• Por Jorge Torres Romero
  • Columnista

En cualquier conflicto, del nivel que sea, el diálogo constituye una herramienta poderosa a la hora de abordarlo y buscar resolverlo. Sin embargo, en los últimos días hemos visto que el grupo de estudiantes universitarios que se manifiestan en contra del proyecto Hambre Cero y a favor del Arancel Cero, se han cerrado a la posibilidad de dialogar con los referentes del Gobierno, lo que nos lleva a pensar que realmente ellos no quieren una solución al supuesto problema, sino que realmente sus intenciones son otras.

En efecto, tanto el ministro de Educación, como los viceministros de Educación y de Economía, respectivamente, fueron hasta el campus de la UNA para charlar con los movilizados; sin embargo, los estudiantes no escucharon a las autoridades, les echaron del lugar, desechando la posibilidad de diálogo. Mientras tanto, hay 1.300.000 niños que piden comida de calidad en las escuelas de manera urgente y aguardan ansiosos que se concrete el ambicioso proyecto impulsado desde el Ejecutivo.

Por si fuera poco, los manifestantes también impidieron el ingreso del móvil de GEN al campus, mientras el paro sigue en curso. Además del Arancel Cero, ahora piden blindar los demás programas, pero, solo hablan con la “prensa amiga”.

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En una carta a los jóvenes de su comunidad, el párroco de San Rafael escribía que “los datos son signos de una realidad que amerita una discusión que conduzca a un proyecto de Estado (y no de un gobierno de turno) en la cual se adquiera la conciencia de que con hambre no se aprende y que con una educación inicial ‘carente’, el problema de la universidad se transforma en discriminatoria porque al origen hay algo que no está funcionando bien”.

Una política de Estado es un conjunto de principios, objetivos y acciones que son adoptados y mantenidos a lo largo del tiempo, que no se identifican con un gobierno en particular, sino que mira el bienestar mayor que es de toda la población. Estas políticas son consideradas fundamentales y de largo plazo, trascendiendo los cambios de gobierno y las fluctuaciones políticas ordinarias. Es por esta razón que estas son diseñadas para establecer un marco de referencia constante y coherente, que guíe las decisiones y acciones de los sucesivos gobiernos en un país.

Por eso, es momento de dejar de lado intereses particulares o proyectos políticos que solo apuntan a desestabilizar y crear confusión en la ciudadanía para darle paso al diálogo, puesto que, al discutir y explorar diferentes enfoques y soluciones, las partes afectadas pueden encontrar alternativas que satisfagan sus necesidades y preocupaciones de manera mutua. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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