Ayer el Ministerio de Salud confirmó la inminente llegada de las primeras vacunas pediátricas con­tra el covid-19. El propio ministro de la cartera aseguró que los bio­lógicos, donados por Brasil, llega­rían hoy jueves al país, salvo alguna cuestión dependiente de la aerolí­nea que debe traerlos. Se trata de 500 mil dosis de Coronavac, del laboratorio chino Sinovac, desti­nadas a los niños de entre los 5 a los 11 años de edad, cuya fórmula está adaptada para ser inoculada a menores, tal como lo han hecho en Chile, Argentina y otros países de la región. Dicha vacuna debe darse en dos dosis, con cuatro semanas de intervalo entre ambas, según infor­maron.

De acuerdo a esos datos –y si todo está en orden en dicha entrega–, las vacunas estarían disponibles desde el próximo lunes abriendo así la posibilidad de que comiencen a reci­bir la inmunización quienes están dentro de esa franja etaria y, ade­más, hayan sido inscriptos por sus padres o responsables en el regis­tro habilitado. Hasta ahora existen en dicho registro solo 190 mil niños, una cantidad mínima teniendo en cuenta el gran número de meno­res de edad en el país dentro de ese grupo. La cantidad de inscriptos en la actualidad es muy inferior a la esperada y hay preocupación en el ámbito de Salud porque es evidente que la variante Ómicron ha afec­tado y afecta mucho más a niños. Hace días, el director del Hospi­tal Pediátrico Niños de Acosta Ñu, Pío Alfieri, afirmó que hay un salto de casos de covid-19 en niños y que también se presentan las compli­caciones en la salud de los mismos luego de la infección, en muchos casos con gravedad.

Para agregar más información sobre la importancia del acceso a las vacunas en niños de la edad citada, solo basta recordar que estamos a las puertas del inicio del año escolar. De acuerdo a lo anun­ciado por el titular del MEC, se vol­verá a clases presenciales desde el 21 de febrero próximo debido a que es imposible sostener el sistema de clases virtuales en su totali­dad como se hizo en años anterio­res. Esta realidad pone en primer plano la necesidad de que los niños en edad escolar estén debidamente protegidos y, si se logra exitosa­mente cubriendo a la gran mayo­ría de los mismos con las vacunas, el riesgo de que ocurran contagios masivos será mínimo, de acuerdo a las experiencias de otros países del mundo en ese sentido.

En esta situación, lo que desde el Ministerio de Educación esgrimen como argumento más importante a favor de las clases presenciales es que los niños necesitan lo que las aulas les ofrecen, tanto para acce­der al aprendizaje como para benefi­ciarse en el aspecto emocional, afec­tivo y en su salud mental, que se han visto seriamente afectados por estos casi dos años de confinamiento y de distancia de sus docentes, escue­las y compañeros. Así como en otros países, la educación ha sido una de las más afectadas de las actividades humanas y en la infancia el confi­namiento y la obligación de tener clases virtuales, no tan fáciles para muchos niños y familias, han hecho estragos en el aprendizaje de las materias, pero también en el desa­rrollo de las capacidades socia­les, además de la salud mental, tan importante para sentar las bases de la personalidad de forma integral.

Para mantener lo más alejado posi­ble el peligro de los contagios masi­vos, prometen el cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios, lo que hace pensar en si eso se cum­plirá en todo el país, donde muchas veces la precariedad de las escuelas, la falta de infraestructura adecuada y de acceso a elementos de cuidado serán un obstáculo para implemen­tar el sistema de escuelas seguras.

Por eso, es momento de asumir responsabilidades como padres y tutores ante esta realidad que nos invita a reflexionar sobre la impor­tancia del acceso a las vacunas para personas de todas las edades y, en este caso, especialmente para los niños.

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