• Por Pablo Alfredo Herken Krauer
  • Analista de la economía
  • Email: pablo@yahoo.com

Durante el periodo de gobierno de Marito el ritmo promedio (5 años) de crecimiento de nuestra economía fue del 1,5 % –tras la reconfirmación del Banco Central del Paraguay (BCP) en su informe del martes 31 del avance del 4,5 % este año en una proyección que prácticamente se manejó desde el principio– y que se convierte en “su” mejor desempeño. Y es lo más positivo desde el 4,8 % en el 2017.

En los cinco años del primer periodo cartista (2014-2018) la tasa de crecimiento promedio fue del 4,1 %. Enorme diferencia. Con el importante destaque que Marito duplicó nuestra deuda en 8.000 millones de dólares, diríamos de una manera desenfrenada e irresponsable. Solo no lo pudo lograr. Contó con el apoyo parlamentario (oficialista y opositor) –con pocas excepciones temporales– y sus amigos políticos, intelectuales y periodistas de la centro izquierda paraguaya (también hubo progresistas de pura cepa) que de la noche a la mañana se transformaron en stronistas, en no pocos casos abrazando a sus verdugos y torturadores en la larga dictadura de casi 35 años. Fue el peor espectáculo en democracia de la incoherencia, de la sumisión interesada y de la carencia absoluta de integridad y dignidad. Los resultados económicos anuales de Marito desde el punto de vista de la marcha económica –medida en términos del producto interno bruto (PIB)– fueron muy magros. Después del 3,2 % de crecimiento en el 2018 empezó la odisea: -0,4% en el 2019 y -0,8% en el 2020 (pandemia como factor principal, caída generaliza en el mundo, sin excusas). En el 2021 se dio lo que llamamos el efecto rebote y el crecimiento fue del 4 %. Pero en el 2022 la sequía fue horrible y el buque insignia de nuestra economía, nos guste o nos guste, les guste o no les guste, la maldita soja cayó 54 % en su cosecha, como mínimo porque hay otros indicadores de un mayor destrozo de cara a lo que inicialmente se anhelaba y posteriormente se esperaba cuando los sueños de los productores se hacían trizas. Ya se había registrado en merma en la cosecha el año anterior del -7 %.

En un feo 2022 con altísima inflación con un tope del 11,8 % interanual en abril, lo máximo desde el 2008 o 15 años (el encarecimiento de los combustibles en un 53 %, de la canasta de alimentos en un 20 %, y en ella la suba de precios de las frutas y verduras en un 44 %) nuestra economía ¿creció? 0,1 %. Y hoy, en este año que va concluyendo, el crecimiento oficial reafirmado sería del 4,5 %, aunque el Banco Mundial (BM) estime un 4,8 % y el departamento de estudios económicos del banco Itaú en San Pablo no descabalgue de su pronóstico del 5,6 %. Este año también hay un efecto rebote. Lo que cayó 54 % el año pasado –la cosecha de soja– pegó un extraordinario salto del 117 %.

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Su impacto favorable fue tremendo en el resto de la economía, compensando la debilidad de otros sectores, y teniendo en cuenta los problemas en la siembra y cosecha de otros rubros del campo como el maíz y el trigo. Si observan el cuadro estadístico podrán apreciar que la agricultura como un todo estaría creciendo al ritmo del 22,5 % cuya incidencia o peso en el ritmo global de crecimiento de nuestra economía este año (4,5 %) es del 1,4 %. Si hacemos una operación simple de matemática tenemos que la contribución directa de la agricultura en la torta económica total es el 30 %. Es decir, en otras palabras, la agricultura (la soja como un casi todo por su salto del 117 %) contribuyó con un 31 % al crecimiento económico.

Ahora bien, esa es la contribución directa. Pero, pensemos por un momento y seamos realistas sobre ¿cuánto influyó en el sector transporte, combustibles, talleres y gomerías, bares y despensas, supermercados, bancos y financieras, negocios de electrodomésticos, importaciones de automotores, repuestos, logística de puertos y navieras? Y la lista puede continuar. Fácilmente, pero con seguridad, aquel 31 % de participación directa sube a un 40 % siendo modestos.

Teniendo en cuenta que la ganadería tuvo un mal año, la industria está estancada (el contrabando como daño), la construcción en continua caída, y solo el comercio con comportamiento positivo ¿podríamos hablar de un 50 % de participación de la agricultura (soja en especial) en el crecimiento económico 2023? No descartable. De ahí nuestra confirmación del efecto rebote.

El Banco Central también nos informa sobre el comportamiento de lo que se llama la cuenta corriente (comercio global de Paraguay con el mundo) en la balanza de pagos, que de negativa el año pasado (mayor crecimiento de las importaciones de bienes y servicios con respecto a las exportaciones de bienes y servicios). Este año se revierte el escenario y tenemos unas exportaciones generales que aumentan 26,2 % contra un aumento de las importaciones generales del 7,8 %.

A setiembre de este año las exportaciones con “olor a campo” representaron el 74 % de nuestras exportaciones registradas, con un valor equivalente al 61 % de las importaciones en igual periodo. Ingreso de divisas (dólares) por un lado y salida de divisas (dólares) por el otro lado.

Con un campo en serios problemas ¿de dónde saldrían los dólares para importar? Bajarían las importaciones para perjuicio de la gente, subiría el precio del dólar para perjuicio de la gente, tendríamos que endeudarnos, y caerían las reservas internacionales del BCP. El peso de la venta de soja al exterior a setiembre de este año es del 31% en nuestras exportaciones registradas (con un crecimiento en valor y volumen arriba del 100 %), pero el llamado complejo sojero (con harina y soja) tiene una participación del 43 %. En definitiva, bien por el 4,5 % de crecimiento económico este año, el mayor desde el 2017 (4,8 %). Pero ojo, hay un efecto rebote, muchos sectores económicos aún mantienen un comportamiento débil o negativo, y lo que necesitamos en los años por venir es la continuidad de la marcha económica a un ritmo que sea superior a nuestro potencial (del 3 % al 4 %), que dejemos atrás estos episodios de subir un año y bajar en el siguiente, y así sucesivamente. El alza económico de este año es propiedad de la agricultura.

Muchos dirán esa dependencia es peligrosa. Pero no es culpa del campo. ¿Depender del comercio fronterizo o de la maquila es también peligroso? La transformación extraordinaria que ha logrado el campo en los últimos años lo volvió muy productivo y competitivo. Ese avance explica su mayor peso en todo. Si son buenos en lo que hacen ¿por qué no aplaudirlos? Maldecirlos es suicidarnos. Aún en la comodidad de un moderno auto importado con combustibles importados o en la cómoda oficina con equipos importados.

Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

El Banco Central también nos informa sobre el comportamiento de lo que se llama la cuenta corriente (comercio global de Paraguay con el mundo) en la balanza de pagos, que de negativa el año pasado (mayor crecimiento de las importaciones de bienes y servicios con respecto a las exportaciones de bienes y servicios). Este año se revierte el escenario y tenemos unas exportaciones generales que aumentan 26,2 % contra un aumento de las importaciones generales del 7,8 %.


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