Michael J. de la Merced

El 22 de octubre, McKinsey & Company quedó bajo la luz de los reflectores después de que The New York Times informó que la consultoría había preparado un informe que tal vez haya contribuido a los esfuerzos de Arabia Saudita por encontrar a sus críticos en línea.

Después de que en el 2015 el país anunció medidas de austeridad económica con la esperanza de compensar los bajos precios del petróleo y contener la creciente brecha presupuestaria, McKinsey midió la recepción pública de las políticas. El informe de la empresa destacó a tres personas que dirigieron la conversación negativa en su mayor parte sobre las medidas en Twitter. Posteriormente, uno de estos usuarios de Twitter fue arrestado y un segundo señaló que habían detenido a dos de sus hermanos y que su teléfono celular había sido hackeado. La cuenta de un tercer usuario, que era anónimo, fue cerrada.

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En un comunicado, McKinsey mencionó que el informe era un documento interno que se basó en información disponible al público y que no había sido preparado para ninguna entidad gubernamental. McKinsey afirmó que no había encontrado ninguna evidencia de que se hubiera dado un mal uso al informe, pero agregó que estaba “horrorizada ante la posibilidad, por remota que fuera”, de que el documento hubiera tenido injerencia en la aplicación de medidas severas contra los disidentes. La empresa señaló que estaba investigando cómo se había compartido el documento.

CRÍTICAS DURAS

Este año, McKinsey recibió críticas muy duras por el papel que tuvo en un enorme escándalo de corrupción gubernamental en Sudáfrica, el cual provocó la renuncia del ex presidente del país, Jacob Zuma. La crisis resultante fue la más grave de McKinsey en sus 92 años de historia.

McKinsey también dejó de trabajar para el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos después de que los empleados de la agencia comenzaron a cuestionar el papel de la empresa tras la revelación de que esta había obtenido más de 20 millones de dólares para realizar trabajos de consultoría para el órgano.

La decisión de cortar lazos con la agencia migratoria llegó en medio de un descontento generalizado por la política de “cero tolerancia” del gobierno de Trump hacia la inmigración ilegal, la cual provocó que se separara a niños de sus padres.

El que se le relacione con otra iniciativa gubernamental manchada por el escándalo podría generar un mayor perjuicio a McKinsey a nivel de sus finanzas y su reputación. Tras los problemas en Sudáfrica, varios clientes, entre ellos la división de Coca-Cola en el país, mencionaron que dejarían de hacer negocios con McKinsey hasta que concluyeran las investigaciones.

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