El incremento en la cotiza­ción del dólar en las zonas de influencias de la moneda norteamericana a nivel glo­bal se viene a constituir en un tema de trascendencia en los países, en espe­cial de nuestra región.

Este impacto se da debido a la deci­sión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de elevar sus tasas de interés de hasta el 5,5 por ciento, un aumento histórico en las últi­mas dos décadas, además de la mayor demanda de los sectores importado­res en nuestro país que tratan de ese modo de reducir el riesgo cambiario.

Dadas estas circunstancias, el gua­raní es una de las monedas menos depreciadas en la región, hecho a ser considerado como una cuestión de relevancia.

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Al respecto, es de destacarse la inde­pendencia del Banco Central en nues­tro país. Su autonomía es un logro que merece ser elogiado por propios y extraños, como de hecho lo es espe­cialmente en el ámbito internacional donde se menciona a nuestra banca central como una entidad que cumple con lo establecido en la Constitución Nacional, esto es preservar y velar por la estabilidad del valor de la moneda promoviendo la eficacia, integridad y estabilidad del sistema financiero.

Teniendo un sistema basado en metas de inflación para de ese modo esta­bilizar los precios así como reservas internacionales que a la fecha superan los 10 mil millones de dólares, las mis­mas se constituyen en un “colchón” que amortigua los cambios en el tipo de cambio por el dólar más caro.

Digámoslo de un modo claro y sin escusas. Nuestro país puede enfrentar los shocks externos y las vicisitudes de su economía interna porque tiene en su haber reglas de juego y la volun­tad del gobierno del presidente San­tiago Peña de ofrecer predecibilidad e incentivos al capital nacional como extranjero.

Siendo la nuestra una de las econo­mías en la región –si no es la primera por los últimos informes que se tie­nen– que más crecerá en términos del producto (4,7 %) con un cada vez menor nivel de riesgo país siendo el cuarto (4.°) en tal sentido, acompa­ñado de una merma en el déficit fiscal y manteniendo la estabilidad moneta­ria con una inflación de un solo dígito junto la disminución de la pobreza además de las inversiones que mues­tran efectos en el empleo, lo que vemos finalmente es una ventana de oportu­nidades como nunca antes.

Todo esto debe ser cuidado por todos y no solo por el Ejecutivo, sino por los otros dos poderes del Estado: el Legislativo y el Judicial. Un Ejecu­tivo que se esmera en atraer inversio­nes con finanzas sanas debe tener la correspondencia de un Parlamento que no rompa con leyes populistas las reglas de juego que tenemos en el sector económico-financiero y mejo­rarlo si es posible, así como los tri­bunales deben garantizar el debido proceso en una firme y sana adminis­tración de justicia.

El crecimiento económico junto con las finanzas ordenadas que hoy con­tamos, por tanto, son consecuencias de las tareas encomendadas por la ciudadanía a su gobierno de manera a que las condiciones de vida se vuelvan mejores, siendo igualmente un modo de proteger al Paraguay ante los avata­res de un mundo global cada vez más competitivo y riguroso.

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