A 55 días del 15 de agosto, en que las autoridades electas en los últimos comicios generales se harán cargo del Paraguay, se puede afirmar que ya se tiene trazado el rostro político y económico de la admi­nistración entrante. Para tranquilidad y satisfacción de un país que sale de cinco años de un gobierno sin rumbos, se puede afirmar que todo lo actuado hasta ahora por las nuevas autoridades demuestra que tienen líneas claras de acción y un rumbo bien definido por donde transitar.

El perfil del nuevo gobierno se va dibu­jando paulatinamente con el anuncio de las designaciones de los principales com­ponentes del gabinete presidencial, que está compuesto por personas destacadas por su profesionalidad y el buen accio­nar en sus gestiones anteriores. Como pocas veces en el pasado, mucho antes de comenzar la asunción oficial el equipo que encabeza el presidente electo, San­tiago Peña, está comenzando a trabajar mostrando el fervor en la tarea que des­empeñará desde la conducción nacional.

Hasta la mañana del miércoles 21, el pre­sidente electo había señalado a Enrique Riera como futuro ministro del Inte­rior, a Juan Carlos Baruja como titular de Vivienda y Urbanismo, a Óscar Gon­zález al frente de la cartera de Defensa, a Rubén Ramírez para dirigir Relaciones Exteriores. También designó a Claudia Centurión para Obras Públicas, a Ángel Barchini al frente de Justicia y a Javier Giménez García de Zúñiga para la cartera de Industria y Comercio.

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La inmediata reacción con que se ha res­pondido a los anuncios es altamente posi­tiva. Los sectores de la ciudadanía que se verán afectados por los nombramientos que se van conociendo han demostrado su satisfacción con tales propuestas. Han señalado su esperanza de trabajar comenzando con la solución de los pro­blemas que la administración de Abdo no supo encarar para la buena marcha de los negocios del país, que es aumen­tar la actividad económica y distribuir la riqueza mediante el esfuerzo de los dife­rentes actores de la producción, la comer­cialización y el trabajo. No faltan los que demuestran su disconformidad, pero ya se los conoce por su amargura habitual, y sus críticas infundadas dan la certeza de que se está por la buena senda, porque son especialistas en ver todo oscuro.

Así como un director técnico de fútbol es capaz de infundir confianza en su equipo por los buenos jugadores que pone en los puestos más importantes, de ese modo la conducción de un país aparece fiable por los colaboradores que el conductor va instalando en los diferentes organismos de trabajo.

Si un presidente coloca como minis­tro a una persona que ni ha culminado la escuela secundaria y no tiene idea del trabajo que debe hacer, obviamente, no se puede esperar mucho de su desem­peño, como ha ocurrido con el gobierno que se va.

Pero si la decisión es poner al frente de una secretaría de Estado a una persona especializada en el ramo y que tiene una probada trayectoria de buen trabajo, la reacción es altamente positiva y las expec­tativas de que se podrán concretar los obje­tivos son altas. Entonces florece el opti­mismo y el ánimo de trabajar se redobla ante la posibilidad de mejores resultados con las personas nombradas. Que es lo que está ocurriendo actualmente en los más diversos sectores empresariales y ciudada­nos ante los anuncios de los posibles minis­tros del gobierno que asumirá en breve.

No solo eso. Algunos de los anunciados nuevos ministros ya están trabajando desde ahora contactando con las auto­ridades actuales, elaborando planes de inmediata concreción y marcando pautas de lo que desean realizar.

Con funcionarios como los mencionados existe la garantía de que se pueda con­seguir el mejoramiento sustantivo de la actividad económica y lograr que se mul­tipliquen los puestos de trabajo.

Por eso puede afirmarse que las designa­ciones realizadas por el presidente electo, Santiago Peña, están entre las mejores señales de lo que espera a nuestro país en los próximos años. Sus principales colaboradores son personas fiables, que demostraron idoneidad en su trayecto­ria profesional y en los cargos públicos y privados que ocuparon anteriormente. Por esa razón se puede esperar de ellos la tarea de articular positivamente el avance del país que haga posible el bien­estar de la ciudadanía.

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