La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (CAPPRO) señaló que, debido a la menor cosecha de soja en grano este año, atribuida a factores climáticos adversos (sequía), impactando en los eslabones de la cadena productiva, las plantas procesadoras de granos se vieron en la necesidad de importar unas 30.000 Tn de la oleaginosa para poder cubrir el desfasaje en stock, teniendo en cuenta que están operando a un 57% de su capacidad instalada.

La producción de granos siempre está sujeta a factores incontrolables, como el clima, al igual que su cotización en el mercado internacional por tratarse de un producto commoditie. Sandra Noguera, gerenta general del gremio, dijo que nuestras plantas procesadoras operan durante todo el año, precisando contar con el stock necesario para su molienda y transformación en productos terminados.

Suponemos que en función a la capacidad global instalada/productiva de las mismas tendremos un registro histórico del volumen global que precisan para su procesamiento.Nuestras industrias locales deberían estar primero en orden de prioridad, por lo que lo recomendable sería que se haga cada año con antelación el cálculo de stock que precisan para su procesamiento, destinando el excedente a la venta externa, lo cual nos permitirían evitar los innecesarios costos financieros que traen aparejadas estas importaciones.

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Nuestro país sigue ubicado como uno de los principales productores/exportadores de soja en grano, por lo que resulta triste que tengamos que recurrir a su importación para satisfacer las necesidades de nuestras industrias procesadoras de aceite y subproductos.Tengamos en cuenta que las mismas dentro de su estructura de costos y gastos operacionales tendrían un monto importante de gastos rígidos mensuales, lo que trabajando por debajo de su capacidad instalada supone que estarían por debajo del punto de inflexión necesario dentro de la relación ingresos vs. gastos.

Si bien las 30.000 toneladas que se están importando de países vecinos como Argentina y Bolivia podrían paliar dicha capacidad ociosa, bien sabemos que conllevan costos adicionales evitables, si dentro de la escala de valores damos prioridad a nuestras industrias.

Estamos perdiendo la ocasión de darle el valor agregado que precisan nuestros granos, obteniendo por sus ventas precios mucho más remunerativos que haciéndolo en estado natural tal como lo hacen nuestros vecinos.

Esta coyuntura tiene su impacto negativo sobre los niveles de empleo, pues al trabajar a capacidad ociosa, inicialmente podrían convertirse en una suspensión temporal, o incluso despido en el peor de los escenarios de su plantilla de personal. Démosles de una vez por todas a las mismas la importancia que se merecen, pues si seguimos concentrados en vender en estado natural, el perjuicio colateral que estas coyunturas traen aparejadas es complicado, en un momento difícil para nuestra macro y microeconomía, donde tenemos a nivel país a miles de desempleados por diversos motivos, haciendo que los niveles de pobreza y de extrema pobreza de nuestra gente vayan acrecentándose.

Por más que los volúmenes cosechados a nivel país hayan sido inferiores, sería factible que podamos provisionar en forma anticipada el stock que precisan nuestras industrias para su procesamiento, evitando incurrir en innecesarios costos financieros, restándoles a los mismos niveles de rentabilidad y mayor competitividad.

Siempre tenemos la esperanza de que estos tipos de fenómenos no se repitan a menudo, pero resulta difícil hacer “futurología”, pues en agricultura el clima se constituye en un factor incontrolable, ajeno a nuestra buena voluntad. Ojalá que nuestro país también pueda trabajar más en investigación tal como realizan otros países, donde ya se están produciendo variedades resistentes a la sequía y a las lluvias, pues es sabido que la soja no tiene el mismo nivel de resistencia que el algodón en rama.

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