Cuando escribimos estas líneas todavía estamos en la previa del que podría ser el encuentro futbolístico más convocante al que Asunción haya dado hospedaje alguna vez. El final de la Copa Sudamericana y, además, el protagonismo de dos equipos vecinos, Racing de Argentina y Cruceiro de Brasil, se convierten en un destino demasiado cercano y atractivo para las respectivas hinchadas, que van llegando a Asunción con todo el entusiasmo de quien quiere ver a su equipo llevarse la Copa a casa.
El empeño de anteriores dirigencias deportivas de constituir a Paraguay como sede de la Conmebol ha sido, sin lugar a dudas, un esfuerzo excepcionalmente visionario, considerando la importancia de que el Paraguay deje de ser un país casi ignorado, a un punto estratégico, no solo para actividades deportivas, sino y especialmente para todo tipo proyecto de inversión y producción, que impulsen el crecimiento y en especial el desarrollo. Y hago destaque de la diferencia entre crecimiento y desarrollo, porque el primero puede ser desigual y hasta discriminatorio, mientras que el desarrollo implica la inclusión de todos los sectores en los beneficios generales.
Es una alegría saber que las hinchadas han superado la capacidad hotelera, que los restaurantes y bares están rebosantes, tanto en el centro histórico, como en el corporativo, y desde los shoppings más pitucos, al modesto Mercado 4. Que los taxis, bolts, ubers no paren de ir y venir por la ciudad. Cada turista que entra es un puesto de trabajo para todo tipo de servicio turístico.
En resumen, no sé cual será el resultado del partido, pero lo que me ilusiona es la cantidad de gente que este fin de semana va a tener trabajo. Y espero que no se produzcan incidentes entre hinchas y barrabravas, o delitos que opaquen los brillos de la fiesta y nos señalen como un ambiente “peligroso”. El ministro del Interior y las fuerzas de seguridad tienen en ese sentido un desafío difícil de presagiar. En manos de ellos quedaría la imagen final de todo esto que esperemos pueda terminar siendo una verdadera fiesta.