- Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
La mayoría de las personas tienen la creencia de que el ingreso proviene de dos fuentes: el pago que el empleador realiza cada fin de mes en la cuenta de sus funcionarios, o lo que se percibe trabajando por cuenta propia como profesional independiente.
Resulta usual que muchos de nosotros pensemos que la palabra ingreso se refiere al salario que recibimos cada 30 días por nuestro trabajo en relación de dependencia.
Sin embargo, desde el enfoque técnico de las finanzas personales existen diversos tipos de ingresos, como también la faceta del perfil emocional de cada uno, que llevaría a determinar los procesos de su obtención.
En la práctica podría haber dos personas con la misma formación académica, provenientes de estratos socioeconómicos diferentes, que tengan ingresos diferentes. Es aquí en donde suelen entrar los procesos de discusión acerca de si los factores emocionales podrían tener o no incidencia, como también los hábitos que podamos tener que nos permitan poder mejorar nuestros niveles de ingresos.
¿Cuántas personas que reciben dentro de la función pública el mote de “planilleros” tenemos?
Son aquellas que, si bien algunos de ellos necesitan estar físicamente en el lugar de trabajo, no tienen tareas específicas asignadas, simulando que lo están haciendo, sin darse cuenta de que están vendiendo su libertad, quedando encerrados en una pasividad no productiva, y que hasta podría ser frustrante a nivel personal.
La falsa percepción que tienen estas personas a través del poco esfuerzo realizado de conseguir una suma de dinero todos los meses, podría llevarlo a malgastar lo ganado, al no tener capacidad de mesura del valor del dinero, en términos de lo que se da a cambio habitualmente.
Conceptualmente estos ingresos percibidos mes a mes no tienen ninguna relación con los llamados pasivos, donde se da la posibilidad de poder explorar nuestros deseos y paralelamente elegir los sitios en los cuales pretendemos desarrollarnos, siendo dueños de nuestro tiempo generando ingresos sin necesidad de vender horas de nuestras vidas.
La mentalidad de oficinista pertenece a un grupo, por cierto numeroso, de personas trabajadoras y sacrificadas, pero en donde muchas veces se dan casos que los mismos están haciendo algo que no les gusta, esperando ansiosamente que lleguen los viernes para poder disfrutar de dos días de libertad.
Muchas veces cometemos el error de realizar compras en cuotas, en la creencia de que está respaldado por un ingreso seguro, llevándolo a endeudarse por bienes con valores elevados como un coche, una casa o unas costosas vacaciones fuera del país, sin que nos detengamos a mirar el costo financiero total, relacionado con los intereses que van devengando dichas deudas.
Cuantas veces decimos voy a trabajar duro, ahorrando lo suficiente para que a futuro me permita poder trabajar en algo que realmente me entusiasme, pero sin embargo, muchas veces esa meta se va posponiendo o bien nunca llega.
En varias ocasiones entra a tallar en todo esto el perfil emocional de las personas, en donde prefieren seguir trabajando en relación de dependencia, asegurando la tenencia de un seguro social, jubilación, aguinaldo y vacaciones entre otros beneficios.
En muchos casos la sola idea de que el ingreso mensual cambie de fijo a variable podría disparar el nivel de estrés de estos individuos, sobre todo si tiene personas a su cargo.
La habilidad de una persona para generar de por sí múltiples fuentes de ingresos le permite acceder a recursos diferentes y diversificados, evitando el agotamiento de algunas de las fuentes, por la causa que fuera, repercuta de manera importante en la economía personal.
No se da un perfil que resulte mejor que otro, ni uno bueno y otro malo. Aquí estamos hablando de perfiles emocionales con respecto al dinero y las emociones pueden jerarquizarse.
Paralelamente, se da un accionar con el plan en marcha, sabiendo que lo importante es hacerlo de manera gradual y con conciencia, sin dar saltos al vacío.
Nadie podría discutir que se tienen muchas mas chances de ser exitoso haciendo lo que a uno le gusta, que llevando a cabo una tarea que consideramos desagradable.