• Ariel Ruiz Díaz, director de Comunicación del Congreso ION

Conocer el pasado, enten­der el presente y proyectar el futuro son tres momen­tos cruciales para cualquier persona que analiza la reali­dad y las situaciones propias y ajenas. En este contexto, abordar la discapacidad requiere una comprensión profunda y una elección consciente de las palabras que utilizamos.

Históricamente, las perso­nas con discapacidad han sido etiquetadas de diversas maneras. En la Antigüedad, se las consideraba “locos” y “desgraciados”. En la Edad Media, eran vistos como “demonios” y se les aislaba del “mundo civilizado”. Sin embargo, tras las dos gue­rras mundiales, la percep­ción cambió. Pasamos de un modelo asistencialista a uno que valora a la persona como el principal objeto de las polí­ticas públicas.

Hoy, más que nunca, debe­mos reconocer que nues­tras palabras contribu­yen a la construcción de una verdadera inclusión social. Eliminar la discri­minación y crear un mundo para todos requiere un len­guaje que refleje respeto y comprensión.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En las últimas décadas, hemos evolucionado en nues­tra concepción de la discapa­cidad. En lugar de centrarnos solo en la asistencia y la recu­peración funcional, ahora nos enfocamos en eliminar obs­táculos para garantizar la igualdad de oportunidades y plena participación en la vida cotidiana.

El debate entre los modelos médico y social de la discapa­cidad es crucial. El primero ve la discapacidad como un problema “personal”, mien­tras que el segundo con­sidera que es el resultado de condiciones complejas, muchas de las cuales están relacionadas con el entorno social. La sociedad tiene la responsabilidad de adaptar ese entorno para permitir la inclusión plena de todas las personas.

Formas correctas e inco­rrectas de referirse a perso­nas con discapacidad: Correcto, personas con dis­capacidad auditiva/física/visual/cognitiva, etc; incorrecto, “discapacitados”, “con capacidades diferen­tes”, “especial”, “inválidos”, “enfermos mentales” y “locos”

En resumen, nuestras pala­bras importan. Al elegirlas cuidadosamente, podemos contribuir a un mundo más inclusivo y justo para todos. Es hora de construir puen­tes, no barreras, y promover una perspectiva basada en derechos.

El debate entre los modelos médico y social de la discapacidad es crucial. El primero ve la discapacidad como un problema “personal”, mientras que el segundo considera que es el resultado de condiciones complejas, muchas de las cuales están relacionadas con el entorno social.

*Ariel Ruiz Díaz es licen­ciado en Ciencias de la Comunicación, egresado de la Facultad de Filosofía. Su trayectoria profesional se ha centrado en la promo­ción de la accesibilidad y la inclusión.

Déjanos tus comentarios en Voiz