JIMMI PERALTA

Las artes escénicas en Paraguay están representadas por aquellos y aquellas que resistieron al abrazo constante de la ingratitud y se supieron nutrir de esa conexión que tienen los cuerpos flotando sobre las tablas, a penas anclados por los ojos del público. El colectivo de trabajo es para actores y bailarines esa tribu que sostiene tantas quijotadas, que permite contar tantas historias contadas, y que recoge aplausos como semillas de poder.

Jorge Báez es un importante representante de las artes escénicas del país, y este año cumple 40 años de trayectoria.

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Teatro, ballet, televisión y cine, además de la docencia. Sus desde “Miss Ameriguá” (1993) hasta el Premio Edda al Mejor actor Protagónico (2022). Su trabajo como actor y director de teatro se hace presente cada año en la cartelera local, y el próximo mes estrenará “Historia de un jabalí”. Jorge habló con La Nación sobre su trayectoria y su experiencia.

- Cuarenta años en las artes escénicas. Cuando mirás en retrospectiva ¿qué acontecimientos, obras o desafíos te parecen para vos el motor de esta celebración?

- Lo primero que sin pensar me aparece en esta pregunta es la necesidad de darle escena a una cuestión que a veces puede ser personal (y cuando sucede es hermoso) o ajeno y a eso se lo mira con una amorosa curiosidad. Cada libro, cada cuento, cada personita al cual darle una circunstancia posible es como volver al punto cero y empezar de vuelta un recorrido. Y cada recorrido tuvo su acontecimiento, su obra o su desafío, y ahí podría citar varios de esos aspectos. Pero si elijo un motor a modo de celebración es esa necesidad de dar escena, que finalmente es un factor ineludible de todo ser humano... hacer escena.

- En estas cuatro décadas, ¿cuál fue el mayor cambió en vos como artista, sea técnica o sensitiva/estéticamente?

- Hubo, hay y espero que siga apareciendo muchas influencias, nuevas miradas que revisionaron a la anterior, y uno mismo, que va avanzando y permitiéndose modificarse y contradecirse aprendiendo del anterior. Hay algo inexorable por otro lado en este oficio que tiene que ver con la empatía, con la realidad de crear con el otro, así sea una persona o un colectivo o un concepto. El teatro invita a una convivencia colectiva, y eso implica cambios y adaptación, y eso siempre viene con aprendizaje.

La narrativa y el lenguaje son elementos que Jorge resalta dentro de sus intereses e inclinaciones

- ¿Cómo arrancaste en escena y cuál fue tu primer sueño?

- A los16 años de edad. Colegio de nivel secundario, taller de teatro del colegio, con pocas certezas y muchas preguntas a la oportunidad de pertenecer a un colectivo profesional donde nada era conocido. Y conocer ese espacio donde la expresión estaba permitida. Y ¿cuál fue mi primer sueño? Poder generar en los demás, lo que a mí me generaba esas personas que veía en escena.

- Alguna vez estuviste cerca del arrepentimiento al elegir esta inclinación artística?

- Nunca, muy por el contrario de lo que hubiesen deseado mis padres. Pero el 2020, que fue un año donde inevitablemente tuvimos que parar de saltar de un desafío a otro próximo, me encontré, por única vez, con algo que nunca me detuve a ver: Había sido que este oficio que para mí fue siempre la única manera que tuve, podía ser descartable como prioridad. Y me paralicé un ratito importante.

- Cuando te pensás, ¿te concebís como bailarín, actor, director o dramaturgo?

- Intérprete escénico. Y con eso ya tengo suficientes preocupaciones de las cuales ocuparme. La danza, la dirección e inclusive la docencia, o el acompañar a personas que se están formando en este oficio. Todas estas formas las transito desde mi interés por entender al oficio de una escena.

- ¿Qué elegís, TV, teatro o cine?

- Contar un cuento, desde el escenario que sirva.

- Para mí, tu trabajo es fino, es corporal y con desplazamiento escénico, y tal vez lo contrario exuberante, ¿vos cómo te definís en ese sentido?

- No sé. Me da pudor responder. Es un halago que percibas eso, pero mi cocina la tengo siempre desordenada.

- ¿En estos años qué temas o formas sentís que te marcaron o fueron recurrentes en tu trabajo?

- El interés por el lenguaje, me gusta obsesionarme con eso.

- ¿Si pudieses poner dos fichas en lo más urgente que necesita la escena local, en qué la pondrías?

- Debería poner una ficha en apoyo, pero no creo que el arte sea un espacio de beneficencia. Debería poner otra ficha en la jerarquización del oficio, pero cada persona hace lo que puede y como cree, supongo. No puedo responder de manera general. Me parece que cada colectivo y proyecto tiene sus desafíos y sus inconvenientes, que los hay. Pero me parece que no viene mal pensar en cual es el teatro que el público necesita ver.

Multifacético y sensible, dos características adjudicables al trabajo de Báez

- ¿Cómo planeás celebrar tus 40 años en las artes escénicas?

- Además de compartir una buena botella de vino con quien quiera celebrar estamos trabajando para el estreno de “Historia de un jabalí”, de Gabriel Calderon (Uruguay), el primer unipersonal que encaro y acompañado por un equipo que contiene la apuesta. El estreno está previsto para septiembre. Cuenta con el apoyo de los Fondos Culturales de la Municipalidad de Asunción. No tiene la intención de celebrar la trayectoria, sino de plantear un desafío que viene siendo masticado desde el 2019 y se está concretando felizmente en este periodo. Pero es un texto soñado y deseado y digno de celebrar algo con él. Además, quiero creer que las trayectorias en este oficio hay que celebrarlas pensando en el próximo desafío y no en haber llegado. Eso sí, alguna botella de vino se va descorchar.

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