La película “Apenas el sol” fue presentada en el festival de Locarno. La proyección se realizó en la sala Fevi, dentro de la sección Panorama Suisse, ante unas 700 personas aproximadamente.
El evento fue un gran éxito y contó con la presencia de la embajadora de Paraguay en Suiza, Liliane Lebron; el productor Pascal Träechslin, de Cineworx Filmproduktion; y la directora y coproductora paraguaya Arami Ullón. Luego de la proyección se realizó un debate en el que participaron la directora, el programador Emilien Gür y la audiencia presente.
El Festival Internacional de Cine de Locarno, la cita que se realiza anualmente desde 1946, es uno de los festivales más antiguos de Europa, junto a los de Venecia (Italia, 1932), Karlory Vary (República Checa, 1946), Cannes (1947), Berlín (Alemania, 1951) y San Sebastian (España, 1953). Aunque no es conocido por el glamour de otros festivales de cine, es un festival de autor por excelencia, que premia la originalidad y la creatividad.
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En julio pasado, la obra de Ullón recibió en Turquía el prestigioso premio Fipresci, otorgado por la Federación Internacional de la Crítica Cinematográfica, en el marco del festival Istanbul Documentary Days - Documentarist, donde el filme competía con otras siete películas por dicho premio.
“Apenas el Sol” relata a Matero Sobode Chiqueno, quien en un intento por preservar su cultura en riesgo de desaparición y reconstruir la memoria de su hogar perdido, atraviesa el árido y desolado Chaco paraguayo grabando las historias, canciones y testimonios de otros ayoreos que, como él, fueron despojados de la selva, perdiendo su territorio ancestral, sus medios de subsistencia, sus creencias y su hogar.
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Arami Ullón recibe premio suizo para su cuarta película “Fuegas”
La directora paraguaya de cine Arami Ullón recibió el premio del Fondo Cultural de la Sociedad Suiza de Autores (SSA) que permitirá el desarrollo de su cuarto largometraje, que tiene por título provisional “Fuegas”. Además de desarrollar esta película, explorará la relación con nuestra sexualidad en la vejez, la cineasta trabaja también en su tercer filme, titulado “Llámame cuando sople el viento”, que se encuentra en etapa de producción y será filmado próximamente en Japón.
“Fuegas” fue uno de los cuatro proyectos ganadores de las Becas Documentales de esta sociedad de autores, que apoya proyectos de artes escénicas y del audiovisual a través de becas y premios, con el objetivo de fomentar la producción, representación pública y difusión de sus obras. El jurado internacional estuvo compuesto por reconocidos profesionales del cine europeo: Dominique de Rivaz (actriz y directora, Alemania - Suiza), Juliette Klinke (directora, Bélgica) y Frédéric Gonseth (director y productor, Suiza).
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En Suiza, la producción está a cargo de Britta Rindelaub y Alva Films (Ginebra), casa de amplio alcance internacional, con producciones seleccionadas en festivales de relevancia mundial como Berlinale, Sundance, Rotterdam y Tribeca; sus películas han sido distribuidas en más de 50 territorios. En Paraguay, Ivana Urízar lidera la producción de “Fuegas”. Urízar destaca por su trabajo en películas como “Las herederas” (2018) de Marcelo Martinessi y “Matar a un muerto” (2019) de Hugo Giménez. Actualmente, es también productora del documental “Bajo las banderas, el sol” de Juanjo Pereira, a estrenarse en 2025.
Arami Ullón, directora de cine paraguaya, residente en Suiza, ha ganado reconocimiento internacional en el ámbito cinematográfico por su capacidad para abordar temas sociales de manera profunda, proporcionando una mirada íntima a las luchas internas y externas de las personas y situaciones que retrata en sus películas “El tiempo nublado” (2014) y “Apenas el sol (2020), que representaron a Paraguay en los premios Óscar y Goya, obteniendo más de 20 galardones internacionales.
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Crítica: “1 hijo y 1 padre” (Locarno 2024)
Por David Sánchez. X: @tegustamuchoelc (*)
El cine colombiano sigue destacando en la escena internacional gracias a talentos emergentes como Andrés Ramírez Pulido. Tras el éxito rotundo de “La jauría” (2022), que fue galardonada en la Semana de la Crítica en Cannes, Ramírez Pulido regresa con un cortometraje que mantiene la misma sensibilidad visual y narrativa que lo caracteriza. “1 hijo y 1 padre”, que ha sido presentado en el prestigioso Festival de Locarno, es una obra contemplativa que explora la compleja relación entre un padre y su hijo en un contexto de opresión y desesperanza.
Desde el primer fotograma, el cortometraje sumerge al espectador en un ambiente estático, casi como si estuviera observando una fotografía en lugar de una película en movimiento. Esta cualidad visual, que recuerda a una serie de bodegones, se establece desde la escena inicial, donde los padres y sus hijos escuchan atentamente a un instructor que les sugiere una terapia peculiar. Sin embargo, esta composición inicial se transforma rápidamente en un duelo íntimo entre padre e hijo, dejando a un lado a los otros personajes para centrarse en la dinámica central de la historia.
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Es importante destacar la colaboración recurrente entre Ramírez Pulido y Jhojan Stiven Jiménez Arboleda, el protagonista aquí y en La Jauría. Esta asociación continúa en “1 hijo y 1 padre”, donde el mismo intérprete asume el rol del hijo, reforzando así la relación creativa y de confianza que se ha establecido entre director y actor. Esta continuidad no solo aporta coherencia al trabajo de Ramírez Pulido, sino que también genera expectativas sobre futuras colaboraciones en proyectos más ambiciosos, como el próximo largometraje que el director está desarrollando.
A nivel temático, el cortometraje aborda cuestiones profundas como la paternidad, la adolescencia y el bullying, elementos que ya habían sido explorados en La Jauría, pero que aquí se presentan con un matiz diferente, más cercano. No obstante, a pesar de este tono más ligero, la película no deja de ser una obra profundamente reflexiva y emocionalmente intensa. El tratamiento de estos temas se ve enriquecido por la dirección de Ramírez Pulido, quien se esfuerza por capturar la esencia de sus personajes a través de una mirada observacional y poética.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “La Mort viendra” (Locarno 2024)
Por David Sánchez. X: @tegustamuchoelc (*)
“La Mort viendra” se presenta en concurso como una de las apuestas más inusuales y fascinantes de la competencia del Festival de Locarno 2024. Dirigida por el alemán Christoph Hochhäusler, esta película nos sumerge en un submundo criminal que desafía tanto las normas del género como las expectativas del espectador, con un peculiar toque francés, más allá del idioma utilizado en la cinta
El filme inicia con Yann, un mensajero interpretado por Pitcho Womba Konga, quien es sorprendido por la policía mientras transporta grandes sumas de dinero ocultas en pinturas. Lo que parece ser el inicio de una trama típica de thriller pronto se desvía hacia un territorio mucho más extraño e inquietante. Yann es liberado bajo fianza por un benefactor desconocido y puesto bajo arresto domiciliario en un hotel en ruinas, donde finalmente es asesinado por un atacante misterioso. A partir de aquí, la película se despliega en una serie de eventos que mezclan lo grotesco con lo insólito, dejando al espectador en un estado de constante desconcierto.
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Uno de los temas más sorprendentes que aborda “La Mort viendra” es la inversión en un burdel de realidad virtual con muñecas sexuales. Este concepto, que podría parecer salido de una novela distópica, se explora con una seriedad que pone de relieve las tensiones entre la vieja guardia del crimen y los nuevos emprendedores hedonistas que buscan redefinir las reglas del juego. Aquí es donde la película realmente brilla, al presentar una confrontación no solo de personajes, sino de visiones del mundo completamente opuestas. Mientras Mahr, un jefe criminal interpretado por Louis-Do de Lencquesaing, se muestra reacio a abandonar sus métodos tradicionales, su rival, Patric De Boer (Marc Limpach), encarna la nueva era, dispuesto a todo por asegurar su lugar en el futuro, incluso si eso significa apostar por lo impensable.
La relación entre los personajes es extraordinariamente extraña, llena de traiciones y alianzas temporales que hacen que el espectador nunca esté seguro de en quién confiar. Esta dinámica, aunque caótica, es lo que mantiene la atención durante toda la película. La narrativa es densa y compleja, poblada por figuras que, aunque a primera vista parecen caricaturescas, revelan profundidades inesperadas. La película no se regodea en la violencia estilizada típica del género, sino que opta por una representación más cruda y realista del mundo del crimen, subrayando el coste psicológico de vivir en este entorno.
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“La Mort viendra” es una película que desafía categorizaciones fáciles, combinando elementos de thriller con una reflexión casi filosófica sobre la evolución del crimen y la masculinidad en decadencia. Su trama llena de giros inesperados y su capacidad para mantener al espectador enganchado, incluso cuando sus personajes y situaciones bordean lo absurdo, la convierten en una de las obras más destacadas y memorables del festival.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “Holy Electricity” (Locarno 2024)
Por David Sánchez. X: @tegustamuchoelc (*)
“Holy Electricity”, la primera incursión de Tato Kotetishvili como director, tras su destacada carrera como director de fotografía, es un viaje visual y emocional a través de los rincones menos conocidos de Tiflis, Georgia. La película, que debutó en la competencia Cineasti del Presente del Festival de Locarno, es una obra surrealista que navega por la cotidianidad de personajes excéntricos en un entorno urbano decadente.
Desde la escena inicial, donde se lleva a cabo una ceremonia conmemorativa en honor al padre fallecido de Conga (Nika Gongadze), queda claro que “Holy Electricity” es más que una simple narración lineal; es un mosaico de interacciones humanas cargadas de melancolía y absurdismo. Conga, junto con su primo Bart (interpretado por el activista transgénero Nikolo Ghviniashvili), comienza una odisea a través de vertederos de metal, donde los dos buscan objetos para vender en el mercado de pulgas.
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Uno de los momentos más memorables y surrealistas de la película es la escena en la que un conejo recorre una habitación poniendo de relieve lo raro, lo inesperado, muy a juego con la filosofía del festival. La película también nos regala una imagen icónica: una escena a cámara lenta de personas bailando, donde parece que cada movimiento está cargado de violencia contenida, casi como si estuvieran golpeándose. Esta secuencia, que es tanto perturbadora como hipnótica, subraya el tono contemplativo de la película, alejándose del realismo para adentrarse en un territorio más abstracto y onírico.
La película también se detiene en la imagen de un hombre que sube por un vertedero, una escena que captura la lucha silenciosa de los personajes contra su entorno, donde cada movimiento parece una batalla contra la gravedad, tanto literal como figurativamente. Estos momentos, que podrían parecer desconectados de la narrativa principal, contribuyen a la atmósfera de aislamiento y desesperanza que permea toda la película.
Kotetishvili parece estar más interesado en crear una experiencia sensorial que en contar una historia convencional. Esto se refleja en la manera en que filma a los personajes secundarios, que son más que simples acompañantes en el viaje de los protagonistas; son figuras que, aunque excéntricas, reflejan la fragmentación de la vida en la ciudad. Sin embargo, esta misma fragmentación lleva a la película a una cierta monotonía, donde la repetición de situaciones y la falta de desarrollo de los personajes resultan en una experiencia visualmente atractiva, pero emocionalmente distante.
A pesar de sus defectos, “Holy Electricity” es una película que desafía las expectativas. Es una obra que invita a la reflexión, no sólo sobre los personajes que habitan su mundo, sino también sobre la relación del director con la ciudad de Tiflis. Es una exploración de la soledad y la búsqueda de conexión en un entorno que parece indiferente a las luchas individuales. Es, en su esencia, una película contemplativa que, aunque puede no resonar profundamente en todos los espectadores, ofrece un retrato sincero y a menudo inquietante de una ciudad y sus habitantes.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.