“Todos, tarde o temprano, vivirán el fracaso. La pregunta es: ¿te levantarás?”, dice Hillary Clinton, mirando directamente a la cámara en su clase magistral online enfocada en el poder de la resiliencia, en la cual nos enseña cómo superar los contratiempos y construir una vida de principios y propósitos.

Es una frase que nos llega a todos hoy, independientemente del rol que ejercemos en la sociedad. En los últimos años, la vida se ha revelado más frágil y más propensa al fracaso de lo que pensábamos. Una crisis mundial por la inflación se acerca, y la incertidumbre de los resultados electorales aumenta los grados de ansiedad, miedo y angustia que podemos sentir.

En el mundo empresarial, las tecnologías disruptivas y exponenciales también aceleran las dinámicas del cambio, la incertidumbre y por ende la necesidad de adaptarse con flexibilidad y rapidez. Por eso, volvernos resilientes, como individuos y como comunidades, hoy se ha transformado en una cuestión de sobrevivencia. Pero, nos asegura Hillary Clinton en su clase magistral que cada uno de nosotros “tiene la capacidad de ser resistente y superar las decepciones y los contratiempos que son parte del viaje humano”.

Levantarnos significa dejar a un lado nuestras historias de víctimas y, en cambio, reconocernos y celebrarnos como sobrevivientes. Es hacer memoria no de lo que nos ha tocado vivir, sino de lo que logramos superar y trascender.

Me lo ha recordado en estos días la historia de Murad, entrevistada por la artista Dua Lipa para su nuevo podcast. Murad es una mujer de 29 años que lidera Nadia’s Iniciative, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a sobrevivientes de violencia sexual en áreas de conflicto. Fue secuestrada por ISIS en el norte de Irak en el 2014 y vendida como esclava antes de que lograra escapar.

Pero no siempre tenemos que levantarnos de derrotas trágicas y profundas. La capacidad de resiliencia es también la capacidad de aguante en nuestras prioridades de cada día, las que no podemos descuidar si queremos lograr un objetivo.

Por eso, desarrollar resiliencia también significa desarrollar una mentalidad que nos permita ser conscientes, para tener la capacidad de calibrar los estados emocionales de cada momento. Y volver, cada vez que sea necesario, a un estado mental de excelencia, presencia y enfoque total.

Se trata de enfocarse en lo que los deportistas de alto rendimiento suelen llamar el “juego interno”. Es decir, el juego que se da en nuestra mente mientras estamos comprometidos con el rendimiento y que se enfrenta a todas las resistencias que llegan por el miedo, la autoduda, las distracciones y las creencias limitantes.

Es decir, los obstáculos a los cuales nos enfrentamos todos los días. Para ganar el juego externo hay que ganar primero el juego interno. En otras palabras, se trata de levantarnos todos los días.

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