La preocupación formulada ayer por un prestigioso epidemió­logo, Tomás Mateo Balmelli, al respecto del funcionamiento de los albergues instalados por el Gobierno para el desarrollo del aislamiento de los repatriados puso el asunto en su lugar: Un sitio de aislamiento no es una “colo­nia de vacaciones”; por lo tanto, deben establecerse todos los recaudos que per­mitan que tal espacio sea de custodia sanitaria y no un caldo de cultivo para la diseminación de la enfermedad.

La ubicación de los dormitorios, la disposición de los demás sistemas de relación entre los moradores de estos sitios dista de ser una garantía para que los que aún estaban sanos no ter­minen enfermos, expresó preocupado el respetado especialista que exhortó a las autoridades de Salud a asumir correcciones urgentes en este orden.

Por cierto y definitivamente si lo que se busca no es la estrategia denomi­nada “inmunización de manada”, como no se busca de acuerdo a todo lo que se ha informado hasta hoy, es dable que se escuchen las recomenda­ciones del Dr. Mateo de mejorar tales instalaciones y ofrecer a sus morado­res la garantía de no contraer la enfer­medad en sitios donde van para –por el contrario– aislarse del contagio o para evitar transmitir la enfermedad en el caso que regresaran como portadores del virus.

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Por otro lado, ha sido interesante la iniciativa, esta semana, de insta­lar una Comisión Especial de Con­trol de los Gastos Covid, aunque tal paso dado por el más alto estamento de la República, el titular del poder Ejecutivo, dejó al mismo tiempo el gusto amargo del fracaso de las orga­nizaciones de control que tiene el Gobierno y que siempre sostuvieron silencios cómplices, pese perorata del discurso anticorrupción que ejer­cían; un ejemplo claro es Petropar, cuyas investigaciones jamás arroja­ron duda alguna desde los “sabuesos” del Poder Ejecutivo y finalmente tuvo que derrumbarse todo a consecuencia de las evidencias de mala gestión ya insostenible operadas desde la propia ciudadanía.

Similar situación de inoperancia impune se vive en Educación, donde en reiteradas ocasiones se ha eviden­ciado la ausencia mínima de capacidad de sus gerenciadores en condiciones normales y mucho menos en estadío de emergencia como la que vivimos.

Por fin, ahora debemos confiar en la tarea del ministro de la Senad, para que supla a los órganos del Poder Eje­cutivo que no funcionan o no quie­ren funcionar, y solo resta desear al Sr. Giuzzio una exitosa tarea; de ella depende –en gran medida– que se siga sosteniendo la confianza en el funcio­namiento del sistema de salud en estos tiempos en que sí necesitamos confiar en los liderazgos.

Finamente, es muy importante que la ciudadanía, aun desconfiando de la cali­dad de la administración de los recur­sos, no baje los brazos en asumir las recomendaciones del Ministerio de Salud en materia de resguardo contra el Covid-19. Esta es una actitud que debe ser innegociable, porque como Nación no nos queda otra alternativa que avan­zar unidos como ciudadanos en relación a un norte que el Ministerio de Salud Pública nos marca y nos orienta.

Animamos nuevamente a sus autori­dades a que, igualmente, sigan avan­zando con determinación y carác­ter para ir quemando etapas, que este difícil camino de la guerra contra el coronavirus impone.

Los medios de comunicación vie­nen cumpliendo con un rol realmente extraordinario, firmes en el control y leales en el acompañamiento a las autoridades en sus iniciativas, para que el escudo sanitario siga lo más invulnerable posible o por lo menos no tomemos el tiempo que necesita­mos para que el sistema sanitario se encuentre en condiciones de soportar los momentos más críticos que pue­den llegar.

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