Hoy se recuerda el Día de la Familia. Se estableció que se celebre cada cuarto domingo del mes de abril. Abril Día de la Familia, el tercer domingo de junio Día del Padre, el 15 de mayo Día de la Madre y el 16 de agosto Día del Niño, así todo tiene una correlatividad de fechas fundamentales para recordar y valorar la célula fundamental de la sociedad que son las familias. Con justa razón se conoce un dicho: familias sanas, sociedades sanas. Y sin dudas es así. Si las células del cuerpo se enferman el organismo completo del cuerpo colapsará, de ahí que es importante que todos cuidemos nuestra familia, si cada uno hace eso tendremos sociedades sanas.
La recordación, de cualquier acontecimiento, es siempre importante, porque es una oportunidad de reflexionar, recordar o aprender sobre ese acontecimiento que recordamos. Es una oportunidad para reunirnos, reconciliarnos, perdonarnos.
Ojalá esta fecha sea más adelante tan importante, se hable tanto y sea tan publicitado como el Día de la Madre, el Padre o la Patria, más aún al ver cómo las familias están sufriendo y pasando todo lo que vemos. La familia está herida de muerte, cada vez menos compromiso, menos amor y renuncia por conservarla, el egoísmo está ganando y toda la cultura actual cambiando para mal. Dicen que hace cuarenta años los padres tenían en promedio cuatro hijos, hoy los hijos tienen en promedio cuatro padres por la cantidad enorme de divorcios y disoluciones conyugales.
A la cantidad enorme de divorcios se suma lo que en las últimas dos décadas, o menos, viene ganando espacio y es la “cultura Woke” que se le denomina a movimientos o políticas progresistas de supuesta inclusión que nos habla de otros “tipos” de familia como el “poliamor” (varias personas en una relación amorosa consentida que buscan formar “familia”).
Cuando hablamos de familia y decimos “papá, mamá e hijos” no estamos negando o diciendo que otras realidades, como abuelas criando nietos o padres divorciados que tienen hijos con parejas anteriores y actuales, etc., no sean familia. Lo que estamos persiguiendo es un ideal, algo que todos anhelamos (de hecho nadie se casa queriendo que su matrimonio fracase, nadie tiene hijos queriendo que estos sean criados por otras personas, se espera a lo menos que no sea así). Un niño que crece en una familia, sólida, bien establecida, con padres unidos que le amen y le den contención emocional y valores es un ambiente de crecimiento, contención y desarrollo mucho más sano.
Festejar el Día de la Familia, recordarlo y valorarlo es una manera de marcar el corazón de nuestros hijos con una institución fundamental para un desarrollo. No es solo una fecha de consumo, es una fecha donde nos damos una oportunidad, así como las otras festividades que mencioné, de saludarnos, reconciliarnos o sencillamente una oportunidad para que los padres tomen más conciencia de su responsabilidad, que los hijos puedan agradecer el cuidado de sus padres o una oportunidad para un sencillo “gracias” o “te amo” que podría ser el inicio de una reconciliación o restauración de algo que vale más que todo el oro del mundo: mi familia, o la familia.
Además de eso muchas iglesias de distintas confesiones, colegios, instituciones e incluso empresas se dan la oportunidad de dar una charla, ofrecer un evento o tener una prédica que nos haga aprender y valorar aún más esta bendición enorme que es tener familias sanas. La Biblia empieza con una familia, termina con una familia y el primer milagro de Jesús fue en el inicio de una familia (Las Bodas de Caná. Juan 2). Sin dudas para Él es muy importante esta institución.