• Por Ricardo Rivas
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La maltratada aldea global convulsiona. Me atrevo a decir que Marshall McLuhan (1911-1937) –el primero entre los académicos en teorizar sobre sobre los medios a partir del impacto social de los constantes desarrollos tecnológicos aplicables a las comunicaciones– nunca imaginó que esto podría suceder.

Esto es lo que me sugiere la lectura y relectura reflexivas de “Understanding media: the extensions of man” (Comprender los medios: las extensiones del hombre), aquel ensayo que escribió en 1964 para consagrarse como un adelantado.

De hecho, McLuhan antes que la internet se popularizara –previo a ser asumida como “la red de redes”– advirtió a quienes quisieran oírlo sobre lo que entonces imaginaba como eventuales cambios que podrían verificarse en las prácticas sociales. Entre ellas las que hoy llamamos “bulos”, “fake news”, “noticias falsas” o, simplemente, putas mentiras, que las incluyó dentro de la “rumorología” que la Real Académica de la Lengua Española define como el “empleo o difusión de rumores”.

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Lo vio con claridad. ¡Primero! Supo que la aptitud global de los sistemas de comunicación –línea de partida para la llamada “globalización”– avanzaría hasta más allá del ecosistema o “galaxia” de los negocios y las finanzas para instalarse en la vida cotidiana. Algunos conceptos tales como tiempo y espacio estallaron en miles de fragmentos que, como metralla, tuvieron y tienen impacto en ciertos conjuntos sociales que –conectividad mediante– transitan una realidad mixta entre lo virtual y lo real.

AMPUTACIÓN

“Todos los medios son prolongaciones de alguna facultad humana psíquica o física”, predijo McLuhan en “El medio es el mensaje”, tal vez su obra más conocida. “Toda innovación tecnológica es literalmente una amputación de nosotros mismos a fin de que pueda ser ampliada y manipulada en pro de la fuerza y la acción social. Naturalmente, tal amputación va acompañada de un dolor”, agregó más tarde en “Guerra y paz en la aldea global”. Los poderosos tomaron debida nota de las conclusiones a las que arribó Marshall con sus estudios y observaciones que no dejaron caer en saco roto. Las prácticas operativas en procura del poder y mantenerse en él también cambiaron. Desde el inicio de la década de los años 90 –la última del siglo XX– la tecnología les abrió el camino para llegar a la ciudadanía (sus públicos) en forma directa. Con la ilusión de que fuera sin periodistas ni medios que medien. Y, por qué no, desde la idea de que, si “la política es el arte de lo posible”, como muchos aseguran que expresaron Aristóteles, Nicolás Maquiavelo, sir Winston Churchill o Otto von Bismarck, entre otros, no escasearon ni escasean quienes van más allá y, desde la praxis con sueños de impunidad, añaden a ese concepto que “posible, es todo”.

En ese contexto, en, de y desde esa convicción comenzaron a planificar y gestionar la política en muchos casos hasta nuestros días. Así es que vimos a presidentes como el argentino Carlos Menem (1989-1999) mientras jugaba al básquet con la selección de su país para ese deporte o al fútbol. O mientras conducía el programa periodístico televisivo “Tiempo nuevo”. Posible es todo.

Desde Guayaquil, Ecuador, en octubre de 1996, llegaron las imágenes del jefe de Estado de ese país, Abdalá Bucaram, quien acompañado de la banda uruguaya Los Iracundos y porristas, cantaba y bailaba ante 15.000 personas “El rock de la cárcel”, que dedicó “a los de pelo largo, a los aniñados, a los pandilleros, a las masas, al pueblo”. La señal de TV la generó y distribuyó el canal Telecentro.

“Un día vendrá en que no habrá ni tuyo ni mío / al recogernos en la noche, pensaremos que todos tienen cama / y cuando el viento sople y la lluvia arrecie sabremos que cada cual tiene su techo”, publicó aquella misma jornada el diario El Universo. Aquel periódico reportó como autor de ese poema al propio Bucarán, que también se autopercibía poeta. Posible es todo. Pero, el 7 de febrero de 1997, el Parlamento ecuatoriano lo destituyó por “incapacidad mental”.

EL AMOR Y NO LA GUERRA

¿Todo es posible? La actriz Elena Anna Staller –Illona Staller, La Chicholina– desde el cine para adultos pasó a la política. Fue electa diputada al Parlamento de Italia por el Partido Radical. Ejerció la banca entre 1985 y 1992. En pleno mandato, desde el programa televisivo argentino “Hola Susana” (Telefé), aquella legisladora, en procura de la paz, ofreció sin éxito al entonces presidente de Iraq, Sadam Hussein, hacer el amor “para que no haya guerra en el golfo”. Posible es todo.

“Estoy en contra de las guerras. Mi lema es ‘peace, love, no war’”, enfatiza Ilona Staller. “Si Putin firma un acuerdo de paz, le ofrezco una noche de sexo conmigo”, aseguró.

En el nuevo milenio y centuria, de la que transcurren 24 años, la situación se mantiene. Desde el 8 de enero de 2004, en la cadena televisiva estadounidense NBC, Donald Trump condujo con mano de hierro “El aprendiz”, su propio programa, en el que con frecuencia y en formato reality decía a algún participante “está usted despedido”. Fue una de sus herramientas comunicacionales para ser el 45.° presidente de los Estados Unidos entre el 20 de enero de 2017 y la misma fecha en 2021. Por estos días, condenado por la Justicia por 34 delitos penales, va nuevamente por la Casa Blanca en la elección que se realizará el 5 de noviembre próximo. Posible es todo.

La propia señora Staller (71), que ya no es diputada, pero conserva algo de su fama y se mantiene pacifista, en abril de 2006 y el 12 de marzo de 2023 también les propuso sexo al asesinado Osama Bin Laden y al presidente ruso, Vladimir Putin, que desde febrero de 2022 mantiene bajo fuego a Ucrania. “Estoy en contra de las guerras. Mi lema es ‘peace, love, no war’ (paz, amor, no a la guerra)”, dijo al diario El País y agregó que “si Putin firma un acuerdo de paz, yo le ofrezco una noche de sexo conmigo”. Posible es todo.

El pasado 22 de mayo, el presidente argentino Javier Milei, en el estadio Luna Park, volvió al escenario. Luego de presentar en ese icónico multiespacio porteño “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica”, su más reciente obra en su condición de economista y académico, interpretó “Panic show”, temazo de La Renga. Posible es todo. “Yo soy el rey de un mundo perdido / Soy el rey y te destrozaré / Todos los cómplices son de mi apetito / Hola a todos, yo soy el león / Rugió la bestia en medio de la avenida / Todos corrieron, sin entender / Panic show a plena luz del día”. Posible es todo.

El presidente Javier Milei presentó “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica”, su último libro, en el Luna Park. Luego, ofreció un show rockero. Entre otros cantó “Panic show”, un temazo de La Renga

UNA CRÓNICA FUNDACIONAL

Es muy probable que en sus poco más de 54 años, Antonio de Pigafetta, un noble nacido en Vicenza, nordeste de la región del Véneto, en Italia, en el siglo XV, nunca imaginara lo que habría de suceder con tan llamativa frecuencia algo más de quinientos años después. Hombre del Renacimiento que se ganó la vida como explorador, cronista y geógrafo contratado por la República de Venecia, fue el primero en redactar una detalladísima

crónica de lo que fue el descubrimiento de un estrecho en el sur del sur a través del cual se podía navegar desde el Atlántico al Pacífico.

Don Antonio –también caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, fundada en el siglo XI, también conocida a lo largo de la historia como Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden de los Caballeros Hospitalarios, Orden Hospitalaria u Orden de Malta– dejó de lado las acciones benéficas (o no) y se largó a navegar mares desconocidos como parte jerárquica de las tripulaciones de Fernando de Magallanes, marino portugués, y Juan Sebastián Elcano, navegante español.

Jóvenes contemporáneos en busca de aventuras, dinero y fama, llamaron a aquel delgado paso marítimo interoceánico como estrecho de Magallanes. “Notizia del Mondo Novo con le figure dei paesi scoperti” es el título del texto que con las experiencias de Pigafetta –como parte de los tripulantes de la expedición que “con cinco naos” comandaron Magallanes y Elcano– recibió antes que nadie la autoridad gubernamental veneciana.

Años después de aquel periplo, la obra, traducida al castellano como “Informes sobre el primer viaje de circunnavegación. Noticias de Mondo Novo con las cifras de los países descubiertos”, se ubicó en las más importantes bibliotecas especializadas en cuestiones marítimas. Las observaciones de don Antonio estaban en aquel libro de consulta para otros exploradores y finos estrategas.

AVENTURA DE LA IMAGINACIÓN

Poco se supo en el conocimiento popular sobre aquella obra hasta que, en 1982, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez la mencionó en el momento de agradecer el galardón. La categorizó como “una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación” increíble del autor. Pero, pese a ello, sostuvo que en ese “libro breve y fascinante (...) ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy”.

Destaca luego en aquel discurso, que García Márquez tituló “La soledad de América Latina”, a los cronistas de Indias que nos legaron “el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos”. Y de entre ellos destaca la leyenda de “El Dorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, (que) figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos” de entonces y hasta “la fuente de la eterna juventud”, que impulsó a Alvar Núñez Cabeza de Vaca a explorar “durante ocho años el norte de México, en una expedición venática”.

En ese contexto, aquel grande de la literatura universal y colega periodista, sin embargo, lamenta que “la independencia del dominio español no nos puso a salvo (a la población de Latinoamérica) de la demencia” y recuerda, entre otros increíbles sucesos, al “general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, (e) hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada guerra de los Pasteles”.

La enumeración de Gabo incluye también al “general García Moreno, (que) gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial”; alude luego al “general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que (...) hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina” y no deja fuera del recuerdo el “monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, (que) es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas”.

¿INEVITABLE?

Todo es historia. Ni buena ni mala. Simplemente, historia. Ya pasó o “ya fue”, como dicen muchos. Es inevitable. ¿Inevitable? Pienso en Einstein. Sostuvo que “el tiempo es una ilusión”. Y fue más allá cuando se preguntó y nos preguntó “¿por qué no podemos recordar el futuro?”. ¿Qué responder?, me pregunto desde aquella lectura. ¿Vale la física para saber qué decir ante este interrogante histórico y social?

El principio de la razón suficiente nos induce a pensar que todo ocurre por una causa y, si es así, la causa precede al efecto. Pienso en las crónicas de Pigafetta. Y en las reflexiones de Gabo como una especie de constante que explica, que dice y sugiere a partir de aquellos sucesos increíbles que reseña y sucedieron entre fines del siglo XIX y el inicio del XX.

¿Fueron causas o efectos, enormísimo maestro? También vuelven a mí las reflexiones de Aristóteles que, según coincidentes y numerosos autores, significó a la política como “el arte del bien común” porque la formación de cualquier polis (en Grecia un estado autónomo constituido con una ciudad y un territorio – RAE) requiere de un bien común porque “el fin de la polis es el vivir bien”. ¿Todo es posible?.

Abdalá Bucaram, presidente de Ecuador, canta en concierto “El rock de la cárcel” ante 15.000 personas. Meses después fue destituido por el Parlamento por “incapacidad menta



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