Era una época lejana, casi mística, olvidada en el tiempo de cuando las almas hace mucho duermen su sueño de paz infinita. Y, sin embargo, los recuerdos aún persisten en el subconsciente y vagan por las noches oscuras como fantasmas, ocultos en gritos de desesperación, de miedo, de dolor y lágrimas de madres que en vano intentan atropellar al enemigo para defender a sus pequeños dibujados de soldaditos.
Son los héroes de Acosta Ñu, los mártires, diezmados, que arrojan las pocas piedras que quedan a esos salvajes cambá que beben su locura de sangre, mientras las llamas danzan en los campos y, como eco, se escucha la risa delirante del comandante D’Eu como bandera flameante de terror.
La vergüenza es demasiada. Ni la guerra ni la crueldad tuvieron límites. Y podrán pasar mil años, pero el estigma de aquellos que se arrogaron el poder absoluto de creerse dioses se vuelve en su contra y sus propios ciudadanos le dan la espalda a la razón.
Los grandes generales de antaño, de sables relucientes y uniformes recién planchados tintinean sus medallas que suenan a burla. Ostentación de champán en salones de baile danzan su torbellino pretendiendo sepultar la memoria enferma de pecado.
Más de un siglo y medio después, a pesar de que esa vil mancha en la historia permanece aberrante como una cicatriz perenne, la nueva generación de niños –como un milagro– aprendió de nuevo a reír. Y en la alfombra verde de los prados de hoy las florecillas multicolores se despiertan y crecen y juegan traviesas con el viento, pero nunca olvidan.
Y no una, sino dos guerras quedaron atrás. Todos esos niños de ayer que combatieron con bravura hoy corren libres, jugando a las escondidas, escuchando cuentos de sus mayores, reencontrándose con su amado perro que furibundo mueve la cola con fiel entusiasmo.
Pero la guerra continúa. En medio de tablets y celulares, las galletitas y el vasito de chocolate, el nuevo enemigo se esconde y por momentos tiende una rebanada de torta y cuando nadie ve, ofrecen una inocente bolsita de polvo blanco.
Acosta Ñu quedó atrás, no olvida, pero las batallas nuevas son otras, diferentes, con tanta ignominia como la de los cambá, aunque hoy todos sean blancos.
No pasa un día sin que la docena de niños abusados forme parte de una nueva camada. Los datos recabados por el Ministerio Público evidencian la vergüenza. Las flores de niños y niñas son arrancadas del jardín y las raíces se secan para siempre como las lágrimas que no volverán.
Es la guerra que no se detiene. Como los niños indígenas, que aún pululan por las calles con sus hermanitos en la cintura, mendigando mendrugos y monedas. Y cuando llega la noche, bajo la carpa del silencio, esos niños que anduvieron descalzos reciben las caricias mezcladas con alcohol.
Las estadísticas son contundentes: la mayoría de sus familiares son los responsables de los abusos. Pero la diversión no termina en esos minutos de lujuria, esos niños también deben cargar a sus pequeños durante los próximos nueve meses.
Autoridades sin autoridad real fingen interés, siempre tienen mucho trabajo perdiendo el tiempo haciendo nada; poderosos sin poder y menos querer ponen el cable para distraerse de sus pesadas obligaciones para cobrar el salario a fin de mes.
Los niños tienen hambre. Los abusos tienen diferentes nombres, ahora les dicen reetiquetado o también productos vencidos. Es lo mismo, la estafa, la mentira, el engaño, se arreglan con plata. La recompensa es un chupetín de regalo, total no pasa nada.
El 16 de agosto de 1869 es una fecha para recordar; sin embargo, cada vez más niños son víctimas que no se pueden olvidar.
La guerra continúa. Ayer fueron los campos de Acosta Ñu, pero en el oscuro asfalto los niños todavía tiritan de frío y de miedo.
El pasado 12 de agosto se declaró asueto distrital en Piribebuy para que toda la ciudadanía pueda tomar parte de las actividades conmemorativas de la batalla que tuvo a la ciudad como epicentro
Un circuito por sitios emblemáticos de la campaña de las Cordilleras
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Este agosto se cumplen 156 años de eventos que marcaron a fuego la memoria histórica nacional como la batalla de Piribebuy, Acosta Ñu y la inmolación de la última flota paraguaya en el río Yhaguy, en la quinta y última fase de la guerra contra la Triple Alianza. En esta nota te invitamos a conocer más sobre los escenarios que fueron testigos de estos acontecimientos y que en silencio aguardan la visita de los ciudadanos interesados en descubrir sus secretos.
La guerra contra la Triple Alianza es indudablemente el principal tópico de la historia paraguaya. Sin embargo, más allá de la retórica heroicista y los enfoques románticos clásicos, conviene conocer y valorar más los sitios de memoria, que en su mayoría son poco frecuentados por quienes inundan a diario las redes sociales de consignas chauvinistas.
Las actividades oficiales en el marco de la recordación del sesquicentenario de la epopeya nacional permitieron la puesta en valor, señalización, despliegue de carteles informativos, así como la creación de nuevos monumentos que ofrecieron datos más precisos sobre el desarrollo de la conflagración.
Ahora bien, tras la destrucción del Ejército paraguayo en la campaña del Pikysyry, en diciembre de 1868, las fuerzas aliadas siguieron su avance hacia la capital del país. Luego de las dramáticas bajas que dejaron los enfrentamientos que tuvieron lugar en Ypané y Villeta, Francisco Solano López se dirigió hacia Azcurra, actual cordillera de los Altos, en el cuartel general de Cerro León. Allí reorganizó su ejército fundamentalmente con niños, mujeres y ancianos.
BATALLA URBANA
El 12 de agosto de 1869 tuvo lugar en Piribebuy la única batalla urbana de toda la contienda. Allí llegamos el mismo día de la recordación del 156.o aniversario de la batalla. Un multitudinario y colorido desfile estudiantil con motivos alegóricos a la contienda llenó de algarabía las calles. En la ciudad se declaró asueto distrital y a excepción de los vendedores ambulantes, que aprovecharon la ocasión para hacer su agosto, la mayoría de los negocios y la totalidad de las oficinas públicas permanecieron cerrados.
No obstante, es en estas ocasiones cuando la memoria debe estar abierta más que nunca al público. En el dintel de la puerta del Museo Histórico Comandante Pedro Pablo Caballero, fundado en 1973 por los veteranos de la guerra del Chaco, un hombre de unos 70 años cubierto por un poncho para’i conversa animadamente con un guardia.
Con una amplia sonrisa el hombre se presenta como Miguel Ángel Romero y nos dice que es el encargado, guía, historiador y limpiador del museo. Con ganas se apresta a mostrarnos el lugar, antigua sede del juzgado y registro civil, una casa colonial dividida en dos habitaciones, una dedicada a la guerra contra la Triple Alianza y otra a la guerra del Chaco.
Respecto a los sucesos de aquel 12 de agosto, refiere que Piribebuy en su carácter de tercera capital era refugio de los civiles. “El Ejército aliado hace una maniobra envolvente llegando por la retaguardia. Tras la intimación del 11 de agosto, que fue rechazada por los paraguayos, a la mañana del día siguiente, luego de disiparse la neblina, el Ejército aliado compuesto por 20.000 hombres arremetió contra 1.600 paraguayos atrincherados en la ciudad”, relata don Romero mientras señala la diferencia entre el armamento y los proyectiles de los aliados frente a los de quienes defendían este reducto.
El teniente coronel Pedro Pablo Caballero, por ser el de más alto rango, pasó a ser directamente comandante en jefe de la plaza. Esta estaba compuesta por apenas una docena de militares, siendo el resto civiles, entre los que había muchas mujeres, que pasarían a ser conocidas posteriormente como las heroínas de Piribebuy.
Miguel Ángel Romero, guía y encargado del Museo Histórico Comandante Pedro Pablo Caballero
CÓLERA
Otro episodio resaltante de esta batalla es la muerte en combate del general aliado João Mena Barreto, quien se adelantó para animar a sus tropas recibiendo un certero disparo que, según las diversas versiones, habría impactado entre la ingle, la vejiga o “ibolaitépe”, muriendo casi en el acto.
Esto habría desatado la ira del comandante del Ejército aliado, Gastón de Orleans, el conde de E’u, quien de inmediato ordenó la tortura y ejecución del comandante Caballero y del octogenario profesor Fermín López. Tras esto, se habría ejecutado una de las acciones más atroces de la contienda: la quema del Hospital de Sangre con los heridos y enfermeras dentro.
Sin embargo, esta versión es puesta en duda por varios historiadores, entre ellos Julio César Chaves, autor del clásico libro de texto referencia en nuestro país, “Compendio de historia paraguaya”. En esta obra Chaves escribe que “el conde de E’u, furioso por haber muerto en el combate el general Mena Barreto, hizo degollar a Caballero y a otros prisioneros. Se cometieron después muchos excesos, pero no es cierto que el conde hizo incendiar el hospital de sangre”.
Mural emplazado en el lugar donde se encontraba el Hospital de Sangre
Respecto a las inconsistencias y contradicciones sobre cómo ocurrieron efectivamente los hechos, varios historiadores consultados para esta nota declinaron emitir una opinión abierta debido al temor de ganarse el poco deseable título de “legionarios”, un apelativo que basta para descalificar a cualquiera.
De todas maneras, sin negar las atrocidades inherentes a toda guerra –más aún en una época en la que aún no estaba formulado el derecho internacional humanitario tal como lo conocemos en la actualidad– la memoria nacionalista basada en relatos orales y testimonios imprecisos debe ser problematizada en pos de la construcción de una historia que responda a parámetros científicos y contrastables.
Escultura en hierro de Sebastián Guggiari erigida en una plazoleta ubicada a la vera de la ruta que une Eusebio Ayala y Primero de Marzo
ACOSTA ÑU
De allí enfilamos nuevamente hacia la ruta PY-02 en dirección a la ciudad de Eusebio Ayala, ex Barrero Grande, donde se desarrollaría otro de los episodios que más fuerte ha calado en la memoria colectiva paraguaya, la batalla de Acosta Ñu, en memoria de la cual cada 16 de agosto se celebra el Día del Niño en nuestro país.
Tras la caída de Piribebuy, el Ejército paraguayo se dividió en dos frentes rumbo a Caraguatay. El frente comandado por el general Bernardino Caballero, compuesto en su mayoría por civiles, transportaba en carretas las provisiones, por lo que su desplazamiento era más lento. A la altura de la extensa planicie de Rubio Ñu o Campo Grande fueron alcanzados por los aliados.
Unos 3.000 paraguayos –entre soldados, población civil y niños de entre 12 a 16 años– se enfrentaron a 20.000 efectivos aliados. “La batalla que comenzó al amanecer terminó a la puesta del sol, soportando y rechazando los niños las cargas de las mejores tropas imperiales. La fuerza paraguaya tomada entre dos cuerpos de ejército fue totalmente destruida, salvándose su jefe con unos pocos soldados”, refiere el ya citado Chaves, quien no hace ninguna referencia a otro hecho muy citado, la incineración del pastizal donde yacían los cuerpos agonizantes en el campo de batalla.
No obstante, en el especial del Día del Niño del programa “El mito y la historia”, del canal GEN/Nación Media, el historiador Fabián Chamorro sostuvo que la quema del pastizal fue efectivamente realizada, así como la del hospital de Piribebuy días antes. Asimismo, cita las propias memorias del general argentino Ignacio Garmendia, quien relató que el Ejército brasileño permaneció durante tres días en el sitio para matar a los sobrevivientes.
A unos 500 metros del epicentro del enfrentamiento, a la vera de la ruta Eusebio Ayala-Primero de Marzo, fue instalado en 2019, al cumplirse 150 años de la batalla, una plazoleta con una escultura en hierro creada por Sebastián Guggiari,que representa una bandera atravesada por lanzas y en cuyo interior se dibujan siluetas de niños y soldados. El emplazamiento fue elegido para que todas las personas que transiten por esta arteria puedan llegar fácilmente al sitio.
El suboficial Carlos Cantero invitó a toda la ciudadanía a visitar el parque
INMOLACIÓN DE LA FLOTA
Emulando el movimiento que hicieran las tropas paraguayas, seguimos el camino hacia Caraguatay rumbo al Parque Nacional Vapor Cue, a poco más de 20 kilómetros, donde un grupo de obreros trabajaban en la restauración y embellecimiento del lugar. Allí nos recibe el joven suboficial Carlos Cantero, quien nos acompaña en un recorrido por el sitio donde se exhiben los cascos y otros restos de la flota que fue inmolada en el río Yhaguy el 18 de agosto de 1869.
Tras la batalla de Acosta Ñu, las tropas paraguayas se atrincheraron en los campos de Barrero Grande. Luego de un intenso bombardeo, los aliados atacaron a los marinos que custodiaban los vapores paraguayos anclados o varados en uno de los pasos del río Yhaguy.
“Tres navíos brasileños, con dos vapores chicos, remontaron el río Manduvirá hasta frente a la capilla de Caraguatay con la idea de apoderarse de las naves paraguayas, varadas en aquel puerto. Ante la superioridad numérica de la fuerza aliada y cumpliendo órdenes de López, los marinos que las custodiaban les prendieron fuego y huyeron por la rinconada del Saladillo para incorporarse a las fuerzas de López rumbo a San Estanislao”, describe la expografía del sitio.
Las apacibles aguas del río Yhaguy cruzan el Parque Nacional Vapor Cue, donde naturaleza e historia confluyen en una armónica conjunción
Estas embarcaciones eran el Paraná, Río Apa, los gemelos Ypora y Salto del Guairá, Piravevé y Amambay, cuyos restos están expuestos a unos 20 metros del codo del río donde fueron hundidos. Entre sus partes se conservan los cascos de hierro del Piravevé, que fue comprado de Inglaterra y cuyo nombre original era Ranger, y del Anhambai o Amambay, que fue capturado de los brasileños en los inicios de la guerra, el 6 de enero de 1865, en Mato Grosso.
La Armada Nacional “recoge con orgullo la gloria de los insignes marinos que en Vapor Cue levantaron en alto el sagrado pabellón de la patria y destruyeron sus naves antes que verlas prisioneras de los invasores del suelo sagrado que nos legaron nuestros mayores”, reza uno de los carteles de la museografía.
CARACTERÍSTICAS
Entre las principales características del Piravevé cabe destacar que era el más veloz debido a que era impulsado con una hélice por medio de una máquina de vapor, a lo que sin duda debe su mote de “pez volador”. Tenía 100 toneladas de desplazamiento total, 58 toneladas de desplazamiento neto y 60 HP de fuerza. Se trataba de un vapor de ultramar que era originalmente un yate y que posteriormente fue improvisado como mercante. Su casco era de chapa de hierro con una eslora de 31,63 m, mangas 5,10 m, puntal 3 m y calado 2 m. Algunas de las principales operaciones en las que participó fueron la batalla de Riachuelo y la defensa de Pilar.
Las partes de los seis barcos y los cuatro cascos (dos de madera y dos de hierro) fueron recuperados en la década del 80. Hasta ahora se conservan los dos cascos de hierro y el resto ha desaparecido por la falta de protección adecuada. Del resto de las embarcaciones se preservan partes del casco de madera, las calderas, ruedas de borda y otras piezas. El acervo del museo también está compuesto por herramientas, tuercas, tornillos, palas, bolas y balas de cañón, carbón mineral, maquetas y el recientemente restaurado pabellón del Piravevé.
En el Parque Nacional Vapor Cue están exhibidos los cascos de hierro del Piravevé y del Amambay
Días y horario de visitas
El Museo Histórico Comandante Pedro Pablo Caballero depende de la Municipalidad de Piribebuy y funciona en el mismo horario de trabajo que la comuna, de lunes a viernes de 7:00 a 12:00. El guía Miguel Ángel Romero adelantó que junto con los trabajos de restauración del Santuario Nacional Dulce Nombre de Jesús, también conocido como iglesia Ñandejára Guasu, desde este 18 de agosto se realizará una organización museológica del acervo del centro a su cargo, por lo que los objetos, que ya fueron inventariados, serán levantados y llevados a un depósito para ser luego organizados de acuerdo a un guion museológico. También se pueden agendar visitas guiadas fuera del horario normal y días inhábiles al (0971) 988-054.
En tanto, el monumento de Acosta Ñu es una plazoleta pública ubicada a la vera de la ruta Eusebio Ayala-Primero de Marzo con confortables asientos e iluminación. Una recomendación para los visitantes es utilizar los basureros dispuestos en el lugar, ya que durante nuestra visita pudimos constatar la existencia de desechos desperdigados como latas de cerveza.
Por último, el Parque Nacional Vapor Cue está habilitado las 24 horas. Además de la galería y el museo a cielo abierto, en el predio de unas 4 hectáreas existe una zona de camping habilitada para los visitantes que deseen pasar la noche en el lugar de manera totalmente gratuita. Es necesario llevar agua potable para el consumo debido a la salinidad de la disponible en el lugar.
Primera Dama pintó una de las obras a ser subastadas a beneficio del Hospital Acosta Ñu
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Este viernes, se realizó el lanzamiento de una exposición de obras que serán subastadas la próxima semana y cuya recaudación será a beneficio del Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
Entre las obras se destacan la que fue pintada por la primera Dama, Leticia Ocampos, una vaca de cerámica en que refleja los ejes que guían su trabajo diario.
Este 1 de agosto arrancó la exposición de “La Pradera Pinta Sonrisas”, una subasta benéfica a favor del Hospital Pediátrico donde se presentan 36 esculturas de vacas intervenidas por artistas nacionales. El evento se extenderá hasta hasta el martes 5, día de la subasta, y se desarrollará en el Shopping del Sol.
“Hoy quiero compartir con ustedes una pequeña gran obra que pinté con el corazón. Esta vaquita de cerámica refleja los ejes que guían nuestro trabajo diario en la Oficina de la Primera Dama niñez, mujer y nuestra identidad cultural”, expresó Leticia Ocampos, en su redes sociales.
Destacó que cada trazo busca honrar nuestras raíces y a la gente que día a día transforma el Paraguay con amor y esperanza. “Son 36 obras únicas, intervenidas por artistas y personalidades”, apuntó.
La gran subasta se realizará el 5 de agosto, donde todo lo recaudado será destinado al hospital. “Artistas paraguayos intervinieron en las esculturas de vaquitas que estarán expuestas. Cada obra transmite un mensaje de amor y apoyo a los niños del Hospital de Acosta Ñu”, dijo la ministra de Salud María Teresa Barán.
Este encuentro solidario es una iniciativa de La Pradera, que sigue celebrando sus 30 años con una acción muy especial que nace desde el corazón. Desde hace 20 años la firma viene donando productos lácteos con el deseo de sumar siempre un granito de amor y nutrición.
Son más de 36 esculturas las que serán subastadas. Foto: Gentileza
La subasta principal se desarrollará el martes 5 de agosto, a las 19:30 horas, en el Hall de la Luz del Sol Shopping, y será transmitida en vivo por COPA TV. Foto: Gentileza
Banco GNB se une a “La Pradera Pinta Sonrisas” para apoyar al Hospital Niños de Acosta Ñu
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La solidaridad y el arte se fusionan esta semana en una iniciativa que busca marcar la diferencia en la vida de cientos de niños: La Pradera Pinta Sonrisas, una subasta benéfica organizada en apoyo al Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu. La actividad se llevará a cabo del 1 al 5 de agosto en el Del Sol Shopping, con el Banco GNB como presentador oficial.
Con esta participación, el Banco GNB reafirma su compromiso con las causas de alto impacto social, sumándose a esta propuesta impulsada por La Pradera, que celebra tres décadas de trabajo constante con el hospital pediátrico. La edición 2025 de la subasta cuenta con la intervención artística de 36 esculturas de vacas, transformadas en piezas únicas por reconocidos artistas paraguayos.
La subasta principal se desarrollará el martes 5 de agosto, a las 19:30 horas, en el Hall de la Luz del Sol Shopping, y será transmitida en vivo por COPA TV. Como parte del programa, el lunes 4 de agosto se celebrará un evento exclusivo dirigido a clientes de la banca premier y coleccionistas de arte, con el fin de impulsar las ventas y canalizar más fondos hacia la causa solidaria.
“En Banco GNB creemos en el poder del arte para generar impacto real. Por eso acompañamos iniciativas que combinan cultura, sensibilidad y acción social, como esta subasta que transforma la creatividad en esperanza”, manifestó Lilian Villalba, gerente de desarrollo de negocios e innovación del banco.
Además del apoyo institucional, Banco GNB ofrecerá financiación sin intereses para quienes adquieran las obras utilizando sus tarjetas de crédito, facilitando así el acceso a estas piezas de arte solidario y promoviendo una participación activa de la ciudadanía.
Esta acción se enmarca en la política de responsabilidad social del banco, que durante el año apoya diversas iniciativas vinculadas con la cultura, la salud y el desarrollo comunitario. Con presencia en Paraguay, Colombia y Perú, el Banco GNB es parte del Grupo Gilinski, uno de los conglomerados financieros privados más importantes de América Latina.
A través de un comunicado, Nathalia Martínez, madre del pequeño Santino, informó que el niño ya fue objeto del primer control médico en el Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu, tras su operación que fue todo un éxito. El pequeño recibió un trasplante hepático en el Hospital Garrahan de Argentina, donde fue trasladado a inicios de abril pasado.
“Me alegra informar que el primer control de Santino con el equipo multidisciplinario del Hospital Acosta Ñu salió excelente, gracias a Dios nuestro país está avanzando a pasos agigantados en la capacitación de trasplante hepáticos en niños”, comentó Nathalia Martínez.
También destaca y reconoce el trabajo que realizan los médicos paraguayos para capacitarse y especializarse en esta área médica sumamente delicada y compleja, remarcando que esto hace la diferencia de una manera enorme para aquellos pequeños que necesitan ayuda especializada de este tipo. “Es emocionante ver que el Hospital Acosta Ñu está conformando su propio equipo de trasplante hepático, lo que significa que pronto habrá más opciones y mejores cuidados para los niños que necesitan este tipo de procedimientos”, continúa el comunicado.
Finalmente, la madre de Santino calificó de un gran avance para la pediatría paraguaya el poder contar con esta categoría de equipos profesionales en el país, los cuales deben llenar de esperanza y alegría a los ciudadanos, ya que es una clara señal de crecimiento en la medicina.