DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

A veces tenemos hambre y nos plagueamos, llegamos tarde a comer y parece que el mundo termina. A veces estamos tan pendientes de la comida que solo comemos por comer. Pero, ¿en verdad sabemos lo que es tener hambre?

Muchos tenemos la suerte, bendición o como quieras llamarlo de ni siquiera dimensionarlo. En el mundo una de cada diez personas sufre hambre. Más de ochocientos millones de personas.

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Juan es ganchero de Cateura (un reciclador para llamarlo de una manera más delicada). Hoy, cuando salió de su casa, decidió no desayunar. Solo quedaba un pan para comer y un niño pequeño en la cuna. No sabe si va a almorzar, pero se las arregla. No conoce de políticas públicas ni favores políticos. Dice que la política no es para él, que los señores solo lo visitan en cada elección para pedirle su voto a cambio de un dinero que lo mantiene en la pobreza absoluta. Pero él no lo entiende o simplemente no se da cuenta que cuando vende su voto cae más bajo en el precipicio social.

En América Latina y el Caribe, 4 de cada 10 hogares tienen inseguridad alimentaria. En palabras más simples: no saben si van a comer.

Juan se levanta y se acuesta con el sol. Es muy pobre, pero entiende que su familia se cimienta en él. Puede no comer, pero no va a faltar el pan en su casa. ¿Te imaginás su historia repetida en miles de juanes? Es nuestra realidad.

Un informe de la ONU asegura que nuestra región perdió 20 años en la lucha contra el hambre. Un retroceso tan triste como trágico. Juan dejó el pan del desayuno a su pequeño hijo, pero en nuestro país uno de cada cinco niños de cero a cinco años está en riesgo de desnutrición. La pobreza nos castiga con dureza.

Durante casi 25 años, el número de personas que vive en pobreza extrema disminuyó constantemente en el mundo. Sin embargo, la tendencia se interrumpió en el 2020, cuando la pobreza aumentó por la crisis del covid-19, el efecto de los conflictos y el cambio climático. Eso pasó en el mundo. Nosotros le sumamos la corrupción de un gobierno cleptómano e indolente que lucra con el dolor de la gente.

Juan volvió a la casa. Hoy le fue bien, va a hacer una merencena con su familia. Por hoy va a olvidarse que su barriga llora de hambre. Pero esa… esa es otra historia.

Etiquetas: #panza#llora

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