Entre sus desarrollos temáticos magistrales refiriéndose a la existencia humana, Víktor Emil Frankl (1905-1997), neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, expone, en su obra el “Hombre en busca del sentido último”, que la autoactualización sería en último término el efecto, el producto final no intencionado de la autotrascendencia. Y en su análisis cita al imperativo de Píndaro, acerca de que la persona tiene que acabar convirtiéndose en lo que realmente es; en otras palabras, sostiene el maestro Víktor, que el hombre debe actualizar sus potencialidades e indica posteriormente que eso solo es válido si se añade lo expresado por Karl Jasper: lo que uno es, lo ha conseguido a través de la causa que se ha dado a sí mismo para llegar a serlo.

En otro de sus libros, titulado “El hombre doliente”, el doctor Frankl también esboza el imperativo de Píndaro, según el cual el hombre debe llegar a ser lo que ya es, y cita nuevamente como complemento la frase de Jaspers, enunciada precedentemente.

Píndaro, fue un poeta de la Grecia clásica. En un ejemplar escrito titulado “La transcendencia pedagógica de un viejo imperativo”, el profesor Juan José Noain Calabuig argumenta que dicho imperativo pone el acento en dos aspectos antropológicos sin los cuales todo empeño educativo sería en vano: la capacidad de crecimiento inherente al ser humano, que implica a la vez, el empleo de la libertad.

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El imperativo de Píndaro tiene su origen en la segunda de sus odas píticas. En ella expresa un ruego a Hierón, tirano de Siracusa, “ojalá sigas siendo tal como aprendiste a ser”. Con el paso del tiempo ha sido objeto de estudio y como imperativo a suscitado diversas corrientes interpretativas. Frankl lo destaca en su pensamiento y lo involucra en sus nociones fundamentales.

Las causas que le dan significado a la vida son amplias, se focalizan en la valorización de los vínculos y se caracterizan por construir esa enorme potencia que yace en el ser; además respetan las particularidades que distinguen a unos de otros, apoyando los desafíos que fomentan el sentido de vivir aprendiendo y creciendo junto a los demás, consiguiendo de ese modo vivenciar el cotidiano desarrollo.

Las causas que le dan significado a la vida son amplias, se focalizan en la valorización de los vínculos y se caracterizan por construir esa enorme potencia que yace en el ser.

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