Entre los actos de agresión más corrientes en la sociedad paraguaya los hechos de violencia familiar son los de mayor incidencia, de acuerdo con las denuncias realizadas en las fiscalías del país. Son muchos más que los casos de hurtos agravados, en particular, o los hurtos comunes, que también son abundantes, según las estadísticas del Ministerio Público.

Aunque las cifras del 2023 son solo de once meses (de enero a noviembre), uno de los aspectos que llama la atención es cuánto han aumentado en los últimos tres años, ya que en once meses del último año se registraron un 22,14 % más que en todo el 2020, un número que rebela que la violencia dentro de las familias va creciendo con fuerza.

Sin entrar en el detalle de si las estadísticas abarcan solo una parte de lo que ocurre en la realidad, porque no todo lo que sucede en el ámbito familiar se reporta a la Fiscalía, el aumento de las agresiones que se dan en el círculo más íntimo de las personas es preocupante y no puede pasar desapercibido para la sociedad.

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Datos registrados en el mencionado organismo y que fueron publicados por nuestro diario indican que entre los hechos punibles más denunciados en las fiscalías del país están la violencia familiar, en primer lugar, seguido por los casos de hurto agravado y demás. Uno de los aspectos que merece la atención es que las denuncias de hechos violentos en las familias se van incrementando a medida que pasa el tiempo.

Así, de 25.953 causas denunciadas en el 2020, de enero a noviembre del 2023 ascendieron a 31.701 casos, que son 5.748 denuncias por agresiones más, cifra que rebela un alto crecimiento e indica la difícil situación que se vive en muchos círculos domésticos. De los registros mencionados surge que los meses en que más violencia familiar se ha denunciado son setiembre (3.291), octubre (3.239), noviembre (3.226) y enero (3.120) del año que acaba de terminar.

El departamento con mayor número de violencia familiar denunciado es el de Central, que registró 13.281 casos de enero a noviembre del 2023. En segundo lugar se ubica Asunción, donde se registraron 4.702 denuncias de enero al 27 de diciembre último. El tercer lugar lo ocupa Alto Paraná, con 3.196 hechos presentados a la Fiscalía en el lapso de enero a noviembre.

Teniendo en cuenta las estadísticas registradas en las diferentes oficinas fiscales del país, la cantidad de casos de agresiones que se producen en el núcleo de las familias, que en la jerga jurídica se conocen como violencia familiar, es alarmante. Porque, de manera indiscutible, demuestra que la sociedad paraguaya se está encontrando ante una grave enfermedad social que no se puede desconocer y dejar de atender adecuadamente. Un mal que va mucho más allá del aspecto legal, de si se ha cometido un acto punible o no. Y que trasciende hasta alcanzar la salud mental y la estabilidad de las familias paraguayas.

Como parte de la búsqueda de soluciones para esta dolencia social paraguaya que va creciendo sería bueno replantear la importancia de seguir teniendo numerosas secretarías y ministerios de dudosa utilidad pública. Y crear el Ministerio de la Familia Paraguaya, que englobe todo lo que hasta ahora hacen los ministerios de la Mujer, de la Niñez, de la Juventud y algunas secretarías de manera desarticulada para concertar una acción común que abarque toda la problemática familiar.

No se puede hacer nada válido por los niños, por las mujeres, por los jóvenes o por cualquier miembro de la sociedad sin tener en cuenta el valor y la importancia de la familia como cuna y lugar de desarrollo social y afectivo de las personas. No se trata de agrandar la burocracia estatal con un ministerio más sino de establecer una entidad eficaz, eliminando dependencias de escasa utilidad, para rehacer el tejido social del país.

Y aunque no se instaure un organismo estatal o de cualquier índole, es urgente que el Estado y la sociedad paraguaya tomen nota de esta enfermedad que padece y se comience a actuar para remediarla. No se puede admitir el aumento de la violencia en las familias sin tener conciencia de esta realidad y no actuar en consecuencia.

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