En las últimas semanas creció la infor­mación sobre el retorno a clases pre­senciales en escuelas y colegios. En la misma medida aumentaron las puntua­lizaciones sobre la situación de biose­guridad para los estudiantes, docentes, así como para los familiares de estos, también la situación de infraestructura y logística de los centros educativos para aplicar los protocolos sanitarios que eviten una disparada de contagios, no solo en los centros de educación, sino también en los hogares de quienes asis­tirán a las aulas en los próximos días.

A semanas del retorno a clases, la eva­luación revela que hay un bluf en el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC). Las clases híbridas impli­can presencia en las aulas para cier­tas clases y otras en el sistema virtual, que para su cumplimiento se requiere infraestructura educativa en condicio­nes de aplicar el protocolo sanitario, así como garantizar las condiciones de bioseguridad para maestros y alumnos. Además, se debe contar, tanto desde el Estado como desde los hogares de los educandos, el acceso a internet.

La realidad es que la operación propa­gandística de las autoridades del MEC cayó de bruces, porque el 50% de las escuelas y colegios del país no están en condiciones de albergar a los docen­tes y a los estudiantes. Muchas de ellas revelan un estado calamitoso y hasta peligroso, oficialmente 450 escue­las están con riesgo de derrumbe, y en general no garantizan el cumplimiento de los protocolos sanitarios, y tampoco se garantiza que las escuelas y cole­gios tengan el presupuesto suficiente para solventar los gastos extras que demanda el protocolo para cumplir la prevención, como el lavado de manos, alcohol, mascarillas, etc. Una vez más, estos gastos en su mayoría van a repo­sar nuevamente sobre los comités de padres de familia para que ellos sub­sidien al Estado, con la adquisición de estos productos.

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El otro bluf del MEC es el de la conec­tividad a internet para desarrollar las clases virtuales, al respecto 5.000 escuelas no cuentan con el servicio de internet y muchos de los hogares tam­poco contarán este año con la infraes­tructura necesaria en sus casas para cumplir este objetivo. Luego de casi todo un año de pandemia en el que se activó con la modalidad virtual, hasta el momento esta sigue siendo una deuda pendiente del Gobierno, no fue mejorada ni la tecnología, ni la didác­tica, ni la pedagogía necesaria para este tipo de enseñanza.

Aunque el protocolo sanitario para el inicio de clases ya fue socializado: como el lavado de manos antes de ingresar a la institución, el uso obliga­torio de tapabocas, mantener el distan­ciamiento de dos metros y la ventila­ción de las aulas son las principales normas establecidas en el protocolo, aún hay varias incógnitas con res­pecto a cómo se desarrollará el sistema híbrido en las instituciones públicas.

Otro bluf del MEC son los resultados de la encuesta a los padres de familia, sobre qué tipo de modalidad preferían, si virtual o presencial. El ministro de Educación, Eduardo Petta, anunció que el 51 por ciento de los padres de las escueles estaban a favor de la ense­ñanza presencial, pero nadie vio dicha encuesta, ni puedo auditar los paráme­tros de dicha medición. Sin embargo, orquestaron una medición en la cual ganaba una propuesta con un inte­resado estrecho margen, en realidad se buscó “legalizar” la decisión del retorno al modo presencial, sin que existan las condiciones mínimas.

En materia de educación, la pande­mia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 derrumbó mitos y obligó a innovar los sistemas educativos. Si algo se aprendió, como dijo el experto educador chileno Miguel Rivera Alva­rado, es que “la educación no necesita una escuela ni el aprendizaje de un aula”, y que llegó el momento de pen­sar en una nueva forma de educación, una escuela abierta para aprender e iniciar los cambios y transformacio­nes que demanda la sociedad. Para ello se impone iniciar las bases para la transformación del sistema educativo, desde el currículo, la formación de docentes con capacidades de satisfa­cer las nuevas demandas, un repensar de la pedagogía y la didáctica, a más de las nuevas tecnologías e infraestruc­turas necesarias para establecer esta nueva escuela.

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