Jack Ewing. FRANCFORT.

La automotora francesa anunció que va a cerrar líneas de ensamblaje y a abandonar China a causa de la caída en las ventas. Se espera que otros fabricantes de autos tomen duras medidas similares.

Unas ocho millones de personas en todo el mundo se ganan la vida fabricando autos y camiones. Cada vez es más claro que no todas ellas saldrán con trabajo de la pandemia.

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El 29 de mayo, la automotriz francesa Renault anunció un plan de emergencia para reducir costos que probablemente sirva como una plantilla lúgubre para una industria que ya estaba en graves problemas antes de que el coronavirus casi paralizara las ventas.

15.000 EMPLEOS EN TODO EL MUNDO

Renault señaló que va a recortar unos 15.000 empleos en todo el mundo (alrededor del ocho por ciento de su fuerza laboral) y que se va a salir de China. La empresa también prometió una reducción drástica de la producción en vista de que intenta sortear “la mayor crisis que haya visto la industria automotriz”.

Renault ha sido muy golpeada por la pandemia. Sus ventas en la Unión Europea, el principal mercado de la empresa, cayeron casi un 80% en abril, cuando cerraron las concesionarias y la mayoría de los compradores dejaron de salir de casa.

“No solo se trata de Renault”, comentó Peter Wells, director del Centro para la Investigación de la Industria Automotriz de la Universidad de Cardiff, en Gales. “Hay demasiadas fábricas, demasiados modelos, demasiadas concesionarias. Una crisis como esta expone de manera despiadada las vulnerabilidades de estas empresas”.

OTRAS AUTOMOTRICES

El 28 de mayo, Nissan, la socia de Renault en una alianza automotriz mundial, señaló que va a cerrar fábricas en Indonesia y España para eliminar una quinta parte de su producción de autos. El anuncio llegó después de que Nissan reportó una pérdida de 671.000 millones de yenes (6300 millones de dólares) para el año fiscal que terminó en marzo.

En abril, Volvo Cars anunció que va a eliminar 1300 puestos de cuello blanco en Suecia, donde se encuentra su sede. Otras automotoras, como Fiat Chrysler y PSA, la cual fabrica los vehículos Peugeot, Citroën y Opel, estarán bajo presión para realizar reducciones similares.

El año pasado, las automotrices estadounidenses recortaron miles de empleos y no han anunciado nuevas rondas de despidos a causa de la pandemia. Recientemente empezaron a acelerar la marcha de la producción después de un periodo de cierre de las fábricas para evitar la propagación del coronavirus.

General Motors planeaba aumentar los turnos diarios a partir del 1 de junio de uno a dos en tres plantas de vehículos utilitarios deportivos y de dos a tres turnos en tres plantas de camiones. El incremento se debe a reportes de las concesionarias de una disminución en los inventarios de ciertos modelos.

Toyota, Honda, BMW y otras automotrices extranjeras también han reabierto sus plantas en Estados Unidos. Esta semana, tanto GM como Fiat Chrysler han comenzado a reanudar la producción en México.

MEDIDAS

Aunque las plantas están produciendo vehículos de nueva cuenta, las automotrices aún no han relajado algunas de las medidas para reducir costos que pusieron en vigor en marzo, cuando el virus comenzó a propagarse con rapidez. Algunas de estas medidas son recortes a los sueldos de los ejecutivos y la suspensión de los dividendos para los accionistas.

No obstante, debido a que la recuperación de la demanda a los niveles previos a la pandemia podría tardar años, ni siquiera las automotoras estadounidenses podrán evitar más recortes dolorosos, opinó Wells.

El recorte de empleados en las automotoras resuena más allá de estas empresas, pues afecta a otros negocios, como los fabricantes de autopartes, las concesionarias, las aseguradoras, los talleres mecánicos e incluso los bares y los negocios que venden comida afuera de las fábricas. Debido a las inmensas repercusiones económicas, los sindicatos y líderes políticos están oponiendo una resistencia férrea al cierre de las plantas.

LA INTRANQUILIDAD YA HA COMENZADO EN EUROPA

En Barcelona, algunos de los 3000 trabajadores que perderán sus empleos en la fábrica de Nissan quemaron neumáticos afuera de las instalaciones y marcharon en protesta.

Los trabajadores de una planta de Renault en Maubeuge, al norte de Francia, hicieron un paro de labores inmediatamente después del anuncio de los recortes laborales el 29 de mayo. La automotriz está considerando fusionar la planta de Maubeuge, donde trabajan más de 2000 personas, con una planta cercana en Douai para producir vehículos comerciales ligeros y autos eléctricos.

Renault indicó que también va a hacer recortes en mercadotecnia e investigación y en desarrollo, y a detener la expansión de fábricas en Rumania y Marruecos.

El 29 de mayo, Fabien Gâche, un representante de CGT, el rígido sindicato de Renault, mencionó que la automotriz estaba reduciendo empleos, pero que no tenía “una estrategia firme y determinada”.

“Es la continuación de lo que hemos visto en Renault desde hace unos quince años, por desgracia”, comentó Gâche en una conferencia de prensa.

El conflicto laboral se suma a los costos iniciales de la austeridad corporativa y reduce los ahorros totales. Renault afirmó que va a gastar 1200 millones de euros (1300 millones de dólares) en pagos de indemnización y otros gastos relacionados con el plan anunciado el 29 de mayo.

SITUACIÓN DELICADA

Las automotoras están en una situación delicada porque le están pidiendo ayuda al gobierno y, al mismo tiempo, están dejando sin trabajo a miles de personas. El anuncio de la reducción de empleos llegó tan solo tres días después de que el gobierno francés prometió 8.000 millones de euros para fomentar las ventas de autos eléctricos y ayudar a las automotrices a desarrollar nuevas tecnologías digitales.

El gobierno francés posee el quince por ciento de Renault, y es poco probable que la empresa haya formulado el plan de reducción de costos sin consultarlo con líderes políticos. El 29 de mayo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, no dijo nada sobre el plan de Renault. Su oficina se negó a ofrecer comentarios.

Según Renault, más o menos una tercera parte de la reducción de empleos se dará en Francia. La empresa, con unos 180.000 empleados en todo el mundo, disminuirá de 4 millones a 3,3 millones la cantidad de autos que produce al año, un reconocimiento de que la industria automotriz tiene demasiado espacio sin usar en las fábricas para satisfacer la demanda de los consumidores por sus vehículos.

La crisis económica a causa de la pandemia ha provocado que las automotrices se enfoquen en los mercados donde tienen más fuerza. Sin embargo, también podrían estar interrumpiendo su crecimiento.

MERCADO CHINA

El 29 de mayo, Renault declaró que va a dejar China, con la venta de sus acciones en una empresa conjunta con Dongfeng Motor. La semana pasada, Nissan declaró que va a reducir su presencia en Europa y se va a concentrar en Japón, China y Estados Unidos como parte de un plan para delinear de una forma más clara la división del trabajo en la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi.

Los autos de la marca Renault nunca fueron muy populares en China. No obstante, China es uno de los pocos lugares con potencial para un crecimiento considerable. En ese país asiático, la cantidad de gente propietaria de automóviles sigue siendo baja en comparación con Estados Unidos y Europa, donde las ventas prácticamente se han estancado durante años.

Ford, GM y Fiat Chrysler han reportado recuperaciones constantes en China, donde se originó el brote del virus.

“Creo que el mercado chino se recuperó relativamente más rápido de lo esperado”, comentó Mike Manley, director ejecutivo de Fiat Chrysler, en una conferencia telefónica celebrada en mayo. Sin embargo, Manley predijo una recuperación más dispareja en Europa, en especial en los países más golpeados, como Italia, el mercado más fuerte para los autos de la marca Fiat.

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