Precisamos que el esquema administrativo y operativo actual en las distintas instituciones (ministerios y secretarías ejecutivas), para que la ciudadanía pueda recibir un servicio de calidad, sean transformadas y modernizadas debido a la burocracia que se mantiene en casi todas ellas, en donde se precisa de una reingeniería de los diversos procesos administrativos, que reduzcan los tiempos de ciclo, que sean más eficientes, respondiendo a las necesidades actuales, que reviertan en beneficio de todos, lo que paralelamente estaría coadyuvando a una mejor consecución de los requerimientos que exige el desarrollo económico y social de nuestro país en plena era de la tecnología y de los procesos digitales.

Si bien estas instituciones han dejado de usar las antiguas máquinas de escribir reemplazadas por las computadoras de escritorio y laptops, no obstante, todavía podemos ver a muchos funcionarios que siguen revisando vetustos libros negros para el seguimiento de los trámites de los contribuyentes, lo cual en pleno siglo XXI resulta inadmisible.

El Gobierno, de ser necesario, debería seguir fusionando entidades que permitan ir reduciendo la burocracia, que aparte de enlentecer los procesos, implican mayores erogaciones en costos y gastos rígidos.

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Esperemos que el Ministerio de Economía y Finanzas al igual que la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios den los resultados esperados, y que estos tipos de reingenierías también puedan ser traslativas a otras instituciones para poder terminar de una vez por todas con este Estado paquidérmico, desfasado, obsoleto y prebendario, pues es inadmisible que más de G. 80 por cada G. 100 recaudado sigamos destinando mes a mes al pago de sueldos y otros beneficios a los servidores públicos, que ya superan los 406.000 a nivel país., cuando que apenitas somos poco más de 6.100.000 habitantes.

Como parte del Ministerio de Economía está el Viceministerio de Capital Humano, que es el responsable por hacer todas las mejoras y transformaciones que necesario fueren, debiendo buscar que lo antes posible podamos contar con la ley sancionada y promulgada del servicio civil, que tienda dar a la meritocracia, capacidad, idoneidad, experiencia y trayectoria profesional el lugar que se merecen y no como lo es ahora en donde el nepotismo es “el que manda”.

Necesitamos concienciarnos que en las organizaciones sean del sector privado o estatal, donde los paradigmas han cambiado, no queda más que aggiornarnos a los tiempos que nos toca vivir, que permitan tener un PGN equilibrado, donde quepan suficientemente rubros destinados a calidad educativa, salud pública y seguridad nacional, unos de nuestros mayores déficit históricos a nivel país.

Uno de los objetivos del Gobierno es no incrementar los impuestos, buscando previsibilidad a los diversos emprendimientos que puedan ser desarrollados tanto por nuestros empresarios locales como por todos aquellos potenciales inversionistas extranjeros con intenciones de venir a radicar sus capitales en nuestro país, que puedan ayudar a generar más fuentes de trabajo, que es la necesidad impostergable para que podamos vivir mejor y que nuestra gente vuelva a tener plata en sus bolsillos.

La reingeniería y depuración del capital humano que no aporta valor agregado en nuestras instituciones no deberá tener vuelta atrás, pues el Estado no es ninguna entidad de beneficencia para seguir solventando los gastos a gente que no produce absolutamente nada, absorbiendo una gran parte de los gastos rígidos del PGN.

Actuemos proactiva y profesionalmente realizando una reestructuración general que requerirá adoptar medidas que permitan volver a “calentar motores” luego de 5 desastrosos años de gobierno.

El achicamiento del Estado se hace necesario. Un ejemplo de ello es lo que aconteció en la Argentina, un gigante con 46 millones de habitantes, reduciendo la cantidad de ministerios de 18 a solo 9, buscando mayor eficiencia y racionalidad en el manejo de los fondos públicos donde históricamente se ha gastado mucho más de lo se puede, generando cada vez más pobreza en su población y aquí también estamos cerca donde el despilfarro sigue “tan campante”.

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