Las elecciones presidenciales de la Argentina del domingo último arrojaron algunas sorpresas en los números finales, especial­mente por el buen desempeño electoral del actual ministro de Economía, Segio Massa, que alcanzó el 36,68 % de los votos, el pri­mer lugar entre todos los candidatos. Le sigue Javier Milei, con el 29,98 % de la pre­ferencia popular y Patricia Bullrich, que alcanzó el 23,83 %.

Debido a las normas argentinas, Massa y Milei deberán confrontarse en una segunda ronda, el 19 de noviembre próximo, para determinar finalmente quién se hará cargo del sillón de Rivadavia en la Casa Rosada para los próximos cua­tro años.

El gran ganador es Massa, que sorpren­dió con la cantidad de sufragios obtenidos, ya que remontó en 2,7 millones de votos los que había conseguido en las PASO, de agosto último. No solo por la sorpresa, por­que es ministro de Economía de uno de los gobiernos más desastrosos de la Argentina en mucho tiempo, sino porque, a pesar de todo, aparece como la posible esperanza para una gran cantidad de los desespe­ranzados argentinos. Algo muy difícil de entender si uno se maneja solo por el razo­namiento lógico. Pero la Argentina es eso: un gran país, con una enorme riqueza eco­nómica, que vive en medio de la pobreza y de la incertidumbre, una contradicción no fácil de explicar.

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No se puede decir, como creen los segui­dores de su agrupación política, que Unión por la Patria ya tiene ganada la Presiden­cia, ya que recién se va a dirimir en noviem­bre. Porque necesita gran cantidad de votos más para llegar a ese objetivo. Pero la exce­lente elección realizada ha catapultado el optimismo de mucha gente, que sostiene que podrá llegar a ese objetivo, sobre todo por los sorpresivos bajos números alcan­zados por Milei, que apenas ha raspado el 30 % de los votos de los argentinos, con­tra ciertos pronósticos basados en algu­nas encuestas muy favorables, que le daban ganador en algunos sondeos. En parte de su discurso de la noche del domingo, Massa ya habló como si fuera el presidente electo, lo que habla de la confianza que se tiene.

Patricia Bullrich, de Juntos por el Cam­bio, apenas consiguió el 23,83 % de la con­fianza de los electores, quienes son los que deberán dirimir entre Massa y Milei en los comicios de noviembre.

Los resultados del domingo representan en gran medida una sorpresa, comparados con las elecciones de las primarias de agosto, y teniendo en cuenta ese elemento, no se puede hacer ningún pronóstico válido. En agosto, el candidato del Gobierno había obtenido el tercer puesto, detrás de Milei y Bullrich. Y ahora consiguió remontar con 6,7 puntos porcentuales ante la caída de Milei, que había sido el primero en las pri­marias. Lo que quiere decir que los votan­tes cambiaron sus preferencias, tendencia que no se sabe si permanecerá estable en los comicios del próximo mes.

La incógnita para el Paraguay es cómo mejorar las relaciones con el vecino país con el nuevo gobierno que asumirá en diciembre luego del peaje en el Paraná y otros inconvenientes.

A nuestro país le importa mucho lo que pasa en la Argentina. Porque no es solo uno de los principales vecinos geográficos, sino uno de los importantes socios en numero­sas actividades económicas y políticas. Si le va bien, tendrá sus impactos positivos en nuestra nación y para miles de paragua­yos que viven y trabajan en su territorio, y si empeora su situación, tendrá sus conse­cuencias negativas también aquí.

Triunfe en noviembre cualquiera de las fórmulas políticas argentinas, nuestro país debe realizar intensas negociaciones para mejorar el relacionamiento económico y político, ya que es el principal comprador de soja paraguaya y sus fronteras consti­tuyen los más importantes focos del con­trabando de mercaderías. Los técnicos del Gobierno paraguayo tienen que diseñar las políticas más adecuadas para el relaciona­miento con Argentina, a fin de congeniar en los asuntos conflictivos y desarrollar un vínculo saludable del que todos puedan conseguir ventajas.

Las controversias son fenómenos habitua­les en la relación de los países. Por eso hay que estar preparados para enfrentar esas situaciones mediante acuerdos creativos y negociaciones ingeniosas. Solo de ese modo se podrán obtener nuevas conquistas posi­tivas para ambos en lugar de alentar situa­ciones adversas.

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