Los hechos acontecidos el domingo cerca del mediodía en Cerro Guazú, Amambay, en que fallecieron cinco personas, tres de ellas miembros del grupo criminal del Norte que se hace conocer con una sigla, son de gran importancia. Porque abatir a los guerrilleros, con uno de sus principa­les jefes a la cabeza, podría contribuir a la desaparición de esa banda norteña que hasta ahora ha asesinado a más de 80 per­sonas en su historia de violencia.

Efectivos de la Fuerza de Tarea Con­junta (FTC) persiguieron a unos bandi­dos que previamente habían asesinado a dos personas indígenas pertenecientes a la familia pãi tavyterã y herido a una en la zona del Cerro Guazú, de la cordi­llera del Amambay, que vivían en la colo­nia Jasuka Venda. Del enfrentamiento armado que se produjo entre los milita­res y los malhechores resultaron abati­dos Osvaldo Villalba, conocido jefe de la banda armada; Luciano Argüello y un tal Simón, sobrenombre de uno de ellos.

Una vocera del grupo indígena señaló que los bandidos llegaron a la comunidad indí­gena a las 10:00 del domingo. Eran 8 indi­viduos, quienes, una vez en el lugar, pidie­ron reunirse con los dirigentes. Como los aborígenes se negaron a ello, los atraca­dores ejecutaron al líder Alcides Romero y a su ayudante Rodrigo Gómez, hirieron al nativo Leonardo Gómez Riquelme y amenazaron con matar a otros. Alertados por los disparos escuchados, llegaron a la zona los militares de la FTC que se encon­traban en las proximidades. Y ahí se pro­dujo el enfrentamiento con los bandidos. Gómez Riquelme luego fue trasladado al Hospital de Trauma de Asunción.

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La noticia conmovió la tranquila siesta dominguera e hizo que el presidente de la República y principales autoridades de su gabinete se trasladaran a la zona. Ya en el lugar del hecho, Mario Abdo aprovechó el acontecimiento para capitalizar el éxito militar y realizó una presentación. Dijo, entre otras cosas, que la violencia no es la forma de luchar por los ideales que se tie­nen. Y realizó un llamado para que haya paz en el Paraguay y no se tengan hechos de violencia entre los paraguayos. Pidió a los insurgentes que depongan las armas y se entreguen, que el Gobierno les daba todas las garantías para un debido proceso.

Los exponentes del Gobierno se sintieron halagados por el acontecimiento y trata­ron de utilizarlo para sus fines partidistas en plena campaña proselitista. Como si el hecho fuera una victoria gubernamen­tal y no un hecho militar realizado por las unidades de la FTC que ejercen su tarea en la zona como soldados de la patria. Ciertamente hace algún tiempo no obte­nían resultados espectaculares como este, por lo que es explicable la euforia de algunos. Pero no es para creer que con esto terminó la rebelión de los bandidos del Norte y que se han solucionado los conflictos y sus consecuencias.

En el balance preliminar no se puede cantar victoria como quieren hacerlo algunos altos exponentes del Gobierno, que en época preelectoral quieren acre­ditarse el hecho como un triunfo. Por­que en el fondo no han cambiado mucho las cosas: los malhechores siguen fuerte en las zonas selváticas. Y, sobre todo, todavía nada se sabe de las tres perso­nas secuestradas por los grupos violentos que demuestran que aún mantienen un fuerte poder de acción.

Este gobierno tiene que explicar dónde están Edelio Morínigo, el policía captu­rado en el 2014; Félix Urbieta, el ganadero que fue tomado en el 2016, y el ex vicepre­sidente de la República Óscar Denis, cuyo secuestro acaba de cumplir dos años. Los familiares de los mismos y toda la ciu­dadanía están ansiosos por tener datos sobre su paradero, en medio de los temo­res explicables que ocasiona la lamenta­ble incertidumbre.

El Gobierno debe saber que no es bueno olvidarlos a los tres secuestrados. Su ausencia y la falta total de información sobre ellos incrementan el dolor y la des­esperanza. Eso constituye una de las grandes deudas de las autoridades nacio­nales. Y que da lugar a uno de los cues­tionamientos más duros que se les está haciendo, ya que no están cumpliendo debidamente sus obligaciones.

Ningún éxito militar puede ser tan importante como recuperar a los tres secuestrados o tener noticias ciertas de los mismos.

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