Según estudios realizados, a nivel país tendríamos aproximadamente 250.000 pequeños productores agrícolas, distribuidos en los departamentos donde se observan los mayores bolsones de pobreza (Concepción, Caazapá, San Pedro, Caaguazú).

Nuestros organismos técnicos deben trabajar duro y fuerte teniendo como objetivo primario abocarse de lleno a la reingeniería y fortalecimiento económico, financiero y productivo de los mismos, que si bien son asistidos no resulta suficiente hasta ahora para que puedan superar la línea de pobreza, reversible con inteligencia, proactividad y profesionalismo.

Debería intensificarse el apoyo técnico en sus fincas de parte del MAG, orientándolos cómo poder diversificar sus líneas de cultivos y hacerlo mucho más productivo y rentable la superficie que cada uno dispone subutilizado en muchos casos por desconocimiento y por falta de una mayor asistencia técnica y crediticia.

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En su gran mayoría se dedican al cultivo de hortalizas y frutas que les reditúan ingresos solo en una parte del año, siendo posible que puedan tenerlos en gran parte del mismo, única vía que les permitiría poder superar la situación económica-financiera en que se encuentran, y que hace que cada año se manifiesten viniendo a nuestra capital a solicitar al Gobierno una mayor asistencia, condonación o refinanciación de sus deudas contraídas, pues no cuentan con la capacidad de repago para hacer frente en tiempo y forma a sus compromisos contraídos.

No todo se remite al aspecto productivo, ya que precisan de una educación financiera que les permitan manejar en forma más eficiente los recursos generados por sus diversos renglones de cultivo y que tengan la posibilidad de acceder a una caja de ahorros dentro del sistema financiero que les dé la opción de incrementar los niveles de inclusión que también sigue siendo una falencia, pero superable.

La asistencia técnica-profesional por parte de organismos técnicos deberá ser consistente y permanente para que puedan tener posibilidades potenciales de obtener mejores resultados económicos.

Para que la gestión global de estos labriegos pueda resultar rentable deberían aglutinarse en pequeñas cooperativas de producción, de tal forma que sean ellos mismos quienes negocien la venta de sus productos a los compradores finales, eliminándose así la intermediación, que sin mucho esfuerzo desde hace años se ha venido llevando la parte “más substanciosa de la torta”.

Precisan de un mayor apoyo y una buena dirección estratégica de parte del Gobierno puesto que de otra forma todo podría seguir igual y aquí el objetivo primario debe ser que progresen productiva y económicamente.

Cientos de jóvenes, hijos de estos labriegos, se ven en la necesidad de migrar hacia ciudades del departamento Central o a nuestra capital en busca de trabajo, pudiendo evitarse si existe la proactividad, profesionalismo y visión de futuro de nuestros gobernantes, quienes de lograr todos los objetivos precedentemente expuestos podrían convertirse en exitosos microempresarios con sus progenitores.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería deberá seguir en manos de técnicos idóneos y capaces que tengan la suficiente capacidad de asignar funciones y delegar responsabilidades para que en forma permanente asistan de cerca a estos productores, permitiéndoles ser competitivos y rentables.

No hay “recetas mágicas”. Solo se precisa de sentido común, visión de futuro y ganas de trabajar profesional y ordenadamente, con objetivos y metas claras, inteligencia y sobre todo mucha actitud y patriotismo sin discriminar a nadie por sus ideologías políticas.

Paraguay es uno de los mayores productores de alimentos a nivel mundial, y qué mejor que sean estos pequeños productores agrícolas uno de los actores protagónicos, que se fortalezcan no solo a nivel de nuestro mercado doméstico, sino también “abonando el terreno” para que puedan crecer hacia afuera.

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