Cuando imaginamos el guión para una película de miedo lo primero que nos viene a la cabeza es... bueno para los viejos serían los hombres lobo y vampiros como Nosferatu o Barnabás Collins; para los algo más jóvenes el terror provendría de los fantasmas, espíritus demoniacos, posesiones diabólicas y asesinos seriales como Freddy Krueger o el enmascarado Jason. Y para los adolescentes de ahora, el miedo es sinónimo de zombies. A veces los niños hasta se despiertan llorando por un posible “Apocalipsis zombi”, aunque ni siquiera saben qué significa.
Supongo que la televisión y el cine anestesiaron a tal punto a los individuos de la sociedad actual que no son conscientes del infierno literal en el que se desenvuelven.
Si los enfermos asesinos Freddy o Jason juntaran el número de sus víctimas ¿a cuántas llegarían? ¿A 100? ¿500? No creo, ya que por episodio no mataban ni a 20 personas, así que sería una exageración decir que llegarían a mil.
Para lograr el éxito en taquilla habríamos de innovar o crear un personaje capaz de matar al menos a 20.000 personas, entonces sí sería un verdadero demente criminal... aunque para dar más emoción a la película ambientáramos las escenas durante una pandemia como la del covid-19.
Nuestro perverso criminal tendría que ser un líder que hace tan mal las cosas que, por ejemplo, se podría guionar que compra vacunas que no llegan nunca o que pide miles de millones de dólares para construir hospitales y llenarlos con insumos, que jamás sean suficientes. O que hace la vista gorda ante los negociados de sus amigotes que se llenan sus bolsillos mientras la gente muere como moscas.
Para empezar no está mal, pero para que un guión no sea tan simple, habría que hacer que este malévolo engendro orquestara él mismo sus propios negocios. Algo vil como designar a un “secretario” que le ayude a triangular ganancias propias, como vender asfalto a empresas que ganan licitaciones y asfaltar hasta puentes con semáforo, aunque con ese dinero se pudiera comprar oxígeno para salvar vidas.
Y mientras este “secre” oculta los dólares sucios, otro podría encargarse de organizar envíos de drogas a Europa. Marihuana no porque no tiene tanto valor y en estos casos hay que pensar en grande. Lo mejor es cocaína y para eso hay que hacer alianzas con narcoamigos que ayuden en la distribución de la mercancía y para que no sea tan monótono se podría organizar alguno que otro acto de sicariato para mantener ocupada a la opinión pública y a la Policía.
Y como el cine es un negocio y las ganancias están en primer lugar del objetivo, para alcanzar el suceso deseado el arte de matar se podría combinar con el talento de robar y hacer que un tercer secretario se encargue de maquinar algo realmente bajo, lo más bajo posible, como hacer desaparecer el dinero de miles de personas que tuvieran la mala idea de querer jubilarse alguna vez, tras décadas de aportes. Ese siempre es un recurso válido si la emisión de bonos falla y el equipo de producción exige capital para el rodaje.
Bueno, ya hubo muertes, planeamos robos. Faltaría algo más... ¡la traición es exquisita! Pero a gran escala, hay que pensar en grande. Se podrían hacer pactos secretos con gobiernos “amigos” y regalar la soberanía o vender productos nacionales a menor precio en el extranjero, mientras que localmente se exprime a los borregos.
Pensándolo bien, este guión no mete miedo. Hasta parece algo cotidiano. Podríamos agregarle más condimentos, ¿pero cuáles? Tal vez deberíamos prever una segunda parte del filme y crear un personaje que diera continuidad a la trama.
Alejado de los asfaltados, el primer secretario podría servir de protagonista para el remake, pero tendría que adelantar algunas de sus habilidades para llamar la atención de su público. Por ejemplo, podría hacer echar de sus puestos laborales a los que no lo siguen voluntariamente.
Y lo más importante, la impunidad. A cualquier costo hay que conseguir que el estreno del nuevo capítulo no sea interrumpido por algún fiscal que pretenda pedir cuentas después de tanto esfuerzo.
Hacer un guión en la actualidad no es una tarea fácil. El público no se asusta como antes, por eso las ganancias deben ser suficientes como para hacer el trabajo en un país y luego vivir en otro, lejos, donde nadie sepa de la fama adquirida.
Películas de miedo eran las de antes, hoy el terror es algo cotidiano. A lo único que un monstruo le teme es a las rejas.
¿Qué nombre tendría la película?
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Daniel Burman: “El cine revela las cosas que la sociedad niega”
- Fotos: Pánfilo Leguizamón
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al director de cine argentino Daniel Burman, quien se encuentra de visita en nuestro país por razones de trabajo. Además de algunas de sus producciones y de la función del cine en nuestros tiempos, Burman habla de la construcción de la identidad y de la necesidad de que la sociedad aprenda a sentir como propio el dolor de los otros.
Daniel Burman nació el 29 de agosto de 1973 en Buenos Aires; es conocido por la serie “Iosi, el espía arrepentido” (2022), así como las películas “Esperando al mesías” (2000), “Todas las azafatas van al cielo” (2002), “Derecho de familia” (2006), “El rey del Once” (2016), además de “El abrazo partido” (2004), galardonada con el Gran Premio del Jurado del Festival de Berlín. Otros títulos destacados: “El nido vacío” (2008), “La suerte en tus manos” (2012), “Dos hermanos” (2010), “El misterio de la felicidad” (2013). Su último trabajo es “Transmitzvah” (2024).
–Hay mucho que hablar de cine, pero mi primera pregunta es bien provinciana. ¿Qué le trae por el pueblo, don Daniel?
–Un montón de cosas. Es muy curioso. A veces en mi actividad ocurre que hay algo que va más allá de lo racional y hay una alineación de proyectos que te empiezan a llevar a todos lados. Ahora hay tres proyectos muy importantes en diferentes etapas que me empezaron a traer para Paraguay. Todo empezó con Andrés Gelós, que es un gran amigo y colega y colaborador que me viene hablando de Paraguay hace muchos años. Yo no conocía a Asunción, es increíble, estando a una hora y media. Entre paréntesis, es impresionante el desconocimiento que tenemos de un país hermano, vecino, que cuando entré a Asunción no tenía nada que ver con el prejuicio o el preconcepto. Me quedé muy sorprendido de lo que tiene que ver con el sector audiovisual del enorme potencial, el enorme presente también, porque el potencial siempre habla como de algo por venir. Lo que está sucediendo con el audiovisual en Paraguay y las posibilidades que se están abriendo en esta coyuntura son increíbles.
–Este vaticinio de que la pandemia en algunos aspectos era un punto de inflexión en nuestra manera de ver, de reflexionar las historias, ¿sucedió?
–No, no sucedió, no va a suceder y tiene todo el sentido porque uno de los mecanismos más comunes que tenemos todos y más activos, más presentes, una de las mayores herramientas de su providencia es la negación. Vivimos en estado de negación permanente, primero negamos quiénes somos todo el tiempo y también ni hablar de las situaciones externas que la vivimos negando. Entonces era de esperar que neguemos la pandemia, el efecto traumático y, sobre todo, neguemos lo que nos reveló sobre nosotros mismos, sobre nuestra vulnerabilidad, sobre su fragilidad y tiene un sentido. No juzgo ese mecanismo. La supervivencia incluso en condiciones óptimas de alimentación y sanitarias es muy compleja por la propia crisis existencial de estar, con lo cual entiendo que hayamos tirado en un abismo todo aquello que aprendimos en esos tiempos tan dramáticos.
IDENTIDAD POLIFACÉTICA
–Estaba reflexionando de que Argentina debe ser de los cines, después de Hollywood probablemente, obviamente Israel supongo, que más incurren en la temática judía.
–Tiene que ver con que hay una comunidad judía muy grande y también una diferencia con las demás comunidades judías. La dicotomía identitaria no ha existido en gran parte de la comunidad. Yo siempre he sido judío y argentino al mismo tiempo y nunca me puse a preguntar cuánto había de cada uno, no hay ninguna dialéctica digamos porque también creo personalmente que la identidad es absolutamente polifacética y soy judío y soy padre y soy hijo y soy argentino y soy una persona de cuentitos y soy un montón de cosas y no soy nada al mismo tiempo. Soy la persona que busca saber quién es como cualquiera de nosotros. Creo que tiene que ver con eso, que también no nos tuvimos que aferrar a esa identidad de una manera reactiva. Encima viniendo del país que sufrió los atentados terroristas más cruentos contra la comunidad judía fuera de Israel.
–Quiero detenerme en “Iosi”, una de las series más vistas acá en Paraguay. Fue un episodio muy fuerte a partir de toda esa fortaleza que tuvo unos años de incertidumbre al respecto de si se hacía justicia o no se hacía justicia, ¿no?
–Sí, no se hizo justicia finalmente. Y creo que también lo que quise reflejar, o sea, la sociedad argentina se anestesió ante la falta de justicia y que la impunidad formó parte de la identidad colectiva. Es algo tremendo. Pero me parece importante que la impunidad no es responsabilidad de un político o de una época política, es de una época de la sociedad en la cual la gente estaba anestesiada y admitía que la impunidad era un activo social con el cual se podía vivir y muy bien.
–Que tiene un pariente, que es el miedo.
–Ojalá fuera el miedo. Yo creo que es más la desidia, porque básicamente nadie soporta la impunidad respecto a uno mismo. Las víctimas nunca soportan la impunidad, esto está claro. El chiste es que la sociedad que no es directamente influenciada por un hecho lo sienta como propio. A mí me fascina el concepto de Spinoza sobre la escala del amor y la generosidad. Uno puede amar a cualquiera pero la generosidad es actuar como si uno amara al otro. Esto es lo mismo, que la sociedad actúe como si hubiera sido lesionada ella misma y cuando eso se desarticula puede existir la impunidad. Entonces básicamente hablamos de un cierto quiebre en el contrato social, de cierta dilución de una empatía.
VERDADES OCULTAS
–¿Te parece que el cine sigue reivindicando el lugar de la verdad?
–Una de las misiones del cine, porque cristaliza de manera física y evidencia ciertas verdades o a contrario sensu, que es más fácil porque darle un lugar de portador de verdad es un poco riesgoso, evidencia estos momentos de impunidad, estos momentos de la verdad que es mirada o atacada, que no es lo mismo que ser un lugar de definición de verdades. Yo en “Iosi” no digo “el atentado lo hizo tal persona”, porque la Justicia es la que tiene que hacer eso. Yo lo que digo es que durante 30 años se construyó una conspiración de actores muy diferentes de la sociedad, todos alineados de manera sincronizada para garantizar un pacto de impunidad. Hay una verdad que no conocemos y el cine puede develarnos las verdades ocultas.
–¿Cuándo fue la vez en tu vida, para hablar de tu historia personal, que dijiste “yo quiero hacer cine”?
–No existió ese momento y es bastante decepcionante cuando me preguntan eso, porque yo quería ser escritor. Yo tengo una fascinación por la literatura, me encantaba escribir y todavía la verdad que escribo y siempre digo a mis hijos “cuando sea grande me dedicaré a ser escritor” y me miran y me dicen “cuánto falta para eso” (risas). Escribía, pero en cierto momento sentí que tenía que transformarlo en un ambiente para contarle algo a alguien. Tengo el recuerdo de esperar que mi madre llegue del trabajo para contarle algo, la fascinación de contar algo. Y tomé cine como un instrumento, que podría haber sido cualquier otro. Nunca tuve una fascinación por el dispositivo cinematográfico y de hecho hoy no la tengo. Tengo una relación totalmente instrumental. No hay nada que me aburre más que hablar de una cámara. Cuando viene el fotógrafo y me dice ¿salió tal lente? Ni me cuentes. Mi relación con el cine es instrumental y de puente.
LA FIGURA DEL HÉROE
–Quiero continuar con tu obra y quedarme en “El abrazo partido”, porque además es un juego de palabras muy bonito.
–“El abrazo partido” me dio muchísimas satisfacciones y me cambió la vida. Fue la película donde dije “soy algo así como un director de cine”. Siempre parto de un dilema moral irresoluble. Yo cuando era chico vivía en el barrio judío de Once de Buenos Aires y había escuchado una historia que nunca se termina de saber si fue verdadero, pero me inspiró la película de que en la época de la guerra de los Seis Días hubo muchos judíos argentinos que dijeron “vamos a luchar por Israel” y en esa época se tardaba en llegar. Muchos llegaron después del sexto día y la guerra ya había terminado. Y alguno dijo “bueno, me quedo” y dejó una familia con un local. A mí esos dilemas de ir a luchar por un ideal dejando una familia, la idea de ir a salvar al mundo, pero abandonar tu responsabilidad más próxima, siempre desconfié. Siempre desconfié mucho de los héroes porque para mí son gente que se escapó de la casa, que no quiere asumir o que prefiere ir a salvar las ballenas en Australia en lugar de cuidar a su hijo de cuatro años y explicarle ciertas cuestiones existenciales.
–¿Qué cosas está mirando el cine?, ¿qué profecías está haciendo te parece?
–Yo creo que el cine no hace profecías. Yo creo que mucha gente que hace cine tenemos una conexión con nuestro tiempo. Entonces, no somos proféticos, sino revelamos cosas que la sociedad niega. Niega por el frenesí, por la falta de debate, por la agenda. Normalmente cuando uno va a promocionar una película, lo que te sucede hoy día es que la mayoría cuando vas a un programa de televisión te dice “la agenda de hoy es muy política, la agenda es otra cosa”. Yo creo que somos nuestra agenda. Estoy bien convencido de que somos qué hago hoy, somos eso y cómo tratamos al otro en ese eso y nada más.
EXPERIENCIA SOCIAL
–Dentro de unos años tendremos personas que pudieron no haber ido al cine, pero igual haber visto todas las películas del mundo. ¿Cómo te llevás con esos cambios?
–Tengo contradicciones al respecto. Por un lado, la idea de la masividad y la posibilidad de cuando pongo una serie y que pueden verla en cualquier parte del mundo y toda la penetración que tiene y el acceso que tiene porque sigue siendo un lujo burgués finalmente, pero tiene un acceso muy grande. Pero yo recuerdo que cuando estrenaba una película, mi mayor placer era salir y ver la gente llegando al cine. Había un momento de su vida que giraba en torno a ese evento y todo lo que significaba y que ahora todo se pueda hacer desde la cama comiendo una pizza. No es que me afecta a mí, me da pena que nos estemos perdiendo todo eso, porque en ese circular había un contacto humano, una circulación.
–Es como que se perdió el templo, ¿no?
–Se perdió el templo, pero lo mío no es la cuestión romántica, sino que nos perdimos una experiencia social que para eso nació, de a quiénes tengo al lado, que me encuentro con alguien, el tránsito con el otro, que lo vamos perdiendo. A mí eso me da pena, pero no por el cine en sí mismo, sino por la pérdida social, porque se van perdiendo y eliminando momentos de contacto humano, de contacto real.
HERMANDAD ESTÉTICA
–¿Te parece que hay un cine regional identificable como un corpus o hay experiencias aisladas?
–Yo siempre desconfío un poco del cine del hermano latinoamericano. Me parece que nunca terminé de entender por qué no podemos ser unidos, cercanos, colaborativos desde nuestra singularidad. Me parece que también es una pose totalmente innecesaria y es una retórica que el goce está en un supuesto sentimiento de hermandad estética o narrativa que no hay. Lo hubo en la literatura en cierto momento. Desde afuera nos miran como latinos, pero ¿nos tenemos que sumar a esa mirada? ¿O tenemos que reivindicar nuestra singularidad y tener una mirada más pragmática de colaboración entre los países para hacernos más fuertes en todas las cinematografías, generar hub de producción?
–¿Cómo está el cine argentino?, que siempre fue productivo.
–Creo que está en el momento más delicado de su historia. La interrupción del fomento público generó una crisis muy grande. El cine argentino hoy día se sostiene básicamente por el aporte de las plataformas y me gusta. Prefiero pensar que de alguna manera el sistema de fomento público de alguna manera se va a reinventar para lograr que personas como yo, que hemos sido hijos de la educación pública y hemos contado con apoyo, después podamos crear como yo compañías de producción independiente, pero el aporte público es el puntapié. Hay que entender que una cinematografía es mucho más que lafacturaciónoel valor agregado que genera porque tiene un enorme impacto cultural y sobre otras industrias.
–Hay una especie de desvalorización de lo público también, ¿no?
–Latinoamérica es un continente, y ahí sí estamos hermanados, con abismales asimetrías irresolubles por el mercado. Esto no es una posición ni ideológica ni política, es absolutamente descriptiva. Hay comunidades, hay espacios, hay territorios, que además de las cuestiones de asimetrías históricas, están bajo riesgo por cuestiones climáticas. Ahí la sociedad, más que el Estado, puede tener una decisión de si como humanos tenemos una empatía y queremos entre todos ayudarnos. Es una cuestión humanística y no política.
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El espíritu de Ana Ivanova brilló en el Congreso Nacional
- Fotos: Gentileza
La fallecida artista recibió una distinción póstuma como maestra del arte por el Centro Cultural de la República El Cabildo. La iniciativa empezó como una petición virtual de la comunidad cultural y tuvo eco en las autoridades del Congreso Nacional.
El pasado miércoles 4 de junio, en sesión extraordinaria, la Cámara de Senadores rindió un sentido homenaje póstumo a la actriz y gestora cultural Ana Ivanova Villagra Lovera, quien fuera distinguida con el máximo galardón otorgado por el Congreso Nacional a través de su Centro Cultural de la República El Cabildo: el título de maestra del arte, en este caso en la categoría Teatro.
La distinción fue entregada a su madre, la profesora Delia Lovera, quien estuvo acompañada de familiares, colegas, artistas y amigos que colmaron el recinto parlamentario. Ana Ivanova falleció en marzo pasado, a los 51 años, dejando una huella indeleble en las artes escénicas y en el alma de un pueblo que la reconoció como una voz sensible y potente.
“Ana nos deja un legado invaluable en el teatro y en el cine. Su talento y compromiso marcaron huellas profundas en las artes escénicas y audiovisuales del país”, expresó el senador Basilio Núñez, presidente de la Cámara Alta, al iniciar la sesión.
CLAMOR POPULAR
La iniciativa del reconocimiento fue impulsada por el CCR El Cabildo, bajo la dirección de Aníbal Saucedo Rodas, quien junto con los senadores Núñez y Rafael Filizzola hizo entrega del galardón a la familia.
“Nos hacemos eco de un clamor popular que pide reconocer a esta descollante artista, así sea en forma póstuma, considerando su temprana partida”, comentó el director general del CCR El Cabildo.
A lo largo de la sesión, varios legisladores tomaron la palabra, entre emociones y reflexiones, para honrar la figura de Ana Ivanova, cuyo arte trascendió fronteras físicas, sociales y espirituales.
DESCENTRALIZAR EL ARTE
El senador Filizzola destacó la profunda convicción de Ana Ivanova en llevar el arte más allá de la capital del país.
“Devota de los espacios alternativos, Ana fue en busca de belleza y sensibilidad donde antes solo hubo escombros. Su calidad humana, su legado artístico y su compromiso ético con la sociedad transitan en un mismo nivel. Para ella, el arte no era para las élites: era una herramienta de transformación, libre, valiente y comprometida”, afirmó.
Filizzola también lanzó una crítica al escaso apoyo institucional al arte: “Qué poco hacemos por el audiovisual, por el teatro, por nuestros artistas. Ana forjó su trayectoria con muy poco del Estado y mucho de sí misma. El mejor homenaje que podemos hacerle es garantizar apoyo real a quienes, como ella, dedican su vida a la cultura”.
SEGURO SOCIAL
La senadora Blanca Ovelar subrayó los múltiples méritos de la homenajeada y felicitó la iniciativa de El Cabildo.
“Ana fue actriz de teatro, de cine, de televisión. Maestra de las artes escénicas, personalidad subyugante e inspiradora. Su talento cruzó fronteras. Era digna de Hollywood, pero aún más, era orgullo nuestro. Las artes escénicas y la sociedad han perdido a una figura brillante, fulgurante. Este homenaje es justo y profundamente merecido”.
Ovelar también hizo hincapié en la necesidad de un sistema de protección para los artistas. “No tienen seguridad social, no tienen seguro médico. Necesitamos pensar en cómo cuidamos y dignificamos a quienes dan tanto a nuestra identidad y proyección cultural”, remarcó.
HUELLAS DE UNA VIDA
La senadora Celeste Amarilla se reconoció admiradora de Ana Ivanova. “No la conocí personalmente, pero fui testigo de su talento. Multifacética, hermosa, brillante. Hizo cine, teatro, televisión, enseñó, formó, bailó, cantó. Nos hizo felices. Su paso por la vida no fue en vano”, expresó.
También el senador Ever Villalba compartió su testimonio personal: “La conocí en Pilar, cuando estudiaba contabilidad. Era motivadora, sensible, amante del arte, del deporte, de los libros. Deja una marca profunda en quienes la conocimos”.
A su turno, la senadora Lizarella Valiente, quien compartió escena con la homenajeada en la telenovela “Santa cumbia”, habló desde el cariño personal: “Con su don de gente nos hacía sentir seguros, con su humildad nos inspiraba a creer que todo era posible. Eso es lo que queda: la luz de un ser humano que honró su paso por esta vida con humildad, generosidad y grandeza”.
Valiente aprovechó la ocasión para exigir la implementación efectiva de la Ley N.º 4199/2010, que establece un seguro social para artistas y trabajadores culturales. “Los actores merecen dignidad antes, durante y después de su carrera artística. El Estado tiene una deuda pendiente con ellos”, reclamó.
REIVINDICACIÓN
El senador Eduardo Nakayama cerró la ronda de oradores con una reflexión necesaria: “Este homenaje reivindica no solo el arte de Ana, sino el arte paraguayo en su conjunto. No olvidamos que en 2018 el Senado no supo reconocer su talento cuando ‘Las herederas’ fue premiada en el exterior.
Hoy, con justicia, reivindicamos su nombre como símbolo de lucha, entrega y amor por lo nuestro”.
Visiblemente conmovida, Delia Lovera, madre de Ana Ivanova, reaccionó con emoción. “No puedo más que agradecer las palabras con las que recordaron a mi hija”, expresó y también enfatizó en la necesidad de un mayor apoyo para los artistas.
El acto concluyó con la interpretación, a cargo de la Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional, de la pieza musical “El jardín de Ana”, compuesta por su amigo Alejandro Ledesma Juvinel, en plena pandemia, en junio de 2020, y dedicada en vida a la artista.
La obra fue instrumentada especialmente para la ocasión por Fátima Abramo. Los acordes, cargados de ternura, belleza y memoria, envolvieron el recinto con la esencia luminosa de Ana Ivanova.
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Studio Ghibli celebra 40 años de animación
- Tokio, Japón. AFP.
El estudio de animación japonés Ghibli celebra este mes su 40º aniversario, con dos premios Óscar y generaciones de fieles seguidores, conquistados por sus relatos y su universo visual únicos, completamente dibujados a mano. Fundado en 1985 por Hayao Miyazaki e Isao Takahata, fallecido en 2018, Studio Ghibli se ha convertido en un fenómeno cultural mundial gracias a obras maestras como “Mi vecino Totoro” (1988) y la oscarizada “El viaje de Chihiro” (2001).
“La historia es cautivadora y los dibujos son magníficos”, explica Margot Divall, una fanática de 26 años. “Probablemente veo Chihiro diez veces al año”, agrega. El éxito de Ghibli se vio recientemente honrado con un segundo Óscar, otorgado en 2024 a “El Niño y la Garza” como mejor película de animación. Su estilo nostálgico es tan reconocible que las redes sociales se han inundado recientemente con imágenes “al estilo Ghibli”, generadas por la última herramienta de inteligencia artificial (IA) de OpenAI, reavivando el debate sobre los derechos de autor.
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“Un olor a muerte”
Provenientes de la generación que conoció la guerra, Takahata y Miyazaki integraron elementos oscuros en su narrativa, explicaba Goro Miyazaki, el hijo de Hayao, en una entrevista reciente con la AFP. “No hay sólo dulzura, sino también amargura y otras cosas que se entrelazan magníficamente en la obra”, añadía, evocando un “olor a muerte” que impregna las películas.
Para los jóvenes que crecieron en tiempos de paz, “es imposible crear algo con el mismo sentido, el mismo enfoque y la misma actitud que la generación de mi padre”, afirmaba Goro Miyazaki. Incluso “Mi vecino Totoro”, con sus espíritus del bosque, es una película “aterradora” en ciertos aspectos, que explora el miedo a perder a un ser querido.
Susan Napier, profesora en la universidad norteamericana de Tufts y autora del libro “Mundo Miyazaki. Una vida dedicada al arte” (Dolmen editorial) comparte esta interpretación. “En Ghibli hay una cierta ambigüedad, complejidad y una aceptación del hecho de que la sombra y la luz a menudo coexisten”, explica, en contraste con los dibujos animados estadounidenses que separan claramente el bien del mal.
Por ejemplo, la película posapocalíptica “Nausicaä del Valle del Viento” (1984), considerada como la primera película de Ghibli, no tiene un verdadero “villano”. Ese largometraje, donde una princesa independiente se interesa por insectos gigantes y un bosque tóxico, era según Susan Napier “de una gran frescura (...) a mil leguas de los clichés habituales”. “Estábamos lejos de la mujer pasiva que necesita ser rescatada”, añade.
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Un universo aparte
Las películas de Ghibli también dibujan un universo donde los humanos mantienen un vínculo profundo con la naturaleza y el mundo de los espíritus, como en “La princesa Mononoke” (1997).
Esta fábula, en la que una joven criada por una diosa loba intenta defender su bosque amenazado por los humanos, es “una película seria, sombría y violenta”, opina Napier.
Las obras del estudio japonés tienen “una dimensión ecologista y animista, muy pertinente en el contexto actual del cambio climático”, añade, precisando que los dos hombres también estaban “muy comprometidos políticamente”.
Miyuki Yonemura, académica en Tokio y especialista en la cultura de la animación, destaca la riqueza de las películas de Ghibli. “Cada vez se descubre algo nuevo”, asegura. “Por eso algunos niños ven Totoro 40 veces”, agrega.
Influencia francófona
Si Hayao Miyazaki e Isao Takahata pudieron crear mundos tan originales, es gracias a su curiosidad por otras culturas, subraya Miyuki Yonemura.
Entre sus influencias se encuentran el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, el director Paul Grimault e incluso el artista canadiense Frédéric Back, galardonado con un Óscar por “El hombre que plantaba árboles” (1987).
Takahata había estudiado especialmente la literatura francesa, “un factor determinante”, afirma Yonemura.
Ambos leían muchísimo, lo que también explica su talento para la escritura y la narración. Para “Nausicaä”, un nombre extraído de la Odisea, Hayao Miyazaki se inspiró en la mitología griega y en numerosas obras, incluyendo “La dama que amaba a los insectos”, un cuento japonés del siglo XII.
Según la profesora, “el estudio Ghibli nunca será el mismo después del retiro de Miyazaki, a menos que surjan talentos comparables”. El futuro del estudio sigue siendo incierto: “El Niño y la Garza” (2023) podría ser la última película de su fundador emblemático Hayao Miyazaki, de 84 años.
Miyazaki es “un artista increíble con un imaginario visual excepcional”, señala Napier. “Ghibli es tan querido que creo que seguirá viviendo”, concluye Margot Divall, una fanática desde hace mucho tiempo. “Sobrevivirá mientras no pierda su belleza, y mientras el esfuerzo, la atención y el amor que lo sostienen permanezcan intactos”, agrega.
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Serie animada libertaria con bitcóin parlante desata polémica en Argentina
- Buenos Aires, Argentina. AFP.
El próximo estreno de una serie animada que promueve el bitcóin, cuestiona las universidades y critica el rol del Estado desató la polémica en Argentina, luego de que el gobierno de Javier Milei la incluyera en la nueva programación del canal estatal infantil Paka Paka. El desembarco de la tira de dibujos animados bitcóin, previsto para julio, fue celebrado por los seguidores del presidente libertario, pero cuestionado por sus detractores, que denuncian adoctrinamiento.
“Cuando el dinero está controlado, es corrupto”, dice un bitcoin parlante, al explicar la teoría de que la criptomoneda es la mejor opción para evitar que los gobiernos emitan billetes y generen inflación. La serie de origen estadounidense retrata las aventuras de los mellizos Tuttle y su abuela, quienes viajan en el tiempo para aprender sobre liberalismo y economía de la mano de personajes como los economistas ultraliberales Milton Friedman o Ludwig Von Mises, ambos académicos de cabecera de Milei.
“Es el único dibujito liberal del mundo (...) tiene que ver con los valores que nosotros manejamos”, dijo el director de Paka Paka, Walter Gómez, en una entrevista con el canal de streaming oficialista Carajo. Contactado por AFP, declinó hacer comentarios. El influencer libertario Pablo Pazos, conocido como el Gordo Pablo, elogió la iniciativa. “Muy bien, gracias, no va a haber nenes comunistas”, dijo en otro programa de Carajo.
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Al anunciar en mayo su nueva grilla de programación, Paka Paka aseguró que el contenido carecerá de “bajada de línea ideológica”. Los críticos señalan lo contrario y apuntan a Milei, quien asiduamente cita a alguno de los economistas que aparecen en la serie. Los perros del mandatario, de hecho, llevan sus nombres.
Para Valeria Dotro, exresponsable de contenidos del canal infantil, Tuttle Twins “parece una provocación, porque es algo muy burdo que no tiene narrativa, ni lógica que sea interesante (...) me parece malo como producto”. “Hay una intención concreta de bajar línea”, declaró a la AFP.
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Tuttle Twins
En Tuttle Twins, los economistas liberales explican conceptos como inflación, subsidios estatales o planificación central de la economía, y aparecen personajes como el magnate Elon Musk o el autor de “El manifiesto comunista”, Karl Marx, quien, ridiculizado, siempre pide dinero. “Todo el mundo necesita comida, agua y refugio para sobrevivir, pero necesitarlo no les da derecho a tenerlo. Esto se debe a que no tienes derecho al trabajo de otro”, afirma el dibujito animado del filósofo inglés John Locke (1632-1704), considerado uno de los padres del liberalismo.
Otros pasajes de la serie cuestionan los beneficios de la educación universitaria. “Hay buenos programadores en Google, Apple y Microsoft que solo con un curso de tres meses fueron contratados”, canta un personaje. Tuttle Twins está basada en los libros homónimos de Connor Boyack, que también es productor ejecutivo de la serie televisiva y admirador confeso de Milei, al que incluyó en uno de sus últimos cómics, “Las medallas al mérito”, como un joven crítico del socialismo.
Los libros y la serie son parte del Instituto Libertas, una fundación cristiana con sede en Utah, Estados Unidos. Según la cuenta en X de Tuttle Twins, el gobierno argentino está “sustituyendo caricaturas literalmente marxistas por una educación divertida sobre la libertad, la economía y los derechos individuales”.
Pero Cecilia Veleda, doctora en sociología de la educación, discrepa. “No se puede tener de rehenes a los chicos en medio de disputas ideológicas de adultos. Son obsesiones personales del presidente traducidas en contenidos erróneos con falsedades, discriminaciones, ataques”, dijo al diario local La Nación.
El peronismo, actualmente la principal fuerza política opositora en Argentina, estaba en el poder cuando se creó Paka Paka en 201, durante el mandato de la expresidenta Cristina Kirchner (2007-2015). Entonces, según el gobierno de Milei, el contenido del canal estatal infantil estaba ultraideologizado. “Mirada ideológica tenemos todos y la tienen todas las instituciones. La de Paka Paka era el protagonismo de los niños, la perspectiva de derechos, lo federal, la educación, la diversidad, etc.”, apunta sin embargo Dotro.