ANDREW ROSS SORKIN

Esta primavera escribí una columna en la que sugería que alguien debería tratar de comprar Remington, una de las fabricantes de armas más viejas y grandes de Estados Unidos, y transformar esta empresa en un modelo de fabricación de armas avanzado y responsable.

Un inversionista sorpresivo hizo una oferta para hacer justo eso. Tal vez no es de extrañar que la gerencia de Remington la haya rechazado.

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La propuesta vino de la Nación Navajo, una de las tribus nativas estadounidenses más grandes en el país, con más de 350.000 miembros y tierras que se extienden más de 69.929 kilómetros cuadrados en Arizona, Nuevo México y Utah.

La Nación Navajo –que controla un fondo de inversión de 3.300 millones de dólares– envió una carta a Remington en mayo ofreciendo comprar la empresa de 475 millones de dólares en 525 millones de dólares, según un borrador de la carta que revisó The New York Times. La tribu planeaba pagar la compra en efectivo.

El plan de la Nación Navajo para Remington era novedoso: tenía la intención de darle un giro a la empresa alejándola de su negocio orientado al consumidor, que incluía reducir la venta de armas del estilo AR-15, que se usan con frecuencia en tiroteos masivos, para concentrarse en contratos con la policía y la defensa.

La tribu planeaba usar las ganancias de esos negocios para invertir en la investigación y el desarrollo de “armas inteligentes”: con tecnología de lector de huellas digitales o de otro tipo para que nadie, a excepción del comprador, pueda usarlas. Las armas inteligentes hasta ahora no han logrado progresar mucho en las empresas fabricantes de armas más importantes, las cuales reciben presión de grupos como la Asociación Nacional del Rifle.

No sabemos si la propuesta de la tribu habría funcionado, claro está, pero la Nación Navajo habría tenido una ventaja en las ventas de contratos con la policía y el Ejército. Además de que un porcentaje determinado del negocio gubernamental debe ir a empresas que son propiedad de minorías, la ley de incentivos para nativos estadounidenses también les confiere otras ventajas, según la Asociación de Abogados de Estados Unidos.

Las únicas armas que la Nación Navajo planeaba vender a los consumidores eran las armas largas como los rifles y las escopetas que usan los cazadores.

“Los navajos son una comunidad de veteranos y gente de la tierra”, afirmó el abogado de la tribu, Drew Ryce, en un correo electrónico. “Somos indiferentes a las AR-15 y nos sentimos felices de dejar ese negocio atrás”.

La tribu veía la compra de Remington como una forma de invertir también en su gente.

“Los navajo tienen un desempleo del 70 por ciento”, escribió Ryce. “En los próximos años cambiaríamos las partes del montaje (es decir, aquellas para trabajadores menos calificados) del negocio a la reserva”.

A largo plazo, dijo, la tribu habría creado el tipo de operaciones de maquinaria pequeña que suministran muchas partes de la empresa. “Habríamos establecido esta maquinaria particular de partes específicas en la reserva, así como el ensamblaje y envío de productos”, comentó Ryce.

Remington, que surgió de la quiebra esta primavera, no es una empresa que cotice en la bolsa. En su mayoría, es propiedad de la firma de inversiones Franklin Templeton, que era un acreedor antes de la quiebra. JP Morgan Chase es propietaria de una pequeña porción de la empresa como resultado de un préstamo que otorgó anteriormente. Si Remington hubiese aceptado la oferta, ambos acreedores habrían podido salir con prontitud de una inversión que trajo consigo atención indeseada.

Remington no respondió a preguntas sobre la oferta. En una declaración, la empresa señaló que todas las ofertas se sometieron a un comité de revisión nombrado por su consejo de administración, seleccionado por los accionistas. “Todas esas oportunidades se están enviando y se enviarán al comité para revisión”, afirmó la empresa.

Un vocero de Franklin Templeton se negó a hacer comentarios, al igual que un vocero de JP Morgan Chase.

Remington rechazó la oferta la semana pasada después de haber retrasado una respuesta formal durante casi dos meses, según un comunicado de Christopher Wu, presidente de Teneo Restructuring, un banquero de la Nación Navajo.

“La conversación fue cordial”, afirmó, en relación con una llamada que recibió del abogado general de Remington en respuesta a la oferta. “Transmitió el mensaje oficial del consejo que nos agradecía nuestro interés en llevar a cabo una transacción estratégica. Nos hizo saber que, en este momento, la empresa no está preparada para interactuar con terceros y que requería tiempo después de su reestructuración para evaluar su negocio”.

Cuando preguntó sobre el retraso, escribió, le dijeron nuevamente que Remington no estaba preparada para interactuar con terceros. No se mencionó que el precio de la oferta fuera muy bajo.

Wu dijo que Remington había ofrecido lo que podría interpretarse como una ofrenda de paz al afirmar que revisarían la oferta el año próximo. No obstante, dada la política de la tribu –las elecciones primarias de la dirigencia se llevarán a cabo el mes próximo– no hay certeza sobre si sería posible hacer otra oferta en el 2019.

Tal vez fue inevitable que un ofertante como la Nación Navajo. Con planes tan ambiciosos fuera rechazada –claramente cambiaría drásticamente la gestión corporativa–, pero sería una pena que Remington y sus inversionistas no reconsideraran la oferta y la enorme oportunidad que representa.

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