Un grupo de instructores y entusiastas de los paramotores brindan a los amantes de las aventuras la oportunidad de volar por los cielos y contemplar el bello paisaje del lago Ypacaraí y su entorno con plenas garantías de seguridad y de que la experiencia será inolvidable.

La llegada de unas camionetas 4 x 4 nos dan los indicios de que estamos llegando al lugar. Ubicado a menos de 40 kilómetros de Asunción, en la ruta que une Itauguá con Areguá, el Polo Club de Patiño es un refugio de los espíritus ávidos de aventuras. Además de los bulliciosos integrantes del club de vehículos todoterreno, un grupo de cuatro amantes de los paramotores realizan los preparativos para una jornada más de un rito de los fines de semana que está abierto a las personas que deseen formar parte de él.

Cuando arribamos al sitio, uno de los navegantes del aire se encontraba testeando el comportamiento del viento maniobrando los parapentes mientras el resto bajaba y cargaba combustible a las máquinas. Ahmed Nabile, un empresario egipcio de 44 años residente en nuestro país e integrante de Paramotor Asunción, ponía a punto los equipos para el vuelo que habíamos programado con anticipación.

Una manga de viento izada al borde del descampado señala la dirección de la corriente: un fuerte y poco propicio viento sur. Pero esto no es impedimento para volar, sino apenas un escollo más que añadirá emoción al ascenso.

SEGURIDAD

El paramotor está considerado como la forma más liviana, fácil y sencilla de aviación motorizada que, además de ser una de las más seguras, es también la más económica. No obstante ello, el ensamblaje de una de estas máquinas puede costar hasta 18.000 dólares. Un paseo en este aparato, que de acuerdo a las condiciones del tiempo puede llegar hasta la ciudad de San Bernardino a una altura de 500 metros, tiene un costo de G. 250.000 por persona y de 450.000 por pareja. El tramo que se realiza es de diez kilómetros y dura entre siete y diez minutos.

Además de los paseos en el carro, también se brindan cursos para las personas que deseen volar solas, que tienen un costo de USD 500 dólares y constan de cinco a diez sesiones, de acuerdo a la capacidad de cada uno de ir superando el miedo. En este sentido, Ahmed anima a quienes deseen hacer el intento a atreverse, pues esta modalidad brinda plenas garantías de seguridad, ya que en el muy poco probable caso de que el motor pare o sufra una avería, el navegante y el equipo bajan apaciblemente amortiguados por el paracaídas, que además del principal tiene uno auxiliar en caso de que se presente alguna emergencia.

TESTEO

Antes de volar con los acompañantes, los especialistas realizan primero vuelos individuales para testear las condiciones atmosféricas. Al escuchar a través de la radio los reportes sobre los fuertes vientos y la turbulencia, mi ánimo enflaquece de súbito y me dan ganas de echarme atrás. Entonces le digo a nuestro reportero gráfico que sería más conveniente que vuele él para ofrecer a nuestros lectores las mejores tomas aéreas y que yo podría arreglarme con las explicaciones y lo visto desde tierra para hacer un breve texto explicativo que acompañaría el álbum que lo tendría de protagonista. “Es una nota más visual”, intento justificarme. Para mi plena tranquilidad, Eduardo responde entusiasmado a mi propuesta.

Ahmed explica que, además del viento y la turbulencia, hay un denso techo de nubes, por lo que no elevarán los motores a la máxima capacidad de altura. Para dar una idea de la situación, señala que la velocidad máxima del viento para volar con seguridad es de 30 km por hora, mientras que en ese momento los aparatos de medición arrojaban una velocidad de 25 km.

Luego detalla que los motores de los parapentes para una persona tienen una potencia de 110 CC y otro de 250 CC con una frecuencia de rapidez de 15.000 revoluciones por minuto, en tanto que el carro para dos personas es de 330 CC. El ingenio puede viajar hasta a 60 km por hora y tiene un peso total de 60 kilos con la capacidad de transportar hasta 500 kilos, por lo que el abanico de personas que pueden participar es muy amplio. Otra ventaja es el rendimiento y autonomía de las máquinas, que cuentan con un tanque de 40 litros y consumen un litro y medio por hora.

INICIACIÓN

Sobre hace cuánto tiempo se dedica a este deporte y cómo surgió su interés en él, rememora que cuando vivía en Egipto su pasatiempo preferido era hacer volar aeroplanos a control remoto y que de a poco su afición de controlar el artefacto desde la tierra fue mutando al deseo de volar él mismo.

Así, hace 10 años durante un viaje a Tailandia conoció a un grupo de paracaidistas que se lanzaban desde las montañas. Desde el primer momento le gustó, lo probó y quiso seguir con esta práctica. En cambio, para hacerlo debía viajar más de 400 km hasta la montaña más cercana a su residencia en El Cairo, por lo que en los paramotores encontró el equilibrio perfecto entre los costos de saltar de un avión y de realizar un viaje de semejante distancia.

Pero cómo alguien a quien le queda lejos viajar 400 km termina parando a más de 11.000 km de distancia. Ahmed cuenta que el contacto inicial con Paraguay se dio cuando se dedicaba a la importación de carne paraguaya, pero que hace cinco años decidió instalarse definitivamente en nuestro país debido a la mayor tranquilidad y estabilidad económica.

Como ejemplo contrapone la situación de Egipto, que tiene una tasa de inflación que ronda el 40 %, por lo que los ingresos de la población se esfuman rápidamente. Ante la consulta sobre cómo marcha su país tras la Primavera Árabe, se muestra firmemente partidario del orden de cosas anterior al derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak, quien gobernó por casi treinta años.

CASUALIDAD

Respecto a cómo se unió a la cofradía de los paramotores en Paraguay, recuerda que se dio casualmente cuando volvía de Ciudad del Este. Como opción para evitar el tráfico de la Ruta PY02, el GPS lo dirigió a la ruta Areguá-Patiño. Así, se cruzó con un vehículo que viajaba en sentido contrario y que transportaba un paramotor, por lo que le tocó la bocina insistentemente y le hizo señales de luces para detenerlo, pero el conductor siguió su camino. Entonces decidió seguirlo. Cuando al fin pudo alcanzarlo, el extraño ya estaba llegando al Polo Club de Patiño. Al abordarlo le extendió su permiso de la Federación Aeronáutica Internacional (FAI), a lo que su interlocutor respondió con una sonora carcajada manifestándole que en nuestro país no necesitaba ninguna credencial para volar e incluso le prestó el aparato para que pueda usarlo sin ningún costo.

Al ver las facilidades que ofrecía nuestro país para practicar esta disciplina, decidió importar las piezas para armar el artefacto. Cuando no sabe cómo hacerse entender en español, Nabile intercala las explicaciones con algunas frases en inglés. “I like the freedom of Paraguay’s airspace” (me gusta la libertad del espacio aéreo de Paraguay), enumera como otra de las razones por las que decidió instalarse en nuestro país, donde es propietario y cocinero jefe de 3 Pirámides, un emprendimiento de comida rápida árabe ubicado en la ciudad de Villa Elisa.

ANÉCDOTAS

Entre algunas anécdotas que le depararon este apasionante pasatiempo, recuerda que en una ocasión se encontraban en Tailandia y en el intento de salir de una zona de mucha turbulencia sin darse cuenta cruzaron los límites del país y terminaron aterrizando en un estadio de Laos, donde fueron detenidos por la policía. Siendo extranjeros que no hablaban el idioma, que habían cruzado sin hacer los trámites migratorios, sin portar ninguna documentación y sin un permiso para usufructuar el espacio aéreo, quedaron convertidos en presa fácil de los agentes, que les exigieron el pago de 1.000 dólares para ser liberados.

a la cárcel porque entrar al país sin hacer migración’. Yo dije ‘¿qué?’. Yo imaginaba en mi cabeza que la cárcel en Laos, un país comunista, era súper desastre”, rememora entre risas lo que en su momento fue una experiencia de terror.

“Ya te digo. Kóa campeón ñembotavyhápe”, comenta Paola, su pareja paraguaya, y Ahmed la mira sin entender, aunque advirtiendo que había salido con una de sus ocurrencias. “Ella estar loca (sic)”, dice haciendo el gesto de trazar remolinos alrededor de la oreja.

EN LA CÚSPIDE

Entonces llegó mi turno de volar. Jorge Silva, un correntino que tras la pandemia cerró su negocio en la Argentina y se afincó en nuestro país, donde creó Paraguay Fly, se ofrece para llevarme. Tras colocarme los accesorios de seguridad, arrancamos y realizamos un despegue limpio sobrevolando el lago Ypacaraí. Cuando nos estabilizamos a la altura máxima que permitía el techo de nubes, de pronto dejo de escuchar el motor. Intento ignorar el hecho, pero superado por la impaciencia le pregunto por qué el aparato quedó en silencio.

“No, no paró. Para eso son los audífonos”, aclara a fin de tranquilizarme. La niebla cubre cada vez más el espejo de agua, que al llegar a cierta altura es apenas visible. “Entonces así se siente volar”, me digo a mí mismo mientras me siento en la cúspide del universo. Poco después iniciamos el descenso ya bien avanzado el ocaso. En ese momento le doy la razón a Gabo cuando decía que el nuestro es el mejor oficio del mundo.

¿QUERÉS VOLAR?

Días: sábados y domingos

Hora: 15:00 a 17:30 (horario de invierno) y 15:00 a 20:00 (horario de verano)

Lugar: Polo Club de Patiño, Itauguá

Contacto: (0982) 137-431



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