El inconveniente de tener todo tipo de información en el celular es que en él también se esconden problemas. Aunque no se los busque. Ahí están. Simples, entran como el aire o en forma de un inocente reel en el que te desafían a responder preguntas sin respuestas. Por ejemplo, interrogan cómo se escribe cero en números romanos. O cuál fue primero, el huevo o la gallina. O cómo pusieron la hora exacta los que inventaron el reloj, si antes no había horas.

En eso estaba mientras del otro lado del teléfono una voz mecánica repetía la misma letanía una y otra vez. De vez en cuando cambiaba de repertorio y anunciaba que mi llamada era la número 45 y que faltaban no sé cuantos minutos para que me atendieran. Era el protocolo para conseguir turno en IPS.

Cuando después de mucho tiempo de espera finalmente me atendió un muchacho –eso sí, muy amable– le dije que necesitaba turno con un gastroenterólogo. Me respondió “llame mañana, a partir de las 7:00″, pero que tal vez habría turno para el 16 de julio en Nanawa. Más de medio mes de espera. Resignado traté de cambiar de perspectiva y pregunté de nuevo: ¿Y un clínico? Dijo lo mismo, llame mañana, que los turnos de ese día ya se habían acabado (apenas eran las 10:00), pero me recomendaba que averiguara en las clínicas periféricas, en las que quizá tuviera mejor suerte. Por lo visto, mis problemas “serios” no tenían turno, así que intenté una última opción. ¿Y un oculista? La respuesta fue la misma: “Llame mañana desde las 7:00″.

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Fue cuando entendí que en ese hospital, el sistema, los turnos, la atención, todo gira en torno a los intereses de los médicos y no como debería ser, en función de las necesidades del paciente.

Cada mes el médico cobra gracias al descuento que le hacen al empleado. ¿Entonces por qué no hay médico cuando el paciente lo necesita?

Y pensar que el martes, el presidente de la Asociación Médica del IPS, Elías Rolón, exigía “la dignificación salarial”, la reducción de la carga horaria del personal de blanco y se quejaba de que los especialistas “solo” perciben G. 3.800.000 después de los descuentos, y que fuera del IPS pueden ganar hasta 5 veces más, con menos trabajo. ¿Y la dignificación del paciente para cuándo?

Fue cuando recordé un reel en el que preguntaban qué era peor, la corrupción o la impunidad. No supe responder. Como cuando los médicos hacen y deshacen horarios según su conveniencia y actúan con total impunidad. Nadie les castiga. Cobran por atender, pero el paciente nunca encuentra un médico. ¿Impunidad o corrupción?

Y pensar que en estos días representantes de todos los países de América llegaron para la Asamblea General de la OEA. Entre ellos también estuvo nada menos que el subsecretario de Estado para Gestión y Recursos de los Estados Unidos, Richard Verma, quien habló sobre la importancia de combatir la impunidad en todas las escalas. Dijo que “el combate a la corrupción es un aspecto central dado que las sanciones deben ser aplicadas tanto a los funcionarios de bajo nivel, como así también a las élites políticas y económicas, sin distinción alguna”.

¿Quién se encarga de castigar al sistema? ¿Tienen la culpa los médicos o los que los contratan para que atiendan? ¿O son culpables los que deberían controlar que haya suficientes médicos? ¿Qué hacen los consejeros?

Me pareció simpático imaginar a Verma sintiéndose mal, aunque sea por algo tan leve como una colitis, y tratando de conseguir un turno en IPS. Se me escapó una carcajada al imaginar su cara de desesperación. Y, sin embargo, es el rostro de miles de asegurados que son estafados todos los días.

Tal vez otra invitada a la asamblea de la OEA sí entienda realmente sobre este problema. Y es que la secretaria general de Relaciones Exteriores de Brasil, Maria Laura da Rocha, opinó que América Latina “ya no puede seguir en la miseria, más aún, teniendo en cuenta la cantidad de riquezas naturales con que cuenta”.

¿Cómo salir de la miseria con tantas formas de impunidad burlándose de la gente todos los días?.

Etiquetas: #IPS#impunidad

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