- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
En tiempos del emperador Tiberio, un hombre llamado Jesús, que predicaba la llegada del reino de Dios fue crucificado en Jerusalén por orden del prefecto romano Poncio Pilato. Este fue el inicio de un proceso histórico que lleva más de dos mil años de vigencia. Se han desarrollado en el Vaticano, las exequias del líder (político y religioso) más importante del mundo: la cabeza de la Iglesia Católica Apostólica Romana. En este caso, hablamos de Francisco, el papa número doscientos sesenta y seis. El mismo que ha tenido sucesivas y notables muestras de afecto hacia nuestro país. El pueblo paraguayo es profundamente católico. Cerca del 90 % declara subscribirse a esa religión y un porcentaje similar le asigna a la Iglesia católica entre las instituciones con mayor credibilidad.
“Era una mujer extraordinaria, la quería mucho. Ella me enseñó a pensar”, así describe Jorge Mario Bergoglio, en su autobiografía “Esperanza” a Esther Ballestrino. De padre uruguayo y madre paraguaya, Esther Ballestrino nació en 1918 en Uruguay, pero siempre se sintió paraguaya, país donde vivió gran parte de su vida. Ya como papa mantuvo siempre en su despacho de la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, un retrato de Esther hasta el final de sus días. Como sacerdote y posteriormente arzobispo de Buenos Aires trabajó muy de cerca con la comunidad de paraguayos residentes y descendientes que han emigrado a esa ciudad.
La relevancia que tuvo Francisco en la paraguayidad se explica por sus permanentes muestras de afecto con nuestro pueblo, con nuestras costumbres y cultura. El protagonismo que le dio a las mujeres paraguayas y a nuestra calidad de buenos amigos que podemos ser. El cariño que dejó plasmado en hechos concretos como su visita misma, el cardenal paraguayo que nombró y elevar a Basílica el Santuario de la muy querida Virgencita de Caacupé.
En los funerales del papa Francisco, el Estado paraguayo estuvo representado por el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre, su esposa y la embajadora paraguaya. La designación vino de parte del presidente de la República, Santiago Peña. La serie de actos estuvieron marcados por la majestuosidad, sincronía, simbología, el misticismo, la solemnidad, belleza, escenificación, y liturgia de poder de la Iglesia católica. Todo eso y mucho más. Y todo repleto de mensajes y comunicación.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, nos convoca a observar con atención el siguiente paso que se dará ahora, el Conclave donde se elegirá al sucesor de Francisco. Sobre el mismo, se abren infinidad de teorías e hipótesis. Mirar con atención y relatar los sucesos, es lo mejor que podemos hacer desde el lugar que nos toca.