La economía paraguaya se destaca por ser altamente generadora de productos agropecuarios. A raíz de sus excelentes condiciones eco­lógicas, con suelo fértil y clima adecuado, es capaz de producir alimentos para más de 90 millones de personas por año. Aparte de la producción de artículos agrícolas como soja, arroz, maíz, trigo, poroto, también pro­duce gran cantidad de alimentos cárnicos, de la especie bovina, aviar y porcina. Debido a la excelente generación de soja, está entre los principales productores mundiales del grano; y su carne vacuna, por su cali­dad, está considerada entre las mejores del ramo. También es un excelente exportador de arroz, maíz y, en menor medida, de otros cereales.

Tanta es la prevalencia de la producción del agro que la mayor parte de las divisas que ingresa al país por las exportaciones corres­ponde a la venta de artículos primarios, salidos del campo, obviamente.

En la contraparte, las mercancías produ­cidas por las diferentes industrias toda­vía ocupan un espacio muy pequeño entre las exportaciones. Por consiguiente, lo que vendemos tiene escaso valor agregado, pues no forma parte de un proceso de manufac­tura, en que la materia prima se transforma para su venta ni ha dado trabajo a mayor cantidad de obreros que los del campo y el transporte. En otras palabras, la econo­mía paraguaya en su mayor proporción está todavía en una etapa primaria, lejos de la industrialización.

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Observando la situación de los países del mundo, puede verse que aquellos que tienen mayor poder económico son los que poseen un alto porcentaje de industrialización, en tanto que los que dependen preferen­temente de la producción primaria están entre los menos favorecidos. Examinando la historia de las naciones altamente indus­trializadas, se puede constatar que inicial­mente eran productoras de artículos pri­marios, ya sea del agro como de la minería, sin procesos de transformación. Luego fue­ron superando esa etapa mediante la insta­lación de unidades fabriles que las convirtió en poderosos centros industriales, con gran peso en la economía internacional.

No hace falta poner como ejemplo a los gigantes mundiales como Estados Uni­dos, China popular o la India, sino a paí­ses pequeños que en pocas décadas han conquistado un fuerte espacio económico por sus industrias como Corea del Norte o la República de China (Taiwán), que es el camino que debe comenzar a recorrer el Paraguay, transformando industrialmente los productos primarios para venderlos al mundo con valor agregado.

En ese contexto hay que valorar a las empresas que realizan inversiones para ins­talar fábricas e industrias en el país. Porque aparte del aporte que hacen a la actividad económica, están mostrando la ruta que deben seguir más entidades empresariales.

El martes último, el presidente Santiago Peña estuvo en el acto inaugural de una industria química-farmacéutica en Ypacaraí para celebrar el hecho. En la ocasión señaló que todos los países que han transitado el camino del desarrollo, que han pasado de ingresos bajos a ingresos altos, han ido por el camino de la industrialización, generando valor agregado a la producción.

“Venimos a celebrar la valentía de un empresario paraguayo que se animó a hacer esta inversión de 53 millones de dólares, endeudarse para generar hoy 300 nuevos empleos y permitir que el Paraguay esté un paso más adelante en ese camino de gran­deza que estamos convencidos que tenemos los paraguayos”, señaló con entusiasmo el primer mandatario.

Agregó que no tenía duda de que, si se sigue este camino, se tendrán más empresas no solo abasteciendo necesidades locales, sino a salir a conquistar mercados internaciona­les. “No tengo ninguna duda que el empre­sario paraguayo tiene todas las condiciones para ir a conquistar los mercados más exi­gentes a nivel mundial”, manifestó.

La habilitación de una planta industrial como la inaugurada en la mencionada loca­lidad es un hecho de gran valor económico, porque producirá medicamentos que ya no se necesitarán traer del exterior. Al mismo tiempo constituye un ejemplo que deben seguir más inversionistas para activar el desarrollo del país y para atender las nece­sidades de más fuentes de empleo.

Los empresarios deben apostar cada vez más a la instalación de nuevas industrias para aprovechar las buenas condiciones que ofrece el país, mirando los requerimientos crecientes de los mercados de la región y el mundo.

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