Atyguasu: adjudican G. 550 millones a festivales tradicionales y emergentes
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La convocatoria “Fondos para la Cultura, el Turismo y la Artesanía 2024″, edición Atyguasu - Fiestas del Paraguay, seleccionó 15 proyectos, en que destacan reconocidos festivales tradicionales, así como otros emergentes, además de centros culturales, distribuidos en distintas ciudades del país, entre los cuales se destinará un fondo estatal de G. 550 millones.
En la categoría Festivales y Eventos Culturales de Impacto Nacional fueron elegidos 6 proyectos, que recibirán G. 50.000.000 cada uno, totalizando G. 300.000.000. Aparecen el Festival del Poncho Para’i de Piribebuy (Cordillera), para potenciar la promoción del tejido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; así como el Festival Nacional del Chipá en Coronel Bogado (Itapúa), que celebra 35 años.
Otros beneficiarios son la Semana del Teatro 2024 (Asunción); la Fiesta Patronal Anual Yhú (Caaguazú) en homenaje a la Virgen del Rosario; el Festival del Tereré de Itakyry (Alto Paraná), que suma 27 ediciones; y el Festival artístico y cultural por el aniversario de la ciudad de Pilar (Ñeembucú).
En la lista de “Festivales Emergentes” aparecen 5 proyectos que recibirán G. 10.000.000 cada uno, siendo el monto global de G. 50.000.000. Se encuentra el fortalecimiento de Arete Guasu, fiesta tradicional guaraní de Filadelfia (Boquerón); también Tesoros del Paraguay: Aty Guasu de Artesanos, Feria de Artesanías y Tembi’u Ñande Mba’e, de Yayayty (Guairá). Completan Soco Fest, en Asunción; FolklorEste, en Presidente Franco (Alto Paraná); y Expo Kambuchi Rape, en Tobatí (Cordillera).
El excine y almacén Cañisá Hermanos fue seleccionado por el fondo. Foto: CMG/NM
Por último, 4 proyectos están incluidos en “Revitalización de Centros Históricos” que reparte G. 200.000.000, y adjudica a cada uno el monto de G. 50.000.000. Los elegidos son: San Antonio Ciudad de Guaranias (Central), Concepción Vive, Revitalización del Cine y Bar Cañisá, en Asunción, y Celebración de la festividad de la Virgen de Loreto, de Santa Rosa (Misiones).
Los Fondos para la Cultura, el Turismo y la Artesanía 2024, edición Atyguasu - Fiestas del Paraguay, son realizados por la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), en colaboración con la Oficina de la Primera Dama (OPD), el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec), la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (Dinapi), la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) y el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA).
“Nosotros entendemos que el valor de la cultura está en la gente, en esa gente que construye todos los días la identidad de sus pueblos en este país tan rico y multicultural que es nuestro querido Paraguay”, había expresado la ministra de Cultura, Adriana Ortiz, en el lanzamiento de esta edición. “Unimos fuerzas como gobierno del Paraguay para poder apoyar al sector de la cultura, artesanía y turismo en todo su esplendor. Con las instituciones vamos a trabajar de manera holística. La cultura es un derecho para todos los paraguayos y paraguayas y esta es la mejor manera, juntos”.
Festivales y Eventos Culturales de Impacto Nacional
- Fiesta Patronal Anual Yhú (Caaguazú) en homenaje a la Virgen del Rosario, a cargo de Celso Andrés Robertti Duarte.
- XXVII edición del Festival del Tereré en Itakyry (Alto Paraná), a cargo de Carla Casco de Soria.
- Semana del Teatro 2024 (Asunción), a cargo de Roberto Orlando Cardozo Cabrera.
- XXIII Festival del Poncho Para’i - Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en Piribebuy (Cordillera), a cargo de Enrique Wilfrido Zárate Salinas.
- Festival Nacional del Chipá 2024 - 35 años de arte, cultura y gastronomía, en Coronel Bogado (Itapúa), a cargo de Claudio Osmar Galeano López.
- Festival artístico y cultural por el aniversario de la ciudad de Pilar (Ñeembucú), a cargo de Lucas Jonathan de Jesús Bottino Rojas.
Festivales Emergentes
- Fortalecimiento de Arete Guasu, fiesta tradicional guaraní de Filadelfia (Boquerón), a cargo de Angelina Barriento.
- Tesoros del Paraguay: Aty Guasu de Artesanos, Feria de Artesanías y Tembi’u Ñande Mba’e, de Yayayty (Guairá), a cargo de Ida Cristina López de Goiris.
- Soco Fest, en Asunción, a cargo de Nicolás Manuel Martínez Gómez.
- FolklorEste, en Presidente Franco (Alto Paraná), a cargo de César Orlando Martínez González.
- Expo Kambuchi Rape, en Tobatí (Cordillera), a cargo de Carolina Noguera de Yegros.
Revitalización de Centros Históricos
- San Antonio Ciudad de Guaranias (Central), a cargo de Gloria Teresa Cusmanich Renaut.
- Concepción Vive, a cargo de María Estela Báez viuda de Roche.
- Revitalización del Cine y Bar Cañisá, en Asunción, a cargo de Marta Cañisá de Barros Barreto.
- Celebración de la festividad de la Virgen de Loreto, de Santa Rosa (Misiones), a cargo de César Rubén Sánchez Dejesús.
Ozzy Osbourne y Black Sabbath se despidieron de los escenarios
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Con una última interpretación de “Paranoid”, su mayor éxito, el mítico rockero inglés Ozzy Osbourne y su grupo Black Sabbath se despidieron el sábado pasado de los escenarios en un concierto en su Birmingham natal que rindió culto al heavy metal. “I love you (los amo)”, gritó con su voz todavía rechinante el carismático cantante a la entregada multitud en el estadio Villa Park, donde se rodeó de grandes estrellas del género.
A sus 76 años, el “Príncipe de las Tinieblas” sufre desde hace varios años la enfermedad de Parkinson. El cantante, que escribió su leyenda al morder la cabeza de un murciélago en pleno concierto, cantó en su despedida sentado, prisionero de sus temblores, en un trono satánico confeccionado para el padrino del heavy metal.
Fue un adiós crudo y emotivo, acompañado de sus compañeros de Black Sabbath y de decenas de miles de seguidores del metal llegados del todo el mundo hasta el estadio del Aston Villa, convertido por una noche en una catedral pagana. “Podría ver nuestro apoyo y eso me hizo llorar”, explicó Lilly Chapman, una seguidora de 29 años, todavía emocionada de ver al rockero “mostrarse vulnerable ante miles de personas”.
El público de Villa Park observa los actos de apoyo durante el concierto “Back to The Beginning”. Foto: Andy Buchanan/AFP
“Una vez en la vida”
Hacía 20 años que Black Sabbath, pionero del heavy metal, no se reunía en su formación original de 1968 (Osbourne como cantante, Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Bill Ward en la batería).
Si eso no fuera suficiente, a ellos se sumaron otras bandas y músicos emblemáticos como Metallica, Guns N’ Roses, Pantera, Slayer, Tom Morello de Rage Against The Machine, Steven Tyler de Aerosmith o Ron Wood de los Rolling Stones.
Los espectadores, con camisetas de metal, espesas barbas y grandes tatuajes, acompañaban los himnos que conocían al dedillo sacudiendo la cabeza en un ambiente que poco tenía que envidiar al generado por los “villanos”, los seguidores del Aston Villa que suelen ocupar ese lugar.
“Esto solo ocurre una vez en la vida”, decía entusiasmado Rich Newlove, llegado del norte de Inglaterra. Ozzy “estaba en mejor forma y mejor estado de salud de lo que esperaba”, afirmó con una cerveza en la mano tras el concierto.
El sentimiento, sin embargo, es “agridulce” al haberlo podido ver por primera, pero también por última vez.
Algunos llegaron de muy lejos. “Va a ser el mayor concierto de metal de todos los tiempos”, expresó Jared Higginbotham, un estadounidense de 34 años que vino junto a su novia desde Texas.
A pesar de los elevados precios, las entradas para el espectáculo se agotaron en apenas 16 minutos. Los fondos obtenidos se destinarán a organizaciones benéficas como Cure Parkinson’s y el Hospital Infantil de Birmingham.
Henry Broderik, un barrendero de Cambridge de 22 años, se gastó 415 libras (560 dólares) por su entrada porque “era todo lo que quedaba”.
Es el precio a pagar para asistir a la despedida de Ozzy, un ícono conocido por sus fechorías, pero también por la emisión de un programa de telerrealidad de su familia en los años 2000, “The Osbournes”, que se convirtió en un gran éxito en MTV y lo conectó con nuevos públicos. Black Sabbath ha vendido más de 75 millones de álbumes en todo el mundo y es ampliamente reconocido como uno de los pioneros del heavy metal con grandes éxitos como “Paranoid”, “War pigs” o “Iron man”.
Atractivos de Itaipú recibieron a 330.000 visitantes en el primer semestre
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Ciudad del Este. Agencia Regional.
Los sitios de atracción que conforman el Complejo Turístico Itaipú (CTI), lado paraguayo, recibieron a 330.699 visitantes durante el primer semestre del año, provenientes de municipios locales y de distintos puntos del país y del extranjero. Esta cifra representa un aumento del 20,33 % en comparación con el 2024, en el período de enero a junio.
Dentro de esta cantidad, los lugares que tienen la casi totalidad de los visitantes registrados son los espacios de esparcimiento al que acuden los pobladores locales en su mayoría. Son el Parque Tacuru Pucu de Hernandarias, que registró 173.279 visitantes y el Parque Lineal Manuel Ortiz Guerrero, que recibió a 88.128 visitantes.
Entre los sitios propiamente turísticos, al que acuden personas de otros lugares del país y del exterior, los visitantes pudieron disfrutar del recorrido por la Central Hidroeléctrica, la iluminación monumental, el modelo reducido de la represa y la muestra temporal del Museo de Itaipú Tierra Guaraní, todos en Hernandarias, llegándose a 43.020 turistas.
Las cifras de visitantes en cada uno de los atractivos del Complejo Turístico de Itaipú. Foto: Gentileza
También incluye la Reserva Natural Tatí Yupí de Hernandarias y el Refugio Biológico Mbaracayú, de Saltos del Guairá, de Canindeyú. Los accesos a los sitios turísticos de la margen paraguaya son gratuitos. En la margen brasileña están a cargo de una empresa y las entradas tienen costos.
El incremento es creciente, ya que la cifra de más de 274.000 visitantes al complejo durante este mismo período en el 2024, también había representado un aumento del 13 % con relación al primer semestre del 2023.
Panamericanos Junior ASU 2025 generarán una fuerte inyección económica
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Asunción se prepara para recibir a cerca de 6.000 extranjeros durante los Juegos Panamericanos Junior ASU 2025, un evento que promete dinamizar la economía local y proyectar al país como un destino turístico de primer nivel, según manifestó la titular de la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur), Angie Duarte.
La cita deportiva, que se desarrollará del 9 al 23 de agosto, ya está generando un importante movimiento desde finales de junio. La ocupación hotelera rondará el 80 %, lo que evidencia el impacto positivo que el encuentro tendrá en servicios como la hotelería, la gastronomía y el transporte.
La ministra de Turismo destacó que estos números reflejan la magnitud del evento y su efecto directo sobre la economía. “La hotelería, la gastronomía, el transporte y otros servicios turísticos se verán directamente beneficiados”, expresó en entrevista con la agencia IP. También contó que ya se designaron los hoteles oficiales que albergarán a las delegaciones, cumpliendo con estándares internacionales de calidad.
Se estima que los juegos reunirán a 4.014 atletas, 762 jueces internacionales, 300 autoridades deportivas, más de 500 miembros de staff, 46 delegados técnicos y 300 participantes de la Asamblea Panam Sports, que se desarrollará en paralelo. Estos visitantes no solo generarán un importante movimiento económico, sino que contribuirán a posicionar a Paraguay como anfitrión de grandes encuentros deportivos en el plano internacional.
Oportunidad
Los Juegos Panamericanos Junior representan, además, una oportunidad clave para fortalecer la imagen del país como un destino preparado y confiable para el turismo de eventos, sostuvo Duarte. “La sinergia entre deporte y turismo se convierte en un motor que impulsa el desarrollo económico y proyecta la hospitalidad paraguaya ante los ojos del continente”, destacó.
La realización de los juegos es fruto de una planificación interinstitucional liderada por la Senatur, que trabaja bajo el Plan Estratégico de Turismo de Reuniones. Esta hoja de ruta apunta a consolidar al Paraguay como un destino competitivo en el segmento MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions), así como en el ámbito de los grandes eventos deportivos y sociales.
Se espera que Asunción viva dos semanas de intensa actividad que dejarán un legado económico y de posicionamiento internacional, confirmando los frutos de una política pública enfocada en el crecimiento sostenible del turismo nacional.
El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
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Jimmi Peralta
Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
Guillermo Acosta, profesor de ñandutí. Foto: Matías Amarilla
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia
Centurión (91) son dos hermanas tejedoras. Foto: Matías Amarilla
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
Felipa López (63)
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.