Iniciamos el año 2025 con un pronóstico de mejoramiento continuo de la economía nacional. Si el año pasado el producto interno bruto (PIB) topeó el 5 por ciento para este año se espera algo similar lo que es sumamente relevante para el bien de nuestra nación.

El PIB mide la riqueza de un país siendo de consenso mundial una forma de expresar el valor monetario de la producción de bienes y servicios durante un periodo determinado que, por lo general es de un año, aunque también se lo puede medir en otros plazos.

Si sumamos todos los bienes y servicios que se producen en el país elaborados dentro del territorio nacional, tendremos una medida que expresa la capacidad de inversión y consumo, lo que se traduce en mejores condiciones de vida de la gente.

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El crecimiento del PIB es una medida relacionada directamente con el bienestar de la población. Cuando el PIB crece muy por encima de crecimiento poblacional entonces se podrán notar más inversiones, posibilidades de ahorrar y crear empleos.

Ahora bien, el incremento de la riqueza no surge como arte de magia, sino de un proceso que va creando un círculo virtuoso del cual cuanto más el PIB se vuelva sostenible en el tiempo, entonces los resultados se verán más pronto, siempre y cuando se mantengan algunas variables inexcusables para no caer en recetas fallidas y populistas que, finalmente, dañan especialmente a los más pobres.

Las evidencias en la historia de la economía y la política van mostrando sin duda razonable que cuanto más libertad económica exista, esto es, cuando las personas disponen de su propiedad privada en un ambiente de libertad y seguridad, la tendencia inexorable es la de ir contando con mejores condiciones de vida.

A los Estados Unidos, por ejemplo, le llevó conseguir su desarrollo casi cien años y hoy países como Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y a otros –tomando en cuenta la experiencia de aquel gran país del norte– les llevó menos de cuarenta años. Esto se debe a que hoy disponemos de un cúmulo de conocimientos y de experiencias de las que no podemos dejar de lado a menos que pretendamos seguir tratando de inventar la rueda, lo que sería ridículo y hasta una irresponsabilidad.

Las causas del crecimiento del PIB, por tanto, están en proteger la propiedad privada, la inversión, contar con seguridad y mercados abiertos para acumular cada vez más el capital físico como humano. Aquí la tarea del Gobierno es fundamental por cuanto que debe ofrecer garantías estableciendo el orden fiscal, monetario y social en un ambiente de justicia y paz. No hay otra manera. Todos los experimentos contrarios a aquella secuencia fracasaron.

El compromiso del gobierno actual es poner en ejecución lo que está correcto, tal como lo evidencia el crecimiento del PIB que vamos teniendo.

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