Las elecciones de mañana son trascendentales para el futuro de nuestro país, puesto que además de definir las candidaturas para el próximo presidente de la República del Paraguay, se estarán eligiendo las diferentes autoridades departamentales, legislativas y partidarias.

La participación mayoritaria es fundamental para que los resultados sean más sostenibles, democráticos y tengamos más garantía de legitimidad.Los paraguayos y las paraguayas, aquellos y aquellas que viven en el territorio nacional como los que tuvieron que dejar sus tierras buscando oportunidades en algún lugar del mundo, ya tienen asumidas sus determinaciones. Elegir y desechar conforme a lo que aqueja, lo que hace sufrir será la consigna con miras al 30 de abril del 2023, fecha en la que se definirá quién sucede a Mario Abdo Benítez.

Desde el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) hablan de unos 4.832.186 electores para sufragar en el país, mientras que en el extranjero hay 41.520 personas. Hay una extensa oferta electoral, no es para menos son 35 partidos políticos, 8 movimientos políticos, 47 alianzas, 25 concertaciones de los cuales 1 es de alcance nacional, todos ellos buscando votos a través de 11.412 mesas de sufragio.

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La cantidad de candidatos es amplia, sin embargo, las opciones para los votantes son escasas. Muchos políticos, pocos resultados, en este período que se va apagando lentamente. Varios son los partidos y movimientos que se promocionan como alternativa, pero que en este gobierno eran más oficialistas que opositores.

Un país esperanzado en salir de la cruda realidad que acogota a muchísimos paraguayos, paraguayas como hermanos extranjeros que apostaron por estas tierras, dará su veredicto mañana. El voto a conciencia, aquel que piense en el futuro de las generaciones, que vote en darle mejores oportunidades a los más vulnerables, de seguro irá a las urnas.

El Paraguay en este momento es una bomba de tiempo por la cantidad de problemas, corrupción, inequidad, inseguridad, injusticia, educación precaria, desempleo, etc. La gente ya no tolera ver más el desangre de instituciones esenciales para la calidad de vida de las familias.

La gente necesita vivir mejor, reencauzar los intereses de esta nación y esta iniciativa será letal para quienes se aprovecharon de sus cargos en beneficio propio como de los suyos.

Hay mucha expectativa, el pueblo soberano aquel subestimado en su poder y humillado en sus condiciones humanas por tanta corrupción, miseria e inequidad de vuelta ejercerá el arbitraje de quiénes deben irse a sus casas, quienes deben retornar al mando de este país y quiénes merecen continuar.

Ese pueblo soberano, olvidado en años de poder es en definitiva la que aprobará o aplazará gestiones, conforme a vivencias y experiencias. Es por ello que las preferencias deben irremediablemente dar una lección a los que solo se ubican en el poder por su angurria particular, muy visiblemente distanciado de los intereses colectivos.

Los electores son conscientes de que no se puede continuar con el desastre. Un Estado vulnerado, golpeado, empobrecido merece rectificar rumbos, corregir errores, los que se pueda y refundar instituciones devastadas por intereses inmisericordes. Hay un potencial país, una fuerza poblacional relegada y este es el sector que debe manifestarse más que nunca mediante ese derecho universal que tenemos las personas que es el derecho al voto.

Nada menos que 1, 4 millones de jóvenes, hombres y mujeres, de entre 18 a 29 años de edad, están en posibilidades de elegir. De hecho, que la participación de esta población es muy valorada por el TSJE, ya que señalan que serán los que marcan los resultados si acuden a las urnas.

El voto es un derecho, pero además es un compromiso fundamental para definir el país que queremos a través de las autoridades de preferencia. Esa mayoría olvidada, sufrida, tiene otra oportunidad para deshacerse de los políticos inservibles a las necesidades de la gente y el llamado es este domingo.

Abogamos por unas elecciones sanas con masiva participación de manera que no queden dudas de las decisiones del soberano, que optarán indefectiblemente por el voto consciente, responsable con la esperanza de vivir mejor.

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