Aaron Sorkin, el laureado guionista de “Red social”, trabaja en otra película sobre Facebook que tratará el rol de la compañía en la toma del Capitolio, sede del Congreso estadounidense, por una multitud de partidarios de Donald Trump, el 6 de enero de 2021. Sorkin, quien abordó la creación y los primeros años de Facebook en la película “Red social” (2010), dijo que la plataforma juega desde entonces un amplio papel en la nítida polarización política de Estados Unidos.
“Escribiré sobre esto. Culpo a Facebook por el 6 de enero”, dijo Sorkin, ganador del Oscar en 2011 por guión adaptado para “Red Social” (“The social network”).Sorkin, también responsable de guiones de la serie de televisión “The west wing” y la película “El juicio de los 7 de Chicago”, dio la noticia durante la grabación en vivo del podcast “The town” esta semana.
El guionista acusó a Mark Zuckerberg, cofundador y jefe ejecutivo de la gigante de redes sociales Meta (matriz de Facebook y dueña también de Instagram y WhatsApp), de priorizar el crecimiento a cuesta de la integridad, a pesar de su ya gigante patrimonio financiero.”Facebook, entre otras cosas, ha estado ajustando su algoritmo para promover el material más divisivo posible porque eso es lo que aumentará la interacción. Eso es lo que te lleva a lo que ellos llaman internamente en los pasillos de Facebook el ‘desplazamiento infinito’”, dijo.
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Fallece el guionista de “Sin lugar para los débiles”
El escritor estadounidense Cormac McCarthy, que alcanzó el éxito a una edad avanzada gracias a novelas como “Todos los hermosos caballos” (1992), “No Country for Old Men” (2005) o “La carretera” (2006), falleció este martes pasado a los 89 años por causas naturales, anunció su editor.
Cronista del oscuro y cruel Lejano Oeste, McCarthy, autor de novelas adaptadas por Hollywood, como “Sin lugar para los débiles” (No Country for Old Men, 2007), de los hermanos Coen, o “La carretera” (The Road, 2009), protagonizada por Viggo Mortensen, y que ganó un premio Pulitzer, murió en su casa de Santa Fe, en el estado de Nuevo México, según un comunicado de la editorial Penguin Ramdom House.
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“Su muerte ha sido confirmada por su hijo, John McCarthy”, dijo. Nacido como Charles McCarthy el 20 de julio de 1933 en Providence, Rhode Island (noreste), este autor de 12 novelas “fue uno de los escritores más renombrados e influyentes del planeta”, señaló Penguin Random House.
McCarthy cosechó varios premios de prestigio en Estados Unidos, incluido un Pulitzer por “La carretera” (2006), que narra las andanzas de un padre y un hijo en un país asolado por un cataclismo de origen desconocido. “Cormac McCarthy cambió el curso de la literatura”, dijo el director ejecutivo de Penguin Random House, Nihar Malaviya, en el comunicado.
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Si bien el novelista encontró el éxito tarde en su vida, “millones de lectores de todo el mundo han abrazado sus personajes, sus temas míticos y las emociones íntimas y genuinas que dejó en cada página en novelas brillantes que seguirán siendo tanto actuales como atemporales para las generaciones venideras”, escribió su editor.
El primero en reaccionar, el autor Stephen King, se inclinó en Twitter ante “quizás el mejor novelista estadounidense de (su) tiempo”. Y el músico de rock Jason Isbell también se preguntó en Twitter “¿cuántos de nosotros fuimos influenciados” por McCarthy? Un número inconmensurable”. Recluso y desprendido de las limitaciones materiales -vivió durante mucho tiempo en moteles de mala muerte-, McCarthy concedió solo un puñado de entrevistas a los medios.
Fuente: AFP.
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Algoritmos, IA, Chat GPT, educación de calidad y derechos humanos: esa es la cuestión
Ricardo Rivas, periodista Twitter: @RtrivasRivas
La educación de calidad es el camino. No solo para comprender y comprehender la IA o los algoritmos, sino para preservarnos como sujetos de derecho. Las advertencias no son pocas.
Ernesto Fernández Polcuch sostiene que “es necesario conducir la evolución de la IA (inteligencia artificial) hacia un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás” y advierte que “sin una perspectiva ética, los acelerados cambios tecnológicos que vivimos pueden terminar ampliando las desigualdades económicas, sociales y culturales”.
Diplomático, científico especializado en ciencia, tecnología e innovación (CTI), Ernesto enumera que la IA, en la vida cotidiana, posibilitaría “esperar menos por el transporte público, permitir el acceso a atención en salud a personas que están lejos de centros urbanos, identificar estrategias para adaptarnos mejor al cambio climático, enfrentar de mejor manera las sequías, incrementar la producción de alimentos más sanos, diseñar edificios que sean más eficientes en (el uso de la) energía” y destaca de esa reseña que “son solo algunos de los beneficios que la inteligencia artificial podría generar o ya está generando en nuestras vidas cotidianas”.
Por su parte, cuando promediaba la semana que pasó, el doctor Ricardo Pérez Manrique, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), coincidió con Fernández Polcuch y apuntó que en cuestiones de IA “como en todos los campos de la vida humana, si no se gestiona a favor de la humanidad puede conducir a resultados injustos”.
Pérez Manrique –en el inicio de una serie de webinarios de alcance global dirigidos a operadores de justicia– exhortó a las personas que se integran en ese colectivo profesional a “interrogarse respecto de por qué ciertas personas han sido catalogadas como más propensas a cometer delitos solo porque algoritmos de inteligencia artificial tienen sesgos en torno de afrodescendientes o de personas latinas”; a “preguntarse sobre las implicancias legales de los sistemas de reconocimiento facial que se alimentan de preconceptos estereotipados”; o, a plantearse –como interrogante social, además de jurídico– “quién regula los procesos de cibervigilancia”, por solo mencionar algunos de los interrogantes que emergen desde las administraciones de justicia a la hora de mensurar “el impacto de la inteligencia artificial en la administración de justicia”.
PREOCUPACIONES Y OCUPACIONES
Palabras claves: IA y algoritmos. Ambas son parte de las preocupaciones y ocupaciones de dos expertos notables que, desde sus actuales prácticas profesionales, proyectan de cara a un mañana que está a la vuelta de la esquina. ¿Y por qué debieran las reflexiones precedentes preocuparnos? Entre otras cuestiones porque una buena parte de nuestras vidas y de la gestión de nuestras actividades cotidianas –sociales o no– se enredan desde los dispositivos móviles que operamos. ¡No es el algoritmo, ni tampoco la IA lo que debe preocuparnos! De ninguna manera. Un algoritmo, vale saberlo, es un “conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”. Su nombre deviene de uno de los más grandes matemáticos de la historia universal: Abu Abdallah Muhammad ibn Mūsā al-Jwārizmī, quien vivió –entre Persia oriental y Bagdad– unos 80 años entre el 780 y el 850 y a quien, en español, se lo menciona como Al-Juarismi.
El algoritmo no piensa per se. Un humano con inteligencia natural le aporta ese “conjunto de datos ordenado y finito de operaciones” ya mencionados para “hallar la solución de un problema” que es de él o de quien contrata sus servicios para hacerlo.
Por allí están mis pensamientos en esta fría noche de viernes mientras observo con atención los leños crepitantes desde la vieja mecedora. Un Gran Enemigo de 2010 en el copón acompaña la reflexión desde el momento del destape cuando lo dejé oxigenarse en el decantador. Criado en vasija de roble, después de un año y medio de espera, las uvas Petit Verdot, Cabernet Franc, Malbec y Cabernet Sauvignon se potencian. Observarlo a través de la superficie vítrea de la copa contra el fuego potencia su intenso color granate. Unas pocas chispas buscan ganar altura sin éxito. Quedan atrapadas en el chispero. Desde el celu las tiendas me ofrecen bajar la aplicación del Chat GPT. La oferta está asociada con IA.
Sin embargo, la sigla en inglés GPT es suficientemente clara. Generative Pre-trained Transformer. En español, transformador preentrenado generativo. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define inteligencia: “Capacidad de entender o comprender”; “conocimiento, comprensión, acto de entender”. Aplica a la humanidad. A la IA la define como “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”. Debe ser creada por humanas y humanos. Entre ellos y ellas, el entrenador o entrenadora que preentrena al GPT para genere respuestas que, en no pocos casos, recolecta de los motores de búsqueda que utilizamos desde muchos años.
¿NUEVO HITO?
La inteligencia artificial (IA) no es algo nuevo. Es parte del desarrollo tecnológico. ¿Un nuevo hito? No tengo respuesta. Tampoco la imagino. Sí sé que el 23 de noviembre de 2021, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconoció formalmente “que el desarrollo de las tecnologías de la IA requiere un incremento proporcional de la educación en materia de datos y de la alfabetización mediática e informacional, así como el acceso a fuentes de información independientes, pluralistas y fidedignas, en particular en el marco de los esfuerzos destinados a atenuar los riesgos de información errónea, desinformación y discurso de odio, así como los daños causados por el uso indebido de los datos personales”.
Y que, en ese contexto, puntualizó –entre varias cuestiones relevantes– “que el marco normativo para (el desarrollo y la aplicación de) las tecnologías de la IA y sus implicaciones sociales se fundamenta en los marcos jurídicos internacionales y nacionales, los derechos humanos y las libertades fundamentales (y), la ética” porque “los valores y principios éticos pueden ayudar a elaborar y aplicar medidas de política y normas jurídicas basadas en los derechos, proporcionando orientación con miras al rápido desarrollo tecnológico”.
Eran tiempos difíciles aquellos. Angustias, ansiedades, penas, muertes, múltiples desconocimientos ante una pandemia de Sars-CoV-2 para la que no había vacunas eficientes, pero –es preciso destacarlo– también se percibía una creciente esperanza global para alcanzar soluciones posibles. Diecinueve meses antes de que la Unesco formulara las recomendaciones comentadas, en el orden regional la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), el 9 de abril de 2020 –que claramente detectó en los primeros días de la emergencia la incidencia de múltiples vocaciones autoritarias que apuntaban a un excesivo control social–, emitió una declaración en su condición de “órgano (responsable de la) protección de los derechos humanos, consciente de los problemas y desafíos extraordinarios que los Estados americanos, la sociedad en su conjunto, y cada persona y familia están afrontando como consecuencia de la pandemia global”.
Con el paso del tiempo supe que las y los integrantes del máximo tribunal de justicia regional contaban con información segura y fehaciente de que algunos gobiernos aplicaban –justificándose para ello con la emergencia sanitaria– tecnología IA para operaciones de control social. De hecho, horas antes, en la tarde del 7 de abril de aquel año, la entonces ministra de Seguridad argentina, la antropóloga Sabina Frederic, informó ante una comisión parlamentaria que las fuerzas de seguridad, de las que tenía la conducción política, hacían “ciberpatrullaje en las redes sociales para detectar el humor social”.
Inmediatamente, procuró explicar que aquella operación “no es ciberespionaje” y detalló que se trataba de “un rastreo por lo que es público en las redes”. Ante situaciones como las que la funcionaria argentina admitió, la CorteIDH con diligencia recordó a los gobiernos de las Américas que “abordar y contener esta situación que concierne a la vida y salud pública se efectúe en el marco del Estado de derecho, con el pleno respeto a los instrumentos interamericanos de protección de los derechos humanos”.
Ante la grave situación verificada y en procura de que no se extendiera, con espíritu preventivo en el mismo documento la CorteIDH sostuvo que “deben disponerse las medidas adecuadas para que el uso de tecnología de vigilancia para monitorear y rastrear la propagación del coronavirus sea limitado y proporcional a las necesidades sanitarias y no implique una injerencia desmedida y lesiva para la privacidad, la protección de datos personales, y a la observancia del principio general de no discriminación”.
ALERTA
Para que no quedaran dudas, precisó que “resulta pertinente poner en alerta a los órganos o dependencias competentes para combatir la xenofobia, el racismo y cualquier otra forma de discriminación para que extremen el cuidado a efectos de que, durante la pandemia, nadie promueva brotes de esta naturaleza (no solo de vigilancia con IA, sino) con noticias falsas o incitaciones a la violencia”. Bienvenidos los desarrollos tecnológicos. Pero es preciso que los compromisos que asumen los gobiernos de los Estados se cumplan.
La “Recomendación ética de la inteligencia artificial” de la Unesco en 2021 fue aprobada por los 193 Estados parte que se comprometieron a “un incremento proporcional de la educación en materia de datos y de la alfabetización mediática e informacional” porque en aquel cónclave entendieron “que el desarrollo de las tecnologías de la IA (lo) requiere”.
En la misma línea, cinco años antes, cuando en setiembre de 2015, en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, se lanzó la Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), en el ODS 4 aceptaron el desafío de avanzar en una “educación de calidad” para todos y todas con el propósito de “garantizar una educación inclusiva, equitativa y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida”.
Ese es el desafío ético para diseñar y desarrollar políticas públicas con perspectiva de derechos humanos. Para saber que, definitivamente, la vida en los Estados democráticos de derecho va más allá de los algoritmos. Hay que saberlo y asumirlo. La educación de calidad es el camino. No solo para comprender y comprehender la IA o los algoritmos, sino para preservarnos como sujetos de derecho. Las advertencias no son pocas.
Shoshana Zuboff, académica en la Universidad de Harvard, en una obra imperdible –”La era del capitalismo de la vigilancia”– recuerda que “el científico computacional Mark Weiser en su trascendental artículo de 1991 ‘The computer for the 21st century’ (El ordenador del siglo XXI)” presenta en sociedad “lo que él bautizó como computación ubicua con dos frases legendarias: ‘Las tecnologías que calan más hondo son las que se pierden de vista; su imbricación en la vida diaria es tan íntima que terminan por pasar inadvertidas. [...] Las máquinas que consigan ajustarse al entorno humano en lugar de obligar a las personas a entrar en el mundo de la computación harán que su uso resulte tan agradable como un paseo por el bosque’”. ¿Se entiende de qué se trata?
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La primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, es una de las 100 figuras más influyentes de su país
Olena Zelenska, de 44 años, nació el 6 de febrero de 1978 en la ciudad de Kryvyi Rih y es esposa del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, por lo que había llegado al cargo de primera dama tras la asunción de su marido como primer mandatario de su país.
En el pasado, Zelenska se desempeñaba como guionista y productora de Studio Kvartal 95, siendo una de sus fundadoras. Esto a pesar de haberse titulado en la universidad como profesional de arquitectura, lugar donde se habían conocido con su esposo, según reportes publicados por prestigiosos medios internacionales.
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En el 2003, luego de permanecer juntos en una relación de noviazgo durante ocho años, Olena y Volodymyr decidieron casarse; y como fruto de su amor, en el 2004 dieron a luz a su primera, hija llamada Sasha; mientras que en el 2013 llegó su hijo Cyril.
En este contexto cabe destacar que la primera dama ucraniana es reconocida por estar siempre tras las cámaras, manteniendo un perfil bajo; sin embargo, se encuentra en la selecta nómina de las 100 figuras más influyentes de su país; además de contar con más de dos millones y medio de seguidores en su cuenta de Instagram.
Desde que asumió su puesto se ha enfocado en apoyar y trabajar en actividades con causas sociales y humanitarias, pero con el estallido del coronavirus llevó a cabo un redireccionamiento en sus labores en pro de la nutrición y educación infantil, la igualdad de género, contra la violencia doméstica, entre muchos otros, teniendo en cuenta la urgencia de dichos temas como resultado de la pandemia.
Al mismo tiempo, ha respaldado al equipo paralímpico de Ucrania así como también se ha dedicado a fomentar la cultura ucraniana tanto dentro y fuera de su país a través de las artes y la historia. Para finalizar esta breve reseña y como una de las protagonistas de la guerra liberada entre Rusia y Ucrania, se resalta que desde su refugio Olena aprovechó su gran destaque en las redes sociales para enviar un mensaje a todo el mundo diciendo:
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“Hoy no tendré miedo ni lágrimas. Estaré tranquila y confiada. Mis hijos me están mirando. Estaré junto a ellos. Y al lado de mi marido. Y con ustedes”. Igualmente compartió otra publicación en la que señala: “Las primeras damas me preguntan estos días cómo pueden ayudar a Ucrania. Mi respuesta es: ¡dile la verdad al mundo!”, según el portal de la BBC.
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Mujer destacada: Paz Encina, una de las realizadoras que abrieron las puertas del cine
La mujer destacada de esta edición es ganadora de varios premios internacionales y cuenta también con decenas de nominaciones en diferentes festivales en todo el mundo. Se describe muy amiguera y encantada por la lectura y la pintura. Llevó la bandera paraguaya en alto con su primer largometraje, “Hamaca paraguaya” (2006).
Se trata de la cineasta Paz Encina, quien confiesa que su vocación del cine viene de la música. “Esa es siempre mi sensación. Yo estudié guitarra clásica desde muy pequeña, desde que tenía 4 años. Siempre pensé que me iba a dedicar a la música, pero finalmente terminé en el cine”, contó a La Nación.
“Estudié 5 años en la Universidad de Cine de Buenos Aires y terminé con la licenciatura en dirección cinematográfica. Creo que a todos los que hacemos cine, lo que más nos gusta o lo que más disfrutamos es tratar de vivir de lo que hacemos, cosa que siempre es un gran desafío”, comentó la realizadora, quien en junio de 2020 fue invitada a ser miembro de la Academy of Motion Pictures, Arts and Science; es decir, la Academia de Hollywood que entrega los famosos premios Óscar.
Paz mencionó que terminó la universidad y arrancó con la docencia. “Siempre fue como un estadio muy generoso para mí, en relación a lo que puedo dar y lo que puedo recibir como docente. Empiezo mi carrera como docente y después estaba terminando mi tesis, cuando comienzo con ‘Hamaca...’, que en realidad comienzo por consejo de un maestro que hasta ahora sigue siendo mi maestro, Jorge La Ferla. Me dijo que escriba un largometraje a partir del corto y que él me iba a ir corrigiendo. Era como un ejercicio el largo, como para no perder, yo no pensaba que iba a poder filmar”, relató.
Ella pensaba que iba a volver a Paraguay y que iba a vivir de la docencia. “Estaba como un poco perdida, no entendía muy bien qué iba a pasar conmigo. Arranco el largo de ‘Hamaca...’ haciendo un ejercicio, como para no perder el oficio de escribir. Mucho menos me imaginaba el impacto que iba a tener. Una vez que escribí el guión me fui a un taller de guiones y ahí es como que empecé a tener productor. Yo lo que quería era filmar la película. El hecho de ir al Festival de Cannes me pareció impensable a mí”, confesó.
El cortometraje “Hamaca paraguaya” (2000) se expandió con la coproducción de Argentina, Francia y Holanda; y el relato, completamente en guaraní, sobre una pareja de ancianos que espera que su hijo vuelva del frente en plena Guerra del Chaco, en 1935; se convirtió en la primera película filmada en Paraguay que compitió en Cannes, a través de la sección Una cierta mirada, donde obtuvo el premio Fipresci de la crítica internacional. Tras una serie de cortometrajes, Paz Encina presentó su segunda película en 2016, “Ejercicios de memoria”, que indaga la historia del político paraguayo Agustín Goiburú, que fue secuestrado en 1977 por el operativo Cóndor de las dictaduras de la región.
Desafíos de la mujer en el cine
Para la cineasta, el rol de la mujer en el cine nacional fue fundamental. “Creo que las mujeres fuimos las que abrimos mucho las puertas del cine honestamente. Está Gabriela Sabaté como productora; Tana Schémbori, que fue directora de ‘7 cajas’; me tocó a mí con ‘Hamaca paraguaya’; estuvo Renate Costa, que ya falleció, pero hizo ‘Cuchillo de palo’. Creo que las mujeres tuvimos como un papel muy grande en el cine y que eso hizo que nos posicionemos muy rápidamente y fuertemente”, destacó.
Al ser consultada acerca de la cantidad de trabajos realizados, dijo que no tiene contabilizados. “Me preguntan mucho cuántos planos tiene ‘Hamaca...’, no sé. Cuántos premios ganaste, no sé. Termino una cosa y quiero ir a la otra, inmediatamente a lo que viene, por eso creo que no contabilizo. Si los materiales fueran hijos, sería muy mala madre”, expresó entre risas.
Instalaciones de arte
Señaló que lee mucho y que le gusta leer poesía. “Sobre todo soy muy amiguera. Me gusta mucho ir a la casa de mis amigos y estar con ellos, compartir una merienda o una cena. También me gusta mucho la pintura. Cada vez que estoy en otro país y que el cine me da mucho la posibilidad de andar viajando, ir al museo para mí siempre es como una magia”, sostuvo.
Agregó que le gusta mucho hacer instalaciones. “Tuve la posibilidad de hacer instalaciones sonoras y una última que se llamó el aroma del viento. Un trabajo que disfruté mucho haciéndolo”, resaltó.
Eami (Monte y mundo)
Finalmente, Paz indicó que está terminando su cuarto largometraje que se llama “Eami”, que es una película en la que trabajó con la comunidad Ayoreo Totobiegosode, en el Chaco paraguayo.
“Estoy terminando y estrenando el año que viene. Eami es una palabra que en ayoreo significa monte y mundo. Es una película que hice con la comunidad Ayoreo Totobiegosode que quiero poder terminar y estrenar el año que viene, esa es mi idea”, puntualizó.