• Por Vivianna Insaurralde
  • Fotos. Gentileza

Riesbri es una artista con un múltiple sentido de pertenencia, pues nació en Paraguay, creció en Brasil y actualmente reside en Montreal, lo cual influyó profundamente en su práctica artística. Combinando carpintería, fundición, metalurgia, cerámica, pintura y diseño, Riesbri crea diálogos únicos entre elementos abstractos y formales.

En este diálogo, Riesbri, cuya muestra fue habilitada el pasado 17 de mayo en la Galería Arte Actual (Lillo 1273 casi Senador Long), habla de su relación con el arte y las expectativas que tiene sobre el ansiado encuentro con el público paraguayo.

–Vivir en otro país creando esculturas y pinturas desde un punto de vista biográfico configuran tu sello personal…

–Sí, exactamente. Mi trabajo es muy personal e intrínsecamente biográfico. Creo que la lejanía solo me impulsó a adoptar más mi identidad paraguaya como sello artístico. Antes de vivir en Canadá, yo vivía en Brasil y siempre fui vista como la extranjera a pesar de querer incluirme en las costumbres locales. Al llegar a Canadá, quise mucho ser vista como canadiense, pero con mucho estudio y reflexiones entendí que no puedo mudar quien verdaderamente soy.

–¿Por qué el nombre Riesbri y qué significa?

–Estudiando la historia del arte me di cuenta de que no se le da el mismo valor a artistas mujeres y no quise usar mi nombre para que no me tomen sin seriedad por simplemente ser mujer. Por eso adopté un seudónimo que es nada más que mis dos apellidos abreviados y juntos. Un nombre que no tiene género ni bagaje.

COSTUMBRISMO

–En tus pinturas se ve reflejado mucho costumbrismo local. ¿Qué evoca esto en tu memoria?

–Me evoca muchas cosas. Por un lado, el techaga’u, el romanticismo de una vida lenta, pero feliz; el saber hacer con poco, el poder de adaptación, el trabajo, la comunidad, pero al mismo tiempo un sentimiento de mediocridad y de aceptación seguido de una ansiedad ecológica.

–En tus pinturas aparecen muchos animales de la fauna paraguaya. ¿Los pintás con colores intensos con alguna intencionalidad?

–Yo no nací en los tiempos de la llegada del internet, pero cuando tuve la ocasión crecí pegada a la computadora entre videojuegos y dibujos animados. Los colores hacen parte de mi cotidiano personal. Uso la intensidad de los colores como un instrumento de tecnología. Estos pigmentos marcan mucho lo que es el arte contemporáneo y siempre estoy buscando nuevas tecnologías que me ayuden a producir un arte que es intensamente contemporáneo. Además de los colores, también uso el aerógrafo. Soy fanática de los productos de Golden Paints y quisiera mucho que mis colegas de aquí pudieran acceder a estos productos de tan buena calidad.

–¿Cómo nació tu inclinación al arte?

–Nací en Asunción y, al parecer, con algunos días de nacida ya mostraba una curiosidad y agilidad manual al tratar de quitarle las pelusitas a la toalla que me enredaba. Dibujaba y pintaba mucho durante mi infancia, pero fue en Canadá, al ingresar a una escuela de ciencias y artes visuales, donde me enamoré del barro y de la escultura. Dejé las ciencias y me puse a estudiar artes visuales y luego bellas artes en la Universidad Concordia.

IDENTIDAD

–¿De qué manera abordás el tema de la identidad en sus obras?

–Por ser todo muy biográfico, no puedo huir del tema de la identidad y tampoco me quejo. Trato sobre todo con temas de identidad paraguaya, identidad migrante, temas de diversidad, temas de ancestría, temas de género, temas de feminismo, temas de interseccionalidad, temas de anticolonialismo y antiimperialismo.

–¿Cuál ha sido la recepción de tus obras en el Museo de Quebec?

–Mi primer “solo show” es mi mayor frustración. Mi muestra cayó en el comienzo de la pandemia, en marzo de 2020, y justo al terminar de preparar la muestra, todo se cerraba a causa del pánico general. No sé cuál fue la recepción de la muestra porque no podía estar ahí con nadie. Fue una muestra muy fantasmagórica.

–¿Qué camino transitaste y qué te gustaría seguir explorando?

–Siempre me identifico con la canción “Mi retorno”, que cantaba Luis Alberto del Paraná. Una persona paraguaya que deja su tierra en búsqueda de saciar el alma, pero que siempre vuelve a sus raíces. Aunque tenga una fuerte inclinación al nomadismo y mucha curiosidad, continúo trotando por el mundo con mi identidad paraguaya fuertemente incrustada en mi alma. En un futuro no tan lejano quisiera cursar una maestría en escultura en Yale, Estados Unidos.

–Utilidad y rebelión ¿a qué hacen referencia?

–Hacen referencia a una filosofía y a un libro que me marcó mucho titulado “Fenomenología queer”, de Sarah Ahmed, en el cual explora el concepto de “orientación” en relación tanto a la sexualidad como al espacio, examinando la construcción del “Oriente” desde una perspectiva occidental y sus implicaciones en la racialización. Ahmed reflexiona sobre la ubicación temporal y espacial de los cuerpos. En este orden de ideas, traigo esculturas de objetos utilitarios en los cuales les quito su utilidad y juego con sus dimensiones para desorientar el espacio.

EXPECTATIVAS

–¿Qué expectativas te genera esta muestra que estás presentando en Paraguay?

–Mi público es el público paraguayo y estoy más que contenta de poder mostrar mi trabajo aquí, de ver a personas que miran mis obras y las entienden sin tener que dar una explicación. Todo lo que yo quería con esta muestra es conectarme con mi público.

–Además de tus pinturas, ¿qué otras obras estarán expuestas?

–También podrán ver esculturas en cerámica. Pude trabajar en tres dimensiones gracias a los queridísimos del taller de cerámica Tessi Meraki que me acogieron muy bien y me prestaron su espacio para poder crear. Inclusive, una de las obras en cerámica es una colaboración que hicimos en el taller junto a Esteban Duarte Silva, el torneador de oro de Tessi Meraki.


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