- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en la Argentina
- X: @RtrivasRivas
El presidente Javier Milei constató una vez más que el techo de su poder político y parlamentario actual alcanza hasta un total de 85 diputados. No es poco. Por cierto, ese número le permitió salir airoso en los dos episodios de mayor trascendencia política más recientes. Con esas manos levantadas en su favor pudo vetar la ley que mejoraba mínimamente los haberes jubilatorios y la que ampliaba en 0,14 % del presupuesto nacional las erogaciones en el sistema de educación superior. Sin ese lote de voluntades esta columna –seguramente– sería muy diferente. De todas formas, esta es solo una de las caras de la moneda.
En la otra –especialmente para aquellos y aquellas que miran y evalúan los movimientos de la política en la Argentina– se observa con claridad que los legisladores que no acompañan y es más, que rechazan, las iniciativas que el señor Milei quiere que se conviertan en políticas públicas de cara a su programa de gobierno del que poco y nada se conoce, son mucho más que los anteriores.
Para que quede claro. El presidente argentino, como en la noche del domingo 22 de octubre de 2023, cuando se conoció el resultado de la elección presidencial de entonces, dispone del 29,99 % de las adhesiones populares.
Ese fue y es su verdadero capital político después de una decena de meses de gestión. ¿Es suficiente caudal de voluntades para sostener la gobernanza? ¿Alcanza para consolidar la confianza de los inversores? Habrá que ver.
Muchos de ellos, entre otras fuentes informativas, además de las que emergen de la cotidianidad local, miran hacia el Fondo Monetario Internacional (FMI) y buscan en los reportes de las evaluadoras de riesgos para decidir y, eventualmente, actuar.
La confianza externa no termina de construirse y consolidarse. De hecho, el economista argentino Alberto Ades, con décadas de trabajo profesional en Wall Street y excelente reputación, lo expresa con claridad.
“Para los inversores en Estados Unidos, lo de Milei pinta bien, pero está la posibilidad de que dure cuatro años y después venga un Kicillof (Axel, gobernador de la provincia de Buenos Aires y exministro de Economía de la expresidenta Cristina Fernández) o algún otro kirchnerista y te dé vuelta todo”, le dice a la colega periodista Luciana Vázquez del diario La Nación de esta ciudad.
Ades piensa que “el aluvión de inversiones que podría recibir la Argentina se va a demorar al menos hasta las elecciones de medio término”, muy probablemente en octubre de 2025, porque ese “resultado electoral (será como) una primera señal (hacia eventuales inversores) de si la población apoya estas políticas” y a La Libertad Avanza, el partido de gobierno.
El profesional destaca también las diferencias ideológicas entre el expresidente norteamericano Donald Trump (2015-2019) y actual candidato para regresar a la Casa Blanca desde enero próximo con Javier Milei porque el norteamericano (del Partido Republicano) propone para la política doméstica estadounidense “una expansión bastante sustancial del proteccionismo” y ejemplifica con que “dos de los pilares de su campaña (electoral) son imponer un arancel externo del 10 por ciento a todas las importaciones y un arancel del 60 por ciento a las importaciones chinas”. Claramente va en sentido opuesto al líder argentino.
En lo interno, como se dijo, vetar los intentos del Parlamento para otorgar mínimas mejoras en los haberes jubilatorios y en los recursos para financiar la educación superior no solo influye en el clima social, sino que permite pensar que millones de familias sufren esos impactos y –como consecuencia de ello– un considerable segmento de adultos mayores, adolescentes y adultos jóvenes, estarían alejándose del oficialista La Libertad Avanza (LLA), el partido que en 2021 fundara Javier Milei.
De hecho y sin observar ni imaginar el futuro, en el día a día las encuestas que se conocen aquí con frecuencia casi constante coinciden en dar cuenta que la “imagen” del mandatario y la “gestión presidencial” son los dos indicadores que evidencian pérdidas y/o caídas en la consideración pública.
A ello se añade que –como estrategia de comunicación política permanente– el presidente opta por la confrontación, la violencia dialéctica y, en ese contexto, hasta el debate con el pasado. El sábado último, 12 de octubre –feriado nacional con el que se recuerda que en 1492 Cristóbal Colón descubrió América– después de largo tiempo de ser señalada esa jornada como la del Respecto a la Diversidad Cultural, Javier Milei volvió a llamarla Día de la Raza.