Una de las apuestas de mayor alcance, de extraordinaria proyección social y econó­mica, es la Ley Hambre Cero en las Escuelas, que el Gobierno quiere aplicar a partir de julio. Para eso viene trabajando el proyecto desde princi­pios de este año hasta convertirlo en ley para que se pueda beneficiar nada menos que 1.300.000 niños de las escuelas de todo el país. El interés de las autorida­des nacionales de poner en marcha esta idea es de enorme relevancia en todos los sentidos, pues busca solucionar el grave déficit educativo del país que en gran medida se debe a la desnutrición y mala alimentación de la mayor parte de los escolares. Su propósito es saldar la enorme deuda que se tiene con los niños por la mala aplicación de la alimentación escolar que apenas alcanzaba a cubrir a unos 200.000 escolares, que represen­tan tan solo el 15,38 % del total, debido a la ineficiencia y hasta la deshonesti­dad de mucha gente que había adminis­trado anteriormente esos fondos. Lo que puede calificarse de un gran fracaso de las autoridades anteriores y de una vergüenza nacional, ya que no se puede jugar de una manera tan alevosa con la educación de los niños.

La administración de los fondos mone­tarios para la adquisición y distribución adecuada de los alimentos infantiles hará que se comience en julio próximo todas las gestiones previas para iniciar a fines de ese mes la alimentación efec­tiva de los chicos. En el pasado reciente el manejo de los recursos financieros, su distribución, el destino que se les daba en medio del interés de muchos funcio­narios de utilizarlos para sus propios fines han hecho que la tarea fuera com­plicada. Y ha dado lugar a muchos casos de corrupción, algunos conocidos y otros menos publicitados, que al final entor­pecieron de manera escandalosa la tarea de alimentar a los pequeños que van a las escuelas. Eso hizo que los escolares que recibían la comida y merienda del Estado fueran una lamentable minoría, 15 de cada 100 alumnos.

La aplicación efectiva en las institucio­nes escolares de esa norma es uno de los anuncios que acaban de realizar las autoridades nacionales que están deseo­sas de terminar con la desnutrición y comenzar una nueva etapa en la calidad de la educación infantil, tan descuidada en los últimos años.

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Para comenzar, Hambre Cero se aplicará en 75 distritos del país a la vuelta de las vacaciones de invierno, en las últimas semanas de julio y comienzos de agosto. Una vez que estén listos los pliegos se iniciarán las licitaciones para adqui­rir los alimentos, tanto para desayu­nos como para almuerzos. Se pretende hacerlo con celeridad para que sean entregados en el menor tiempo posible. La alimentación incluirá desayuno y almuerzo.

La puesta en marcha del programa se hará en localidades donde existe una importante población que está en situa­ción de pobreza y de extrema pobreza mediante datos proveídos por el Insti­tuto Nacional de Estadísticas (INE) y el Ministerio de Desarrollo Social. La pro­visión y distribución de los alimentos en los locales escolares estarán a cargo en gran medida de las gobernaciones y de las intendencias municipales, bajo la supervisión de los ministerios de Educa­ción y de Desarrollo Social.

El Consejo Nacional de Alimentación Escolar (Conae) coordinará las tareas, que por directivas de la Presidencia de la República trabajará con los gobernado­res departamentales y los intendentes municipales de las localidades afecta­das. El presidente Santiago Peña, quien presidió una de las reuniones del Conae, había señalado que con los gobernado­res y los intendentes se quiere armar un equipo de trabajo para conseguir los objetivos propuestos y lograr que se lle­gue a realizaciones que constituyan una gran victoria de la sociedad paraguaya.

La buena alimentación y la formación académica adecuada de los niños son tareas altamente prioritarias para nuestro país. No deben tener fallas ni pausas, porque los menores constitu­yen la porción más delicada de la pobla­ción nacional que se está formando en el presente para encarar el futuro con suficiente capacidad. Por eso es que la Ley Hambre Cero en las Escuelas tiene enorme relevancia y constituye una de las principales propuestas para cons­truir un Paraguay mejor, con gente más preparada y capaz de garantizar el pro­greso de la nación.

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