• Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA
  • jzaratelazaro@gmail.com

La estructuración de una política crediticia debe tomar en consideración los principales aspectos de orden cualitativo y cuantitativo que conforman nuestro espectro macroeconómico, además de la calificación de solvencia y perspectivas asignadas al país para los próximos 12 meses.

Se constituye en una herramienta primaria que permite a las entidades estructurar el diseño que les servirá para la determinación de sus estrategias de negocios, en función a diversos indicadores orientados a determinar con mayor certeza la forma en que prevén desarrollar su gestión económica-financiera, que abarquen globalmente un marco recesivo o de crecimiento, dentro del espectro macro y microeconómico.

Deberán definirse los sectores deseados, no deseados o indistintos con los que están dispuestos o no a operar crediticiamente, en función a sus parámetros cuali/cuantitativos, que incorporen la necesidad de cumplimiento o no de condiciones especiales.

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Los nuevos productos que pretenden ser desarrollados deberán ser previamente examinados, para definir si se constituirían o no en un riesgo superior al normal o si están encuadrados dentro de los parámetros previstos.

Todas las entidades financieras deben contar con su proceso crediticio institucional, que engloben los trabajos de análisis y evaluación de riesgos estableciendo clasificaciones adversas a las deudas de sus clientes, en función a los riesgos asumidos.

Considerando que pertenecen a segmentos de actividad o negocios diferentes, no deberán obviar contemplar cuál sería la distribución de su portafolio de préstamos por ramo de actividad, que les permita balancear y atomizar convenientemente sus riesgos crediticios, evitando concentraciones en uno o dos sectores.

Las instituciones financieras deben contar con una estructura organizacional bien delineada y actualizada, concentrando sus estrategias de análisis de riesgos de crédito en la calidad del portafolio bajo su administración, que resulten rentables para las mismas.

Deben contar con una gestión integradora dentro de todos los productos/servicios ofrecidos a los clientes, que les permita la medición del aporte de cada uno de ellos a su gestión económica (valores absolutos y relativos), sobre sus niveles de ingresos.

Contar con un capital humano. idóneo, aptitud comprobada de análisis y ejecutivos de negocios que no persigan solamente llegar a los objetivos cuantitativos que les pueda imponer cada año la gerencia sino trabajar con una cartera de créditos controlada y con continuos seguimientos de su evolución dentro del segmento de negocios en el que operan, no descuidando estar actualizados acerca de cómo opera la competencia, ni tampoco estar ajeno a la evolución macroeconómica del país incluido las perspectivas a corto y mediano plazo.

El negocio de créditos en épocas de bonanza por lo general no trae aparejadas complicaciones. Lo importante es no perder de vista al peor escenario, de forma a que podamos disponer en tiempo y forma con los cursos alternativos de acción, que nos permitan reaccionar con rapidez como administradores de riesgos que somos, pues el portafolio global administrado proviene de recursos captados del público, ameritando por ende un nivel de administración transparente.

Independientemente a los procesos crediticios corporativos, cada entidad, debe mostrar adherencia a los delineamientos normativos establecidos en la Resolución 1/08 del BCP, pues muchas veces, en el afán de incrementar los niveles de colocaciones de créditos (corporativo y de consumo) para alcanzar mayores niveles de rentabilidad, no se analizan con la profundidad necesaria los aspectos cualitativos y cuantitativos, incluido un seguimiento/monitoreo constante de cómo están evolucionando los diversos sectores, planes/perspectivas de corto y mediano plazo, que si bien no harán que el riesgo de crédito sea cero (pues ello no existe), habremos tomado los recaudos necesarios para mitigar riesgos potenciales tanto a nivel macro y microeconómico.

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