madrugada del Viernes Santo, pescadores y sus familias se sumergen en las aguas del río Paraguay para purificar el espíritu, reviviendo el bautismo en su forma más antigua y profunda.
Pero para algunos, este gesto tiene un significado aún más hondo. Para nuestro reportero que el año pasado sobrevivió a un disparo de bala, las aguas del río representan algo más que una tradición: son el renacer, la posibilidad de empezar de nuevo, de abrazar la vida con toda su fuerza. Así, en sus imágenes, Néstor no solo capturó un rito, sino también la esperanza que se renueva con cada amanecer.
Matías Amarilla (21) es uno de los más jóvenes del equipo de reporteros gráficos de Nación Media. Estudiante del quinto año de Licenciatura en Análisis en Sistemas Informáticos y oriundo de Caaguazú, encontró en la Semana Santa una oportunidad para retratar la fe viva en cada rostro y en cada gesto.
Con su lente captó escenas cargadas de simbolismo. En la imagen que él mismo denominó “Fe y dolor”, Matías detuvo el tiempo en una mujer con lágrimas en los ojos que, mirando a lo lejos la procesión, sintetiza la esencia de creer sin ver. La nitidez de su rostro, en contraste con la imagen borrosa al frente, golpea directo al corazón del espectador.
Otra de sus fotos, “El buen ladrón”, nos lleva a la crudeza del Gólgota: Jesús en la cruz, cubierto de sangre, y el gesto de uno de los ladrones crucificados que lo mira, en un instante suspendido de reconocimiento y redención. Una conexión visual que revive uno de los momentos más humanos del relato bíblico.
En “Visión de una Virgen”, una mujer con el rostro descubierto y la mano en el pecho nos remite a la intimidad y el duelo de una figura mariana entre la multitud, capturando la devoción silenciosa que se esconde en medio del bullicio.
Finalmente, en “Manos al cielo”, Matías fotografió la inocencia en su estado puro. Un niño elevado por un adulto para tocar el cuerpo del Cristo yacente, rodeado de cientos de manos extendidas. Una imagen que habla de fe, legado y esperanza transmitida de generación en generación.
Con la mirada fresca y sensible de quien está empezando su camino, Matías supo encontrar lo esencial, la fe que persiste, se renueva y se transmite, incluso en los gestos más pequeños.
Mariana Díaz (23), es la cuarta mujer reportera gráfica en la historia del Diario La Nación en sus 29 años de creación. Ella proviene de Mariano Roque Alonso y es estudiante de Ciencias de la Comunicación. Su visión de esta Semana Santa está puesta en los niños y las familias como el corazón vivo de la fe.
Entre sus capturas más conmovedoras está la imagen de una niña junto a su padre, adorando la figura de Jesús coronado de espinas en la parroquia Santísimo Sacramento de la Recoleta. Para Mariana, esta escena simboliza la unión familiar forjada a través de la creencia y la transmisión de valores que atraviesan generaciones.
También capturó uno de los momentos más intensos de la liturgia: la adoración de los fieles a la Santa Cruz en la Catedral de Asunción, un gesto que resume la profundidad de la devoción popular.
Su lente encontró además escenas de inocencia y asombro en una niña arrodillada junto a los sacerdotes al inicio de la misa, en la Catedral, retrata la pureza con la que los más pequeños se acercan a la fe. Y en otra toma, un niño que mira maravillado su entorno antes de comenzar la celebración, recordándonos la capacidad de asombro que a menudo los adultos perdemos.
En la iglesia de Trinidad, Mariana capturó la imagen serena de un niño rezando profundamente durante la misa, una señal viva de que las tradiciones, lejos de apagarse, siguen latiendo en las nuevas generaciones.
Jorge Jara (32), es conocido entre sus compañeros como el fotógrafo de las tomas aéreas y de lo abstracto. Sereno, observador, tiene un don especial para captar la esencia de las personas. Esta Semana Santa, su misión fue llegar hasta Tañarandy, ese rincón de fe profunda donde el arte, la devoción y la tradición se funden cada año en un espectáculo de luz y esperanza. Pero esta vez, la emoción tenía un matiz distinto: era la primera celebración tras el fallecimiento de su creador, Koki Ruiz, y el sentimiento se vivía a flor de piel.
Entre las imágenes que Jorge capturó, una en particular llamó la atención de todos, la de una mujer de avanzada edad, en silla de ruedas, rezando con una fe inmensa, como si desde su fragilidad física se elevara aún más su fortaleza espiritual.
Otra de sus postales retrata la peregrinación hacia la barraca de Tañarandy, buscando una perspectiva donde el cielo mismo fuera parte del cuadro. La multitud caminando bajo ese firmamento inmenso, en comunión total, transmitía la sensación de que la fe une tanto la tierra como el cielo.
Finalmente, su mirada se detuvo en la llegada de la Virgen Dolorosa al punto final del recorrido, rodeada de una multitud emocionada que aplaudía no solo la belleza del momento, sino también el legado imborrable de Koki Ruiz. Cada rostro, cada vela, cada paso en ese sendero iluminado parecía decir “seguimos caminando juntos, Koki”.
Con su estilo sencillo, pero profundamente humano, Jorge Jara nos invita a ver más allá de lo evidente y a sentir el alma de un pueblo que honra su fe incluso en el dolor.
Esta Semana Santa celebramos detrás de cada lente, esta forma de vida que elegimos, de comunicar con pasión y con el corazón puesto en cada disparo de cámara y cada latido del teclado.
Porque en FOCO creemos que el verdadero desarrollo también pasa por humanizar, por sentir y por no perder nunca de vista las historias que realmente importan. Estamos a poco menos de un mes de celebrar 18 años de historias, pasión y trabajo en equipo. #CuentaRegresivaFOCO18años
Última semana de muestra fotográfica sobre la democracia
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Hasta el viernes 14 de febrero se encuentra abierta la exposición fotográfica “Tachar el olvido”, realizada para recordar los 36 años de democracia, en el Museo de la Justicia, Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos de la Corte Suprema de Justicia. Se ubica en la Planta Baja del Palacio de Justicia de Asunción (Alonso y Testanova), en horario de 9:00 a 13:00, con acceso libre y gratuito.
El Museo de la Justicia expone imágenes inéditas de la dictadura militar stronista, que datan de los años 1986 y 1987, registradas por el artista Osvaldo Salerno, en ellas se pueden observar escritos con denuncias y demandas contra el régimen del general Alfredo Stroessner (1912-2006), en aquel entonces fueron censuradas mediante tachaduras y borrones, por considerarse subversivas al gobierno.
Salerno explicó que, en los registros fotográficos, “los ciudadanos de aquella época escribían reclamos y que finalmente eran censurados con pintatas que trataban de ocultar el mensaje”, indicó. Agregó además que capturó las imágenes en agosto de 1987 y las procesó recién en el 2024 para exposiciones hechas, tanto en nuestro país, como en Argentina y Francia, en conmemoración por el Día Nacional de la Democracia en Paraguay, establecido por la ley n.° 6654/2020.
Adaptó las imágenes para colocarlas en las vitrinas del Museo de la Justicia, a modo de que la ciudadanía, al visitar el lugar histórico, puedan visualizarlas. Las mismas fueron trabajadas en blanco y negro, como si fueran carteles callejeros, sentenció. “Eso me motivó y me pareció interesante para que investigadores de museos se pusieran a indagar sobre los jóvenes que pintaron las murallas y se encontraron con documentos que también están siendo expuestos”, acotó.
El Museo del Barro reabrirá el 11 de febrero con dos exposiciones
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El Centro de Artes Visuales/Museo del Barro se encuentra cerrado desde el 5 de enero y reabrirá el próximo 11 de febrero con dos exposiciones colectivas: “Foto Movida. Colección Mendonca: imágenes editadas”, con curaduría y expografía de Ticio Escobar y Osvaldo Salerno; y “Migliorisi y Los últimos días de Pompeya”, con curaduría de Damián Cabrera y Osvaldo Salerno. Ambas exposiciones podrán ser visitadas hasta abril, de martes a sábados de 14:00 a 20:00. El costo de las entradas es de 50.000 guaraníes de martes a jueves, y gratuito los días viernes y sábados.
“Foto Movida” exhibe más de cien fotografías de casi sesenta autores históricos y contemporáneos del Paraguay o relacionados con el Paraguay. Las fotografías pertenecen a la Colección Mendonca, un importante acervo de arte integrado por piezas correspondientes a diversos medios de expresión visual.
“El lote fotográfico de esta colección rebasa de manera amplia las posibilidades de ser expuesto en su totalidad; por ello, la curaduría de la muestra ha seleccionado las obras no solo atendiendo valores estético-expresivos y conceptuales, sino tratando de cubrir un espectro amplio de producción que incluye diferentes técnicas, propuestas y generaciones”, comentó Ticio Escobar en una nota de prensa.
Tras la pausa de un mes, el espacio cultural volverá con las muestras ya abiertas el año pasado, que seguirán hasta abril. Foto: Gentileza
La otra exposición colectiva es una invitación de la Fundación De la Sobera, en la Sala Olga Blinder del museo. La misma parte de una obsesión de Ricardo Migliorisi con la ciudad de Pompeya, que quedó enterrada bajo ceniza volcánica tras la erupción del Vesubio en el año 79 después de Cristo. Se trata de imágenes producidas por diferentes artistas y objetos con los que el artista había convivido y que, a su vez, estaban marcados por un imaginario próximo al horizonte estético pompeyano.
La curaduría de la exposición opera una reconstrucción libre del imaginario de Ricardo Migliorisi a partir de la articulación entre su serie pictórica Los últimos días de Pompeya, obras de artistas cuyas piezas dialogan con motivos romanos, fuego, cenizas o el dramatismo o los excesos atribuidos a la población pompeyana, así como mobiliario y objetos. La exposición cuenta con un material audiovisual de Ricardo Migliorisi, realizado por Juan Carlos Maneglia, recientemente restaurado gracias a gestiones del cineasta. El audiovisual fue donado a la colección de la Fundación Migliorisi.