El apresamiento del avión vene­zolano-iraní en la Argentina por serias sospechas de estar vincu­lado al terrorismo apañado por Irán y otros hechos recientes hacen pensar que la amenaza del terror no es un cuento. Más si se considera que los más importantes atentados que se han dado en países cerca­nos, como la Argentina, no se han esclare­cido por extrañas y sospechosas conniven­cias de ciertas autoridades. Ataques que, curiosamente, se han producido contra obje­tivos israelitas que son las víctimas preferi­das del grupo radical persa.

El lunes último se recordó un nuevo ani­versario del atentado registrado en Buenos Aires en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) atribuido a terroristas iraníes, que produjo 85 muertos y más de 300 heridos. Lo más llamativo es que después de casi tres décadas, hoy día no se ha atrapado a ni uno solo de los responsables de aquel luctuoso suceso, a pesar de habér­selos identificado y realizado los trámites pertinentes. La responsabilidad se atribuye a algunas autoridades de la Argentina y a una trama de sospechosos, según las inves­tigaciones del fiscal Alberto Nisman, quien amaneció muerto en el 2015, un día antes de presentar las acusaciones que apuntaban a ciertos altos funcionarios de ese país.

El ex presidente Horacio Cartes recordó el lunes el aniversario del atentado contra la AMIA, y pidió que no se olvide el “triste suceso que enlutó a las hermanas naciones de Argentina e Israel, para que hechos como estos no ocurran nunca más”. El llamado del ex mandatario no solo es oportuno sino muy necesario en estos momentos en que nue­vos acontecimientos que se conocen obligan a estar muy vigilantes para evitar o impe­dir sucesos de esa índole. Sobre todo, porque los países de la región, y Paraguay, nunca han encendido sus alarmas contra el grupo terrorista Hezbolá, como señaló un entrevis­tado de nuestro diario sobre el tema.

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El director del Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS) de la capital norteame­ricana, Joseph Humire, explicó a este medio que el brazo largo de Irán y el grupo terro­rista Hezbolá están presentes en esta región de América Latina. Con el agravante de que siguen operando en la zona con la violencia de la AMIA multiplicada por 100.

Explicó a este diario que los iraníes nunca se fueron después de los acontecimientos de 28 años atrás, sino que ahora pueden ingresar a varios países y con capacidades militares que antes no tenían en la zona. Refirió que Irán está utilizando a Venezuela para expan­dir su presencia en el resto del continente con la operación de varios aviones.

Teniendo en cuenta el panorama interna­cional mencionado por el especialista sobre la expansión de Irán y su política de apoyo al terrorismo, el Paraguay no puede quedarse sin hacer nada. Porque la pasividad puede llegar a resultar muy peligrosa para los inte­reses nacionales.

En nuestro país tenemos que estar atentos ante la amenaza del terrorismo, más aún cuando personeros del Gobierno se codean con gente vinculada a grupos armados, como el caso del Presidente y el Vicepresi­dente que se han encontrado con gente de Hezbolá.

No puede ser muy tranquilizador para el Paraguay que las máximas autoridades del país, como el Presidente y el Vicepresidente, tengan relacionamiento con exponentes de reconocidos grupos del terrorismo inter­nacional, como ha ocurrido en el pasado reciente. No es ninguna exageración política admitir que son hechos de mucho cuidado. Porque pueden estar ocurriendo alguna de estas dos cosas: O son muy ingenuos e ino­centes, y no se dan cuenta de la grave ame­naza que implica, o se están dejando engatu­sar por oportunistas que se aprovechan de la situación, en ambos casos peligroso para el país.

La gran responsabilidad política que tienen las altas autoridades hace necesario señalar estos hechos. Y es pertinente advertirles que no andan en buena compañía cuando alter­nan con gente vinculada con los terroristas de Medio Oriente.

Los funcionarios del Poder Ejecutivo deben entender que su responsabilidad en los car­gos que ocupan es proteger al país del terro­rismo en todas sus formas y de cualquier tipo de violencia. Por eso su principal obligación es dedicar todos sus esfuerzos a esa tarea, como también rechazar cualquier tipo de connivencia con los exponentes internacio­nales del crimen.



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