• Por Emilio Daniel Agüero Esgaib
  • Pastor

Cuando tenía 19 años estaba preparándome para ir a un torneo de karate en Brasil. Antes del viaje fui a un médico a hacer la última revisión y me preguntó a dónde iría. Le conté que me estaba preparando para un torneo internacional, entonces él me dijo: “Sabemos que Paraguay no gana nada, te vas a ir de paseo nomás”. Me sorprendió su comentario, pues no le conocía. Llegué a instancias finales y, en medio del combate, me venía a la mente lo que aquel médico me había dicho. Era impresionante el poder de la palabra dicha. Luché, no solo contra mi oponente sino contra ese pensamiento de “no se puede”. Pero, finalmente, fui el único atleta paraguayo que trajo una medalla, aunque tenía compañeros muy buenos y mejores que yo.

El tema es la mentalidad. Con respecto a eso, me quito el sombrero con los argentinos, ellos podrían estar supermal, pero “se la creen”. Tienen una mentalidad ganadora (aunque sea en el deporte) que es innata en ellos, y no solo ahora, sino desde siempre.

Uno de los pocos ejemplos parecidos que veo en nuestro país es la mentalidad del olimpista (espero que los que no pertenecen a ese club no se cierren por el ejemplo). Pero propios y extraños reconocen la mentalidad del Olimpia en torneos internacionales. Puede estar último en la tabla del torneo local, quebrado económicamente, perder contra equipos sin la mínima trayectoria nacional e internacional; pero, cuando va a enfrentar al mejor del continente, o en torneos internacionales o jugar contra un equipo inmensamente más competitivo y con un presupuesto mucho más grande, ahí nomás se agranda y cree que lo puede lograr, contra toda lógica y contra todo pronóstico. Lo vimos una vez más esta semana. Es una mentalidad corporativa que es destacable y que hay que imitar para otras áreas de superación en cualquier actividad humana.

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Los paraguayos no somos menos que nadie, tenemos talento, tenemos oportunidades enormes; lo que nos falta, a los paraguayos en general, es esa mentalidad de victoria y superación, y si millones de paraguayos la tienen para con su club de fútbol, pues, tenemos que ver la manera de llevarla a todas las áreas de la sociedad: al arte, a otros deportes, la cultura en general. Sí, se puede.

Sé que podrían decir algunos, por fanatismo tal vez, que no es mi función como pastor hablar de esto y muchas cosas más, porque no tendrán la capacidad de ir al punto y de entender que Dios también quiere que tengamos victoria en todas las áreas de nuestras vidas: profesión, oficio, trabajo, ministerio, en todo, porque tenemos un Dios grande y la “mente de Cristo”. Dios quiere tener un pueblo de excelencia, de fe, de superación. Esto glorifica a Dios.

Esta reflexión me recuerda también una fábula que cuenta que miles de cangrejos estaban frente a una alta pared de rocas que les impedía seguir avanzando en su camino. La roca era tan alta que se volvió infranqueable. El líder dijo que habría honores especiales para aquel que lograra escalar hasta la cima. Muchos que lo intentaban no lo lograban, pues además de lo empinada de la roca, los que no se animaban a subir, desde abajo, gritaban a los que escalaban, diciendo: “¡Cuidado! ¡Es peligroso! ¡No lo lograrás!”; “Un error y caes, la muerte es segura”; “Nadie lo logró, ¿por qué lo harías tú?” Y así todos fracasaban en el intento hasta que, de la nada, uno empezó a subir, y subir, y subir, y todos le gritaban y le advertían del peligro y le decían que nunca nadie lo logró, pero él seguía subiendo sin mirar abajo, hasta que llegó a la cima. A partir de ahí, todos se animaron a subir y muchos lo lograron. Cuando le preguntaron cómo había podido lograr la hazaña ante tanta negatividad y palabras de advertencia, se percataron de que el cangrejo era sordo.

Esta reflexión no es trivial, es una reflexión que alienta a la superación personal y a creer que sí se puede.

Los paraguayos no somos menos que nadie, tenemos talento, tenemos oportunidades enormes; lo que nos falta, a los paraguayos en general, es esa mentalidad de victoria y superación, y si millones de paraguayos la tienen para con su club de fútbol, pues, tenemos que ver la manera de llevarla a todas las áreas de la sociedad: al arte, a otros deportes, la cultura en general. Sí, se puede.

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