El movido escenario político de las internas del Partido Colorado volvió a sacudirse hace una semana cuando el controvertido ministro de Obras Públicas y Comunicaciones y pastor de la iglesia menonita, Arnoldo Wiens, fue nombrado unilateralmente por el presidente Mario Abdo como precandidato a presidente por la facción republicana que lidera. La designación del Presidente, que dirige también a la ANR contra lo que prescribe la Constitución, no fue una sorpresa. Cuando el oficialismo se decidió por el vicepresidente Hugo Velázquez como precandidato de ese sector, el ministro Wiens sonaba como principal postulante de Abdo. Pero tuvo que bajar del podio por los numerosos cuestionamientos recibidos durante su gestión como ministro desde el 2018 y algunas denuncias de la década pasada.
Ante el golpe recibido por el Gobierno por la acusación de la Embajada de Estados Unidos el 12 de agosto en que se calificaba de significativamente corrupto y se lo denunciaba al Vicepresidente por una maniobra de intento de soborno, Abdo vio allanado el camino para Wiens. Para ello tenía que renunciar a la precandidatura Hugo Velázquez. Deseoso de instalar a Wiens en la precandidatura, el oficialismo presionó para que renunciara Velázquez.
El Vicepresidente se sintió golpeado políticamente por las palabras del embajador Marc Otsfield y, apretado por el abdismo, dio marcha atrás a sus pretensiones de candidatarse por el coloradismo. Los que sustentan a Wiens festejaron el precipitado anuncio de Velázquez, quien resultó tan asustado que también prometió dimitir a la Vicepresidencia de la República.
Lo que todavía no está claro es por qué renunció Velázquez a su precandidatura si no cometió ningún delito ni irregularidad, como dice él. ¿Por qué prometió también abdicar de la Vicepresidencia de la República, cargo que está obligado a ocupar hasta el 15 de agosto del 2023 por mandato popular si no se siente culpable de nada?
A instancias del Presidente, Arnoldo Wiens presentó su renuncia al Ministerio de Obras Públicas el 16 de agosto para meterse directamente en la lucha partidaria, y el jueves 18 el tribunal electoral colorado aceptó su candidatura para el grupo que lidera Abdo. El que fuera senador republicano hasta el 2018, y se hiciera famoso por oponerse a la construcción del barrio San Francisco para 1.000 familias pobres de la ribera del río Paraguay, buscará ahora los votos de esa gente para ver si puede ser candidato a presidente. “Cosas veredes, Sancho”, como diría don Quijote.
Tendrá que hacer frente a numerosos cuestionamientos provenientes del sector privado y del político partidario que ponen en duda su capacidad para dirigir una nación. Su administración en el ministerio que más presupuesto público maneja ha posibilitado el mayor endeudamiento del Paraguay en los últimos cuatro años. Si bien durante su gestión se han hecho obras, gran parte de ellas se han realizado sin contar con financiamiento, demostrando una gran irresponsabilidad financiera. A raíz de esa y otras desprolijidades es que ahora la deuda pública impaga con las empresas constructoras del país supera los 400 millones de dólares, lo que obliga al fisco a continuar endeudándose de manera imparable. Ese afán de aumentar la deuda pública sin freno se estimuló con un decreto que va contra las disposiciones del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) del 2019 al que se trató de poner freno con otra norma del 2020, el Decreto 4614, que prohíbe realizar nuevas adjudicaciones de obras e impide iniciar nuevas licitaciones si no hay dinero.
El nuevo precandidato de Abdo tiene que dar muchas explicaciones sobre las denuncias de irregularidades en la adjudicación de obras a ciertas empresas constructoras amigas en desmedro de otras que no lo son. Y ni hablar de las desprolijidades en el tema de precios en que con frecuencia se adjudicaron construcciones a las firmas con presupuestos más altos.
Estos y otros casos tendrían que ser investigados por el Ministerio Público para que la ciudadanía sepa a quién le debe dar sus votos y a quién negárselos.